Obama invita a legisladores a la Casa Blanca para resolver disputa de presupuestos

  • Washington.- El presidente de EEUU, Barack Obama, ha invitado a líderes del Congreso a una reunión, mañana en la Casa Blanca, para resolver de una vez el presupuesto para el resto del año fiscal 2011, informó hoy su portavoz, Jay Carney.

Obama invita a legisladores a la Casa Blanca para resolver disputa de presupuestos
Obama invita a legisladores a la Casa Blanca para resolver disputa de presupuestos

Washington.- El presidente de EEUU, Barack Obama, ha invitado a líderes del Congreso a una reunión, mañana en la Casa Blanca, para resolver de una vez el presupuesto para el resto del año fiscal 2011, informó hoy su portavoz, Jay Carney.

La reunión en la Casa Blanca se producirá en unos momentos en que aumentan las presiones para que el Congreso apruebe, a más tardar este viernes, el presupuesto para el año fiscal en curso.

De lo contrario, los legisladores aumentan el riesgo de un posible cierre de las operaciones del Gobierno. Una resolución presupuestaria aprobada por el Congreso para financiar las operaciones del Gobierno vence este próximo viernes.

La disputa entre demócratas y republicanos se centra principalmente en el importe y el alcance de los recortes del presupuesto federal, que ambos partidos consideran necesarios para reducir el abultado déficit.

"El presidente ha dejado en claro que todos entendemos la necesidad de recortar los gastos, y se ha logrado un progreso significativo para partir de una misma cifra, 73.000 millones de dólares en recortes tan sólo para este año", explicó Carney en su acostumbrada rueda de prensa diaria.

En la reunión con los principales líderes del Congreso, Obama les instará a que logren "un acuerdo final y eviten un cierre del Gobierno, que sería perjudicial para nuestra recuperación económica", dijo Carney.

La urgencia de la reunión se debe a que, por regla de los republicanos -que ahora controlan la Cámara de Representantes, donde aprueban las medidas presupuestarias-, el Congreso debe colocar en internet el texto del proyecto de ley presupuestario 72 horas antes de su eventual votación, la noche del próximo viernes.

Los 73.000 millones de dólares citados por Carney se refieren a la propuesta presupuestaria de Obama, que el Congreso nunca llegó a aprobar.

Sobre la mesa ahora, los demócratas proponen recortes por un total de 33.000 millones de dólares de los gastos actuales, pero los republicanos, presionados por el movimiento conservador "Tea Party" y por los del ala derecha del partido, los consideran insuficientes y piden más recortes.

Si el Congreso no logra aprobar el proyecto de ley presupuestario, buena parte de las agencias federales se quedarían sin fondos para sus operaciones.

Una crisis similar ocurrió en 1995 y 1996, bajo la presidencia de Bill Clinton, y, por falta de consenso, hubo interrupciones en los servicios y operaciones del Gobierno federal.

Carney reiteró que Obama confía en que los legisladores podrán evitar un cierre del Gobierno, y aprobar un presupuesto que reduzca el déficit y "proteja las inversiones sociales que son tan clave para nuestro futuro crecimiento económico".

Tan serio es el asunto que Obama se implicó personalmente en las negociaciones, con sendas llamadas, durante el fin de semana, al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y el presidente de la Cámara Baja, John Boehner.

Además de Reid y Boehner, la lista de invitados a la Casa Blanca incluye al presidente del Comité de Asignaciones del Senado, el demócrata Daniel Inouye, y su homólogo en la Cámara Baja, el republicano Hal Rogers.

En un comunicado, Boehner insistió hoy en la necesidad de realizar más recortes al presupuesto porque, a su juicio, los 33.000 millones de dólares que proponen los demócratas del Senado y la Casa Blanca "son juegos de artificio" y son "inaceptables".

Pero el legislador demócrata Chris Van Hollen, que representa a un distrito electoral en Maryland con alta presencia de trabajadores del Gobierno federal, ha advertido de que un cierre del Gobierno enviará "una pésima señal" a los votantes y la comunidad internacional de que las cosas no funcionan bien en Washington.

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