Sali Berisha aspira a convertirse en el líder más duradero del postcomunismo

  • Una tercera victoria electoral el próximo domingo convertiría al primer ministro conservador, Sali Berisha, en el líder absoluto de la Albania postcomunista y en el segundo líder más duradero desde la creación de ese Estado balcánico, después del dictador Enver Hoxha (1944-1985).

Tirana, 22 jun.- Una tercera victoria electoral el próximo domingo convertiría al primer ministro conservador, Sali Berisha, en el líder absoluto de la Albania postcomunista y en el segundo líder más duradero desde la creación de ese Estado balcánico, después del dictador Enver Hoxha (1944-1985).

Berisha, líder del Partido Democrático (PD), fue el primer presidente no comunista de Albania en el periodo de 1992 a 1997, y desde 2005 es primer ministro.

Durante la campaña electoral el líder del PD ha presentado a Albania como ejemplo del crecimiento económico, que, a diferencia de la mayoría de los países europeos, ha evitado la crisis y la pérdida de puestos de trabajo.

Además, se ha manifestado orgulloso de la reconstrucción de una red de 10.000 kilómetros de carreteras y ha prometido que su Gobierno mantendrá la política de bajos impuestos y del alza de los sueldos y pensiones.

Berisha, de 68 años, cardiólogo de profesión, ha sido secretario del Partido Comunista en el hospital de Tirana durante 22 años y uno de los fundadores en 1990 del primer Partido Democrático, de tendencia conservadora.

En abril de 1992 se convirtió en el primer presidente no comunista de Albania, al ser elegido para el cargo por un Parlamento derivado de unos comicios anticipados en los que triunfó su PD.

El nuevo Gobierno hizo reformas económicas, sociales y políticas, mientras la prioridad de su política exterior fue la plena apertura del país hacia el mundo, después de casi medio siglo de aislamiento durante el régimen comunista.

En 1996, los conservadoras comenzaron a perder la popularidad a raíz de la celebración de unas elecciones legislativas que estuvieron bajo la sospecha del fraude y cuyos resultados no fueron reconocidos ni por la oposición ni por la comunidad internacional.

El nuevo Parlamento dominado por el PD reeligió a Berisha en el cargo de presidente de la República en marzo de 1997, mientras el país se veía afectado por una revuelta provocada por la quiebra de los llamados "fondos piramidales", en los que muchos albaneses habían depositado sus escasos ahorros, confiados en los elevadísimos intereses que ofrecían los bancos.

Al fracasar sus intentos de sofocar la revuelta, Berisha se vio forzado a pactar con la oposición socialista la creación de un Gobierno de reconciliación nacional y a convocar unas elecciones parlamentarias anticipadas para junio de 1997.

En esos comicios triunfaron con abrumadora mayoría los socialistas encabezados por Fatos Nano, que se convertiría en el nuevo primer ministro.

Berisha dimitió del cargo de presidente de la república al negar legitimidad a la nueva Legislatura, por haber sido elegida en circunstancias extraordinarias, tras lo que fue elegido el socialista Rexhep Mejdani como nuevo jefe del Estado.

Después de un período de ocho años en la oposición, Berisha volvió a dirigir a partir de 2005 los designios de Albania, esta vez como primer ministro -cargo que tras una reforma adquirió a partir de ese año más peso que el del jefe de Estado- y tras ganar las elecciones generales del 2005.

Su nuevo ascenso al poder había estado favorecido por las tramas corruptas de su antecesor, Fatos Nano.

Berisha llegó a renovar su segundo mandato de primer ministro en 2009 al poder beneficiarse de las rivalidades de la izquierda, una fracción de la cual se alió con él.

Los socialistas, que perdieron las elecciones con un resultado ajustado, le acusaron de fraude electoral, abandonaron durante dos años el Parlamento y se lanzaron a organizar protestas callejeras.

En una de estas, en 2011, murieron cuatro manifestantes por los disparos de las fuerzas de seguridad que vigilaban la sede del Gobierno.

La oposición lo calificó como asesinatos, pero de momento nadie ha sido condenado por estos hechos.

Durante los últimos cuatro años la prensa independiente ha acusado a Berisha de autoritarismo, acaparamiento de las instituciones independientes y el establecimiento de un régimen corrupto a favor de los negocios de su familia.

Berisha habla francés e inglés y está casado con una médica, con la que tiene dos hijos.

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