Renzi el "desguazador", casi un año de intento de reformar Italia

  • El año 2014 ha sido sin duda en Italia el de Matteo Renzi, el nuevo primer ministro que lanzó un ambicioso plan de reformas con la intención de cambiar el país de arriba a abajo pero que choca con la resistencia de la oposición y de su partido.

Javier Alonso

Roma, 18 dic.- El año 2014 ha sido sin duda en Italia el de Matteo Renzi, el nuevo primer ministro que lanzó un ambicioso plan de reformas con la intención de cambiar el país de arriba a abajo pero que choca con la resistencia de la oposición y de su partido.

Aunque el joven primer ministro, de 39 años, solo lleva en el cargo desde febrero da la sensación de que está al frente del Gobierno desde más tiempo, es un jefe del Ejecutivo verdaderamente multitarea, un auténtico hombre orquesta, un "desguazador".

Este apodo mediático casa con la declarada intención del líder del Partido Demócrata (PD) de acabar con el pasado, de poner a Italia de nuevo entre los motores de la Unión Europea, de acabar con la mala imagen de la corrupción que lastra al país, en resumen, de darle la vuelta.

En el haber de Renzi indudablemente estuvo su abrumadora victoria en los comicios al Parlamento Europeo, donde logró más del 40 % de los votos y dejó hechos trizas a la derecha (la Forza Italia de Silvio Berlusconi) y a los populistas del Movimiento 5 Estrellas.

Apoyado en esa victoria, la mayor de cualquiera de los partidos que concurrían a esas elecciones en los demás países de la Unión Europea (UE), Renzi asumió la presidencia de turno del Consejo Europeo, que durante seis meses le daba a Roma visibilidad internacional.

Esto no le evitó a Roma el trago de tener que modificar su presupuesto de 2015 para satisfacer las exigencias de la Comisión Europea de saneamiento de las finanzas públicas.

El primer ministro explicó a los italianos que cada mes habría una reforma importante -tributaria, de la administración pública, del Senado, electoral, de la competividad, de la Justicia, de la Educación- pero el hambre de cambios de Renzi comenzó pronto a darle mordiscos a la realidad.

Solo a primeros de diciembre ha sido posible alcanzar el aval parlamentario a una muy controvertida reforma laboral, que ha puesto a Renzi contra los sindicatos y contra miembros de su propio partido, en un claro enfrentamiento del reformismo renziano con las reivindicaciones de la calle.

La huelga general del día 12, la primera convocada contra el Gobierno de Renzi, no parece haber sido suficiente para impresionar al primer ministro, que al final de la jornada declaró: "Hay un país por cambiar y lo cambiaremos. No me impresionan. Continuamos con la cabeza en alto en la única dirección posible para salvar Italia".

La abolición parcial del conocido artículo 18 del Estatuto de los trabajadores -se va a la suspensión parcial de la obligación de readmitir a un trabajador despedido, que solo se hará en ciertas condiciones- ha indignado a los sindicatos, que tratan de traidor al líder del PD.

Pero siguen estancadas otras reformas, como la del Senado o la de la ley electoral, terrenos ambos en los que tiene mucho que decir el exprimer ministro Berlusconi, un interlocutor privilegiado de Renzi, que a principios de año firmó un pacto con el excavaliere por el que le han llovido las críticas.

El "pacto del Nazareno" se ha convertido en la guía secreta (sus términos precisos no se conocen) que vincula a Renzi con el exprimer ministro condenado en firme por fraude fiscal y que le ha devuelto a Berlusconi un cierto papel en la nueva etapa renziana.

Al líder de la derecha le interesa obtener un respetable reingreso en la política de primera línea y a Renzi que la oposición no derribe en el Parlamento sus reformas pendientes, puesto que la división en el propio Partido Demócrata no le falta.

Esa división quedó patente con el debate parlamentario de la reforma laboral, motivo suficiente para que algunos miembros del PD mostraran su apoyo a los sindicatos, o con la controvertida oposición de socios del Gobierno de Renzi a las inscripciones municipales de matrimonios entre homosexuales, aún no reconocidos en Italia.

Aunque al Gobierno se le atribuyó la intención de legislar en esta última materia el pasado septiembre aún no se conoce la propuesta legislativa en un ámbito donde es obvia la oposición del Nuevo Centro Derecha (NCD) del ministro del Interior Angelino Alfano, socio de Renzi.

Y a pesar de las intenciones reformistas a Renzi se le resiste la recuperación de la economía, técnicamente en recesión y sin visos de volver a la senda del crecimiento, un área donde al primer ministro aún le quedan áreas de "desguace".

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