Nueva escalada de tensión entre aliados y adversarios del régimen sirio

  • La tensión entre aliados y adversarios del régimen sirio, en particular entre Rusia y Turquía, seguía aumentado este domingo por los bombardeos turcos en el norte del país que alejan cada vez más la perspectiva de un alto el fuego.

El ejército turco, desoyendo la reprobación de Estados Unidos, bombardeó por segundo día consecutivo posiciones kurdas en el norte de Siria, en particular en los alrededores de la ciudad de Azaz, en la provincia de Alepo.

La acción fue denunciada por el gobierno sirio, que condenó los "repetidos ataques de Turquía contra (...) la integridad territorial de Siria" y pidió al Consejo de Seguridad de la ONU que "ponga fin a los crímenes del régimen turco".

Turquía deplora por su parte el apoyo militar de Estados Unidos a los grupos kurdos en Siria, en particular a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG). Las autoridades de Ankara temen que los kurdos, que ya ocupan gran parte del norte de Siria, extiendan su influencia a toda la zona fronteriza.

El avance del YPG sirio en el oeste del río Éufrates es una "línea roja", dijo el viceprimer ministro turco Yalcin Akdogan. "Son cuestiones que afectan a la seguridad nacional (...) Turquía no es un país que mira lo que pasa con los brazos cerrados", advirtió.

Turquía, enemiga acérrima del régimen de Asad, está estudiando lanzar una operación terrestre conjunta con Arabia Saudí contra los yihadistas del Estado Islámico (EI), indicó el sábado el ministro de Exteriores turco, Mevlut Cavusoglu.

Su par saudí, Adel al Jubeir, afirmó este domingo sin dar detalles que su país podría desplegar fuerzas "especiales" en el marco de la coalición antiyihadista liderada por Estados Unidos. Jubeir vaticinó además que los esfuerzos de Rusia para "salvar" a Asad "fracasarán" y que su caída es "una cuestión de tiempo".

Sus declaraciones coinciden con el despliegue de aviones de combate saudíes en la base turca de Incirlik, para "intensificar las operaciones aéreas" contra el EI, según un alto responsable saudí de Defensa.

La cada vez mayor implicación de Arabia Saudí y Turquía, dos países de mayoría sunitas, coincide con las dificultades en Siria de los grupos rebeldes a los que apoyan, acosados por los kurdos y sobre todo por las fuerzas del régimen.

Irán y Rusia, principales aliados de Asad, ya han advertido que no permitirán el envío de tropas terrestres. "En ningún caso permitiremos que la situación en Siria evolucione conforme a la voluntad de los 'países rebeldes'. Tomaremos las decisiones necesarias cuando llegue el momento", dijo el jefe adjunto del Estado Mayor iraní, el general Masud Jazayeri.

En el terreno, el ejército sirio sigue avanzando en el norte de la provincia de Alepo y este domingo estaba a sólo tres kilómetros de Tall Rifaat, uno de los tres bastiones todavía en manos de los insurgentes en la región. El sábado esta localidad fue el objetivo de más de 20 ataques aéreos kurdos mientras en el este seguía el asedio de los kurdos.

La ofensiva en la zona de Alepo que lanzó el régimen el 1 de febrero ha provocado la huida de miles de personas, ahora bloqueadas en el norte Azaz a la espera de Turquía abra sus fronteras.

En este contexto, los presidentes estadounidense Barack Obama y ruso Vladimir Putin hablaron por teléfono y según el Kremlin hicieron una "evaluación positiva" del acuerdo del viernes en Múnich (Alemania) entre grandes potencias para declara un alto el fuego la próxima semana.

El acuerdo fue duramente criticado por el coordinador de la oposición siria, Riad Hijab, porque según él permite que sigan los bombardeos rusos. "Ahora mismo quien protege a Daech [acrónimo en árabe del EI] es Rusia", aseguró este domingo.

El influyente senador republicano estadounidense John McCain dijo por su parte que el acuerdo de Múnich sólo apoya la "agresión militar" rusa, cuyo objetivo es "exacerbar la crisis de los migrantes para dividir la alianza transatlántica y socavar el proyecto europeo".

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