Los republicanos recuperaron en 2014 el control total del Congreso de EE.UU.

  • Los republicanos recuperaron en este 2014 el control total del Congreso de Estados Unidos tras los comicios legislativos del pasado noviembre, una dura oposición para los dos últimos años de mandato del presidente Barack Obama, mientras el país ya se prepara para buscar un sucesor.

Raquel Godos

Washington, 17 dic.- Los republicanos recuperaron en este 2014 el control total del Congreso de Estados Unidos tras los comicios legislativos del pasado noviembre, una dura oposición para los dos últimos años de mandato del presidente Barack Obama, mientras el país ya se prepara para buscar un sucesor.

Aunque todos los pronósticos aventuraban que los conservadores se harían con el Senado, la victoria republicana fue mucho más contundente de lo esperado llegando a ganarle a los demócratas hasta nueve asientos -solo necesitaban seis-, y profundizando su presencia en la Cámara de Representantes.

El año 2014 ha sido uno de los más duros para el mandatario en términos de valoración popular, alcanzando cifras récord en negativo que han empujado a su vez al Partido Demócrata a la derrota parlamentaria.

La llegada del virus del ébola al país en las semanas previas a las elecciones y el comienzo de la campaña militar contra el Estado Islámico (EI) debilitaron aún más la imagen de Obama y sus compañeros de partido, ya menoscabada por la fuerte e incesante campaña de oposición de los republicanos contra la ley sanitaria.

"En general, los estudios muestran que los votantes tienen en cuenta la aprobación presidencial al votar para los asientos de la Cámara y del Senado, por lo que el hecho de que los índices de aprobación de Obama se redujeran en muchos estados clave que ganó en las elecciones de 2012 se tradujo en problemas para los demócratas", explica a Efe Christopher Larimer, profesor de Ciencia Política.

Los resultados de los comicios de noviembre otorgaron a los republicanos la mayor victoria conservadora durante la era Obama, en la que queda ya lejos aquel 2008 en el que, aupados por la esperanza de su candidatura, la Obamanía, los demócratas tuvieron el Congreso en sus manos.

Al mandatario le restan dos años en el Despacho Oval en los que deberá trabajar por encontrar puntos de consenso con los conservadores para avanzar en su agenda, y previsiblemente, como ha hecho en materia migratoria, hará uso de su poder ejecutivo para actuar en aquellos en los que no converja.

El nuevo Congreso, que se conformará este enero, tendrá como líder de la mayoría republicana del Senado a Mitch McConnell, quien, al igual que Obama, adelantó la línea de su mandato al día siguiente de la noche electoral.

El senador por Kentucky, conocido por su frialdad y pragmatismo, rechazó que Washington vaya a convertirse en un centro de política "disfuncional", como muchos han aventurado tras los últimos años de polarización extrema entre las dos bancadas.

McConnell reiteró que "hay que empezar buscando sobre qué aspectos se pueden hacer progresos en común", aunque insistió en que el Senado volverá "a la normalidad" con su llegada al liderazgo ya que, según consideró, en los dos últimos años no ha hecho bien su trabajo.

"No va a haber una adecuación perfecta, algunas ideas que yo tengo son buenas para la economía pero los republicanos no están de acuerdo, y ellos tendrán ideas que creen que ayudarán a la economía pero yo no creo que ayuden a la clase media", explicó Obama ante la perspectiva de su último periodo en la Casa Blanca.

"Aun así -puntualizó entonces-, considero que habrá áreas en las que podremos estar de acuerdo".

El comercio exterior o la reforma tributaria son algunos de los temas en los que Ejecutivo y Legislativo podrían adoptar posturas comunes, sin embargo hay otras, como la ley de salud o la propia inmigración, en las que el enfrentamiento parece inevitable.

Obama deja así atrás un año en el que, condicionado por las elecciones legislativas, tampoco ha podido tomar las decisiones que hubiera querido en el momento que hubiera deseado.

Sin embargo, el presidente encara 2015 con una oposición más fuerte en el Congreso pero también más volcada en una estrategia política que ya no va con él: llegar a la Casa Blanca en 2016.

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