"Todavía son muy pequeños, no entienden nada, pero están muy asustados porque vieron cómo quemaron vivo a su primo", cuenta Hasan Dawabsha, de 28 años, junto a los restos de la casa quemada, en el pueblo de Duma, en las montañas cercanas al Valle del Jordán.
"Yo siento que cada noche están soñando que un colono viene a matarlos", señala.
El ataque cometido en la madrugada del viernes aumentó el miedo entre los residentes, que afirman que hace tiempo que viven angustiados. Muchos se quejan de la falta de protección de las autoridades ocupantes israelíes, pero también señalan a la Autoridad Palestina.
Tras el incendio, los atacantes escribieron en las paredes la consigna "el precio a pagar", un lema que utilizan a menudo los extremistas israelíes en sus acciones tanto contra palestinos, cristianos o incluso contra el ejército de su país.
Duma se encuentra en una de las zonas de Cisjordania donde Israel debe asumir la responsabilidad de la seguridad, pero los habitantes dicen que deben organizar patrullas de vecinos para protegerse.
Tras el ataque, en el que los padres del niño y su hermano de cuatro años quedaron gravemente heridos, temen que haya más agresiones de los habitantes de las "colonias salvajes", asentamientos que son considerados como ilegales por la ley israelí, y que proliferan en las colinas, a cinco minutos en coche del pueblo.
Este ataque es el último de una larga serie de actos, que generalmente quedan impunes. Entre 2006 y finales de septiembre de 2014, la ONU contabilizó 756 incidentes relacionados con la ocupación y colonización de los territorios, en los que murieron once palestinos.
Además hubo 1.605 incidentes contra propiedades palestinas.
Del lado israelí, 33 civiles murieron a manos de palestinos en Cisjordania en el mismo periodo.
La comunidad internacional considera como ilegales todas las construcciones israelíes en las zonas de Cisjordania ocupadas tras la Guerra de los Seis Días en 1967, donde actualmente viven unos 400.000 colonos.
Esta política es considerada como uno de los principales obstáculos para el proceso de paz.
En sus casas situadas en los altos de Duma, con los viñedos, los olivares y los miraretes de las mezquitas palestinas de fondo, los colonos israelíes afirman ser personas pacíficas y condenan el incendio criminal.
"Yo no estoy seguro de que hayan sido judíos los autores. Quizás es un acto de provocación", plantea Mordechai Zehcariah, de 24 años, un obrero de la colonia "salvaje" de Kida, donde viven 60 familias.
Las agresiones contra los judíos no reciben la misma atención, afirma el joven, que admite que vive con un arma debajo de la almohada.
Por su parte, Menachem Bakush, de 28 años, dice que los jóvenes de la zona no son violentos.
"No hay anarquistas aquí", asegura Bakush, que administra otra colonia "salvaje", la de Ahiya, donde viven 45 familias, cerca de un retén donde dos soldados israelíes montan guardia.
En Duma, un coche de bebé queda entre los escombros de la pequeña casa calcinada. La casa vecina, que también fue atacada pero que estaba deshabitada, quedó marcada con una estrella de David y una pintada que dice "venganza".
Hace dos años, varios extremistas judíos "quemaron coches en el pueblo", cuenta Mohamed Dawabcheh, otro vecino de 33 años. "Tomaron el mismo camino para quemar las casas. Conocían la ruta y los lugares. Por eso pedimos justicia".
Pese a que el primer ministro, Benjamin Netanyahu, condenó el ataque del viernes calificándolo de "terrorismo", su gobierno de derecha y los servicios de seguridad e inteligencia han sido acusados de no haber atajado el problema antes.
Para Abdusalam Dawabsha, Netanyahu debería "decir a los colonos que ya no los va a proteger. Eso los asustaría y dejaría de haber ataques".
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