Richie McCaw, el adiós del gran capitán de los All Blacks

"¡No le podemos dar la camiseta de los All Blacks a cualquiera!", reaccionó el tercera línea internacional neozelandés Josh Kronfeld antes del bautizo internacional de McCaw, el 17 de noviembre de 2001 frente a Irlanda.

Casi 14 años exactos más tarde, Kronfeld debe lamentar las palabras que dedicó a un jugador al que sus compañeros llaman "GOAT" ("Greatest of All Time", "el mejor de todos los tiempos").

¿Mejor jugador de la historia del rugby? Lo es incontestablemente si la elección se hace tomando como referencia el palmarés: Rugbyman con más internacionalidades (148, 111 como capitán), elegido tres veces mejor jugador del mundo (2006, 2009 y 2010) -récord que comparte con su compatriota Dan Carter- y dos títulos mundiales liderando a los All Blacks (2011 y 2015).

Además hay que añadir 10 torneos del Tres Naciones (en 2012 convertido en Cuatro Naciones con la entrada de Argentina) y un porcentaje de victorias con Nueva Zelanda del 88,5%.

Con su franquicia, los Crusanders, ganó en cuatro ocasiones el Super Rugby, torneo que juegan las provincias del hemisferio sur.

Pero Kronfeld no era el único que dudaba al principio del talento de McCaw.

Al ver por primera vez a McCaw con 17 años, Steve Hansen, el seleccionador del equipo campeón del mundo en 2015, declaró que aquel adolescente maleducado tenía "cuatro pies" (en referencia a su escasa habilidad con las manos).

Richard Hugh McCaw, nació el 31 de diciembre de 1980 en Kurow, un pueblo de 339 habitantes entre Christchurch y Dunedin, en la Isla del Sur.

Como él mismo cuenta en su autobiografía, aparecida en 2012, cuando era un niño su tío le pidió que escribiera en un papel su sueño de convertirse en un "Great All Black", McCaw, prudente, sólo escribió las iniciales "G.A.B.".

El tercera línea, que cumplirá en un mes 35 años, conquistó su destino gracias a su esfuerzo. Con 1,87 metros y 107 kg de peso, se convirtió en un especialista en jugar al límite en los rucks.

Odiado por algunos, amado por los suyos, el número 7 se ha defendido siempre de los que le acusan de hacer trampas, hablando de su capacidad de anticipar movimientos y analizar su posición en "esta zona de colisión donde los cuerpos de 100 kilos y más convergen en carrera", como ha descrito.

Duro ante las adversidades, fue capaz de disputar la Copa del Mundo 2011 con un pie roto y llevar a su equipo al título.

También fue capaz de levantarse de las duras críticas que recibió tras haber caído en cuartos de final del Mundial 2007 ante Francia (20-18), torneo que consideró "el mayor fracaso de su carrera".

Obsesivo, admite en su autobiografía que que no ha olvidado esas seis décimas de punto en una prueba de matemáticas en la secundaria, impidiéndole obtener un 100%.

Desde entonces, afirma estar obsesionado por el miedo de perderse cualquier detalle sobre el terreno o falta de concentración. Esto es lo que le permite no jugar nunca "un partido malo", según Hansen.

Normalmente el primero en llegar a los entrenamientos y el último en salir, fuera del campo McCaw es descrito por su seleccionador como "muy inteligente pero un poco aburrido", que también valora su ejemplo de humildad en el seno de los All Blacks.

Es difícil escucharle decir una palabra más alta que otra y en todas sus comparecencias ante la prensa pone por delante a su equipo y deja claro el orgullo que le supone ser un All Black.

Así ocurrió tras la final de la Copa del Mundo que Nueva Zelanda ganó el 31 de octubre a Australia (34-17): "No hay ninguna individualidad más grande que el equipo y comprendemos que nuestra tarea es aportar una piedra a la herencia. Lo que más me toca el corazón no es ser el héroe cada semana, únicamente hacer el trabajo correctamente".

McCaw, 14 años después de comenzar su fabulosa aventura, se marcha dejando en lo más alto el prestigio de los All Blacks.

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