Quieren hacernos creer que su fracaso es un triunfo

    • Los catalanes que se sienten españoles, desean continuar en España y no quieren independencia son mayoría clara e incontestable.

    • El ufano Artur Mas, que ha celebrado en la noche electoral como si hubiera alcanzado la cima de la gloria, ha vuelto a demostrar que es un fabulador recalcitrante.

Artur Mas celebra los resultados.
Artur Mas celebra los resultados.

El fracaso de los independentistas es inapelable. Junts pel Sí ha obtenido el mismo número de escaños, 62, que en 2010 alcanzaba por su cuenta Convergencia (con Unió), que esta vez ha ido inmersa en la coalición y que ni así puede disimular su imparable carrera hacia la irrelevancia. Con esos 62 escaños, la coalición independentista es la fuerza ganadora de las elecciones pero no alcanza la mayoría absoluta del Parlament y no llega a sumar el 40 % de los votos, que en un plebiscito, como presentó Artur Mas estas elecciones falseando la ley, significarían un naufragio sin paliativos.

Uniendo sus escaños a los de la CUP, que ha sumado 10, el bloque independentista alcanzaría la mayoría absoluta parlamentaria, pero, por una parte, está por ver si la CUP apoya a JxSÍ y en concreto a Artur Mas para formar el Gobierno autonómico, y, por otra, esa mayoría sería también irrelevante en número de votos para ser decisiva en un hipotético referéndum por la independencia. Entre ambas formaciones han captado en torno al 48 % de los votos, lo que quiere decir que los catalanes que se sienten españoles, desean continuar en España y no quieren independencia son mayoría clara e incontestable.

El ufano Artur Mas, que ha celebrado en la noche electoral como si hubiera alcanzado la cima de la gloria, ha vuelto a demostrar que es un fabulador recalcitrante. En primer lugar, ha menguado su cuota electoral, perdiendo escaños por tercera vez consecutiva, en segundo lugar, no tiene asegurada la Presidencia del Gobierno autonómico porque hay integrantes de Junt pel Sí que no quieren verlo ni en pintura, tercero, sus únicos aliados posibles en el futuro Parlament para la locura independentista son los de la izquierda radical de la CUP, que no coinciden en ninguna política básica con él, y, en cuarto lugar, el bloque de votantes por la independencia ha demostrado ser minoritario, pero él se felicita, aplaude y baila como si hubiera alcanzado un triunfo histórico para romper España y conseguir con ello la felicidad de ser el fundador de la Utopía catalana.

La realidad es que se han celebrado en la comunidad autónoma de Cataluña unas elecciones autonómicas para formar el Parlamento autonómico de acuerdo con el Estatuto de autonomía catalán y la legislación constitucional de la España de las Autonomías, y que en ellas ha ganado un tótum revolútum de políticos liberales, izquierdistas moderados, izquierdistas radicales y candidatos sin identificación definida, cuyo proyecto para mejorar la vida de la gente que vive en Cataluña no se conoce y que antes de nada tendrá que empezar a organizarse para ofrecer al Parlament un Gobierno que se ocupe de las gobernación del día a día y no de una ensoñación.

Pero lo que nos espera a partir de ahora no será el reconocimiento de un error sino la perseverancia en la reivindicación. Porque como dicen que han ganado, cuando en realidad han menguado con respecto a anteriores elecciones, y sostienen que el resultado avala su fantasía, a pesar de que la desmonta, seguirán en sus trece. En la noche electoral han demostrado que estas elecciones autonómicas no les frenan sino que les espolean. Han fracasado pero quieren hacernos creer que han triunfado. A lo mejor, incluso se lo creen ellos mismos. La consecuencia será más reclamación, más reproches, más tensión. Y más exigencia de financiación al Estado, eso sí, que el Estado deberá seguir librando porque Cataluña está llena de españoles. España tenía un problema y va a seguir teniéndolo. Una pena, porque desvía la atención y el esfuerzo que hay que poner en las cosas importantes.

Mostrar comentarios