Runciman: "Un triunfo de Podemos puede reestructurar la política en Europa"

  • El politólogo británico David Runciman estima que un triunfo electoral de Podemos puede reestructurar la política en Europa, que se vería "profundamente afectada", aunque recalca que "no será una revolución".

Alberto Ortiz

Madrid, 13 dic.- El politólogo británico David Runciman estima que un triunfo electoral de Podemos puede reestructurar la política en Europa, que se vería "profundamente afectada", aunque recalca que "no será una revolución".

Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Cambridge y columnista del diario británico The Guardian, Runciman ha publicado "Política", editado por Turner, ante la desafección cada vez más extendida en la sociedad occidental hacia una actividad que "todavía importa" y que "no va a desaparecer"".

Una encendida defensa de la política que, afirma en el libro, es la que distingue hoy a Dinamarca de Siria, dos países que hace 500 años eran pobres y estaban divididos por la religión y la violencia.

PREGUNTA: ¿Hacia donde tiende el mundo, Siria o Dinamarca?

RESPUESTA: El mundo se mueve en ambas direcciones: la brecha entre las sociedades ricas y estables o las pobres y conflictivas es ahora más grande de lo que nunca ha sido. Siria no es el peor de los casos. En República Centroafricana, donde impera una miserable anarquía, es un mundo completamente diferente que el de cualquier país de la UE, incluso de aquellos que más han sufrido con la última crisis. Pero luego hay una gran cantidad de países en la Europa del este, en Asia, en América Latina y en otras partes de África que han caído en un punto intermedio con el potencial de convertirse en Siria o en Dinamarca (un ejemplo claro de esa coyuntura es Ucrania). Personalmente no comparto el optimismo de aquellos que dicen que el mundo camina hacia la democracia y la paz. En conjunto, creo que es más probable que a lo largo del siglo XXI veamos empeorar las cosas debido, por ejemplo, a la competición por los recursos naturales, el cambio climático y otras crisis inesperadas que puedan aparecer. La política todavía puede usarse mal en muchos sentidos, pero es la única herramienta en nuestras manos para rescatarnos.

P: ¿Cuál es la solución para aquellos países como Siria en los que los fallos en la política les han llevado a la guerra?

R: Cuando se produce una guerra civil está claro que la función de la política ha fallado, pero incluso en esos casos la política sigue siendo la única solución. No hay camino que no sea la búsqueda de la estabilidad política a la hora de salir del terrorífico caos que rige en Siria, Iraq, Libia, Sudán del Sur, República Centroafricana, o en Ucrania. La tecnología no puede solucionar esas guerras, tampoco la ayuda internacional por sí sola. Se necesitan instituciones políticas que establezcan nuevas reglas de juego para poder controlar la violencia. Obviamente es muy difícil establecer nuevas instituciones cuando las antiguas han fallado. Este tipo de situaciones normalmente requieren de ayuda externa, soporte financiero y expertos técnicos. También interviene la suerte, que es algo que no puedes planificar. No hay una solución fácil porque si la hubiera ya se habría tomado.

P: ¿Es un gobierno global la solución para los actuales problemas que afronta el mundo?

R: Un gobierno global es una buena idea en la teoría pero no en la práctica: un gobierno para el mundo entero tendría que ser demasiado grande, demasiado remoto y, sobre todo, demasiado antidemocrático (es imposible imaginar unas elecciones globales de verdad o partidos políticos globales). Hay muchos pasos intermedios entre la nación-estado y el mundo-estado en este nuevo contexto político: internacional y trasnacional, las regiones los estados y las federaciones. Soy optimista sobre un estado europeo -unas amplias elecciones europeas con unos partidos a escala europea no son difíciles de imaginar-. En mi opinión, la política en general debe ampliarse más allá de la nación-estado pero no necesariamente hacia un estado global. Al mismo tiempo, creo que debe bajar hasta los gobiernos locales. Es por eso que al final del libro digo: subid y bajad la política, pero hacedlo juntos.

P: ¿Con el 15-M, España fue pionera en las "revoluciones sociales"? ¿Cuál es el papel de estos nuevos movimientos en la evolución de la democracia?

R: España ha sido efectivamente un pionero en esta nueva forma de democracia en las calles, pero muchos de estos movimientos tienen una base local, unas raíces locales: aparecieron en muchos lugares sin que nadie lo planificase. Lo que ha pasado en España ha tenido un impacto más radical y en una escala mayor que en otros lugares. España es un experimento del que el resto del mundo va a tomar nota, aunque no se copie en otros lugares. (...) Tampoco se puede hablar de "revoluciones": por ahora, la política convencional sigue teniendo el poder. En un concurso entre la democracia de las calles y la democracia convencional es más probable que gane esta última en el largo plazo, a no ser que se descontrole la violencia, algo que no es probable en Europa. Lo que sí es probable es lo que estamos viendo en España: que el descontento general se canalice en la irrupción de nuevos partidos políticos que tratan de luchar contra los viejos en su mismo terreno.

P: Podemos ha incluido en su discurso que derecha e izquierda son conceptos caducos. ¿Están muriendo las ideologías tradicionales? ¿Cómo afecta el populismo a los cambios de la política actual?

R: Las viejas ideologías no han muerto todavía, pero se muestran muy cansadas. Las nuevas tecnologías, la velocidad de las comunicaciones requieren algo más variado y menos monolítico que las viejas divisiones entre izquierda y derecha. Por otro lado, la política siempre necesita fortaleza y unas ideas organizativas simples: si la ideología se convierte en algo endeble y flexible perderá su habilidad de mantener el apoyo de la gente. No creo que hayan muerto las ideologías como tal porque la política siempre ha sido una batalla tribal entre ideas. Lo que atravesamos es un proceso de transición, comparable al de mediados de los 70, cuando el viejo sistema se había quedado sin ideas y esperábamos otras nuevas. Podemos es solo el inicio de ese proceso, no el fin.

P: ¿Es el fenómeno Podemos un laboratorio para entender los cambios sociales que luego puedan ocurrir en el resto de la UE?

R: Sí, creo que podemos ver a España como un laboratorio, más que como un país pionero en este sentido. No creo que el resto de países europeos copien a España en el futuro (en otros países los nuevos partidos populistas están desafiando el sistema por la derecha y no por la izquierda), pero el resto de Europa está pendiente de Podemos para ver hasta donde puede molestar a los partidos tradicionales. Podemos está canalizando una resignación antes que un impulso revolucionario, la pregunta es cuánto tiempo y cómo de lejos va a llegar ese apoyo ciudadano cuando el camino se endurezca, como le ocurre a todo partido que se acerca al poder. Creo que es demasiado pronto para decir si lo que vamos a ver es una reestructuración de la política española o europea. El sistema tradicional es probablemente más resistente de lo que la gente puede pensar. Los partidos políticos establecidos tiene el hábito de cambiar de forma para adaptarse. Eso sí, en el caso de que Podemos consiga una victoria electoral en España, el resto de Europa se verá profundamente afectado. No será una revolución pero sí una reestructuración de la política histórica.

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