Madagascar busca en las urnas restaurar la democracia tras el golpe de 2009

  • Tras cuatro años de crisis por el golpe de Estado que encumbró al poder a Andry Rajaolina, Madagascar confía en poner fin a la transición y restaurar la democracia en las elecciones presidenciales del próximo día 25, aunque políticos y sociólogos no creen que las urnas acaben con los problemas del país.

Andry Tsileferintsoa

Antananarivo, 22 oct.- Tras cuatro años de crisis por el golpe de Estado que encumbró al poder a Andry Rajaolina, Madagascar confía en poner fin a la transición y restaurar la democracia en las elecciones presidenciales del próximo día 25, aunque políticos y sociólogos no creen que las urnas acaben con los problemas del país.

El origen del problema que abocó a esta isla al ostracismo internacional se remonta a diciembre de 2008, cuando Rajaolina, un expinchadiscos reconvertido entonces en el líder de la oposición y alcalde de la capital malgache, Antananarivo, sacó a sus fieles a la calle para reclamar la dimisión del presidente, Marc Ravalomanana.

La presión se prolongó durante tres meses con continuos disturbios en la vía pública y contó con el apoyo de buena parte del Ejército, cuyas tropas ocuparon diferentes edificios gubernamentales el 16 de marzo de 2009.

Al día siguiente, rendido ante la situación e intimidado por las armas, Ravalomanana entregó el poder a una junta militar, que inmediatamente lo cedió al líder de la "Revolución Naranja", Andry Rajoelina, nombrado a su vez presidente de la llamada "Alta Autoridad de la Transición".

El acto fue considerado como un golpe de Estado y generó un fuerte rechazo de la comunidad internacional.

Los Estados Unidos suspendieron a Madagascar de su Ley de Crecimiento y Oportunidad para África (AGOA, en inglés), lo que supuso que cerca de 300.000 personas se quedaran sin trabajo, según el Instituto Malgache de Estadísticas.

La Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC) le impidió participar en todas sus actividades, y la Unión Africana (UA) sancionó a Rajoelina y otros 108 miembros de su régimen denegándole visados y bloqueando sus activos en bancos extranjeros.

Ante la imposibilidad de lograr una solución interna a la crisis malgache, la comunidad internacional encomendó a la SADC las tareas de mediación.

Tras varias reuniones sin resultado, celebradas en Etiopía, Mozambique y las Islas Seychelles, en 2011 se alcanzó un acuerdo en Antananarivo, donde la mayoría de los partidos trazaron una hoja de ruta para organizar la transición, que debería abordar su fase final con las elecciones del próximo día 25, aplazadas varias veces.

"Madagascar se encuentra en una etapa particular, casi al final de sus crisis. Las elecciones constituyen la última etapa", comenta a Efe el sociólogo malgache Paul Rabary.

"Los comicios van a permitir la elección de todos los dirigentes de la IV República (instaurada a raíz de la aprobación de una Constitución en 2010), y vamos a entrar progresivamente en el marco constitucional", añade Rabary.

"Lo esencial es recuperar la normalidad, es decir, disponer de una Constitución y de unos dirigentes elegidos" por el pueblo, subraya a Efe el experto.

Sin embargo, la "recuperación de la normalidad" no parece tan sencilla como plantea el sociólogo, y más teniendo en cuenta las recientes declaraciones del expresidente Didier Ratsiraka.

"Las elecciones son prematuras. Se ha saltado una etapa clave, una reunión de los cuatro protagonistas de la crisis (el también expresidente Albert Zafy, Marc Ravalomanana, Andry Rajoelina y él mismo) para allanar las diferencias entre ellos", dijo Ratsiraka.

Rajoelina, Ratsiraka y la esposa de Marc Ravalomanana presentaron su candidatura para estos comicios, pero la Corte Especial Electoral las invalidó por considerarlas "anómalas", aunque el verdadero motivo fue la fuerte oposición de la comunidad internacional.

El veterano político pronostica que habrá numerosos problemas en las votaciones por la falta de formación de los electores sobre el uso de la papeleta única o la distribución de los carnés de votante, entre otras dificultades.

También el exmandatario cree que surgirán más complicaciones después de los comicios: "El que salga vencedor -anticipa- se encontrará un país en quiebra y tendrá todas las dificultades del mundo para gobernar".

Rabary coincide con Ratsiraka en este punto, y considera que la comunidad internacional ha hecho un diagnóstico erróneo reduciendo las causas de la crisis al golpe de Estado a la rivalidad entre los dos políticos que protagonizaron ese momento.

"Se equivocaron al considerar que, para resolver la crisis, era necesario únicamente restablecer el orden constitucional. Las elecciones son una solución coyuntural, porque la crisis es cíclica", opina Rabary.

Los malgaches irán a las urnas el 25 de octubre para elegir a su presidente entre un total de 33 candidatos, en un duelo de "segundos espadas" en el que no podrán batirse los nombres que han escrito la historia reciente del país.

Jean-Louis Robinson, un médico sexagenario que lidera el partido Avana, y el exministro de Finanzas Hery Rajaonarimampianina son los dos candidatos que parecen encabezar la carrera para ganar los comicios y lograr un mandato de cinco años, según los observadores.

Sin embargo, la pugna electoral está bastante abierta, tras la eliminación de los aspirantes favoritos.

En caso de que ningún aspirante se adjudique el cincuenta por ciento de los sufragios más uno, como parece probable, los dos contrincantes más votados disputarán la segunda vuelta el 20 de diciembre, cuando también se celebrarán elecciones legislativas.

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