Parmentier cree que si acabamos con el conflicto ballenero, la CBI puede entrar en el S.XXI

  • Madrid.- Rémi Parmentier es rotundo cuando afirma que "una ballena viva vale mucho más que una muerta" y, con la vehemencia de quien es leyenda viva del ecologismo, apunta que "si acabamos con este conflicto, la Comisión Ballenera Internacional entrará en el S.XXI para afrontar los problemas actuales.

Parmentier cree que si acabamos con el conflicto ballenero, la CBI puede entrar en el S.XXI
Parmentier cree que si acabamos con el conflicto ballenero, la CBI puede entrar en el S.XXI

Madrid.- Rémi Parmentier es rotundo cuando afirma que "una ballena viva vale mucho más que una muerta" y, con la vehemencia de quien es leyenda viva del ecologismo, apunta que "si acabamos con este conflicto, la Comisión Ballenera Internacional entrará en el S.XXI para afrontar los problemas actuales.

"Hoy existe esa oportunidad" que "no debemos perder", señala Parmentier, asesor internacional del Grupo Pew Medio Ambiente, en una entrevista con Efe, en la que descifra algunas de las claves de la 62 asamblea anual de Agadir (Marruecos) a partir del próximo domingo.

Pregunta: ¿Por qué vuelve a la Comisión Ballenera Internacional?

Respuesta: La CBI está agonizando desde hace años, con una situación paradójica. Por una parte hay una moratoria sobre la caza comercial desde 1986, que ha sido un gran éxito, pues ha disminuido considerablemente el número de países que cazan ballenas. Pero, por otra, quedan tres países que aún la practican: Japón, Noruega e Islandia.

Aunque Japón pretende que lo hace con fines científicos, sin micrófonos dirán que es una forma de escapar a la moratoria. En su tiempo Japón no objetó la moratoria y por eso tienen que usar estratagemas. Los casos de Noruega e Islandia son distintos, ya que formalizaron su objeción y argumentan que no tienen obligación.

P.- ¿Tenemos un sistema con fisuras por el que se cuelan los balleneros?

R.- La moratoria fue un gran éxito, pero facilita que estos tres países puedan cazar sin el control de la CBI. La aprovechan para fijar, unilateralmente, sus propias cuotas. Por eso es muy importante que se vuelva a tomar el control y se alcance un acuerdo. Además es necesario que se respete la otra gran medida de conservación de las ballenas, la declaración en 1994 de un santuario en el océano austral (Antártida).

P.- Y, a día de hoy, ¿es posible?

R.- Desde hace tres años estamos en un proceso de negociación. Para ello, todo el mundo tiene que ceder algo.

P.- Curiosamente, la CBI nació para el reparto de cuotas.

R.- Era un club de balleneros que se creó después de la II Guerra Mundial, cuando había una aguda necesidad de proteínas en Japón tras la capitulación, y en la URSS; ello llevó al desastre, a la casi la extinción de muchas especies y poblaciones de ballenas. Naciones Unidas en 1972 hizo un llamamiento para establecer una moratoria, pero fueron necesarios diez años para alcanzarla, 1982, y hasta 1986 no entró en vigor.

P.- ¿No ha quedado un poco desfasada la CBI?

R.- La Comisión hace un trabajo científico excelente, pero los gobiernos no hacen mucho caso. Ha perdido parte de su credibilidad y no la recobrará hasta que todos los países acepten que sus actividades sean controladas.

P.- ¿Entonces, cuáles son los principales puntos de fricción para un acuerdo?

R.- Ante todo, está sobre la mesa que todos los países reconozcan la existencia de la moratoria y el santuario. Es una petición sólida y, tal vez, a cambio, no es imposible que haya alguna exención a la moratoria en condiciones muy controladas en aguas jurisdiccionales de los tres países balleneros. Supondría volver al control internacional de las actividades que afectan a las ballenas y en gran medida el fin del conflicto. Ello permitiría a la CBI entrar en el siglo XXI y ocuparse de otros problemas que afectan a los cetáceos.

P.- ¿Cuáles son esos problemas?

R.- El impacto del cambio climático sobre las ballenas, la sobrepesca de sus recursos alimenticios, las capturas llamadas accidentales en redes de pesca ...

P.- Curiosamente la posible excepción a la moratoria ha conseguido poner a todos de acuerdo.

R.- Sí, de momento todos desde Japón (pro-balleneros, por considerarla demasiado restrictiva) hasta Australia (pro-ballenas, por considerarla permisiva) hacen frente común contra la propuesta del Presidente de la Comisión que discutiremos en Agadir.

En un organismo donde las opiniones son tan dispares, el presidente tiene que hacer un menú que sea comestible por todo el mundo. El propio Presidente de la CBI, el chileno Cristian Maquieira, dijo en la introducción a su propuesta que tampoco le gustaba y que es una base para negociar.

Maquieira no podrá acudir a Agadir por motivos de salud, lo cual añade incertidumbre sobre los resultados.

P.- ¿Entonces, sería admisible la caza de algunos ejemplares?

R.- Preferiría que no ocurriera, pero se está planteando que, a cambio de retirarse del santuario austral, se reconozca -bajo ciertas condiciones- el derecho de Japón a cazar ballenas en sus aguas. Tendría que ser con un límite y conforme al sistema de gestión y evaluación de las poblaciones adoptado en 1994. Supondría que la flota japonesa se retiraría del santuario.

Como contrapartida, y al no pretender fines científicos, podrían cazar bajo el control de la CBI. Además se limitaría el consumo al mercado interno de los tres países balleneros y no autorizar la caza en ningún otro.

P.- Greenpeace, WWF y el Grupo Pew han presentado su propuesta; cuáles son sus ejes?

R.- El fin de la caza en el santuario austral; el consumo de carne de ballena limitado al ámbito local en los tres países donde, eventualmente, se realice; el abandono de la caza científica y que ninguna especie o población vulnerable puede ser capturada...

P.- ¿Somos conscientes de la riqueza ambiental de estos animales?

R.- Una ballena viva vale mucho más que una ballena muerta incluso medido en dólares. El avistamiento es una opción para el turismo sostenible. Aporta riqueza a los habitantes de las zonas costeras por donde pasan en sus rutas migratorias.

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