Sánchez excluye a nacionalistas y PP de la ronda de negociaciones para la investidura

    • El secretario general comenzará este mismo miércoles la búsqueda de apoyos para lograr la presidencia.
    • Primero se hablará de programa, después se repartirán cargos, advierte. Sánchez deja a Podemos para el final.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha reunido este miércoles a su grupo parlamentario para trasladarse los ejes de la ronda de negociaciones que tiene previsto iniciar esta misma tarde con el resto de partidos y en las que tratará de lograr los apoyos para la investidura. En ella no están partidos nacionalistas-ni catalanes ni vascos-ni tampoco el PP, pese a que Sánchez anunció ayer su disposición a mantener diálogo con los de Rajoy.

De acuerdo a la agenda diseñada en Ferraz, Sánchez abrirá esta misma tarde la ronda de negociaciones, con la diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas, y con el líder de IU, Alberto Garzón. Este jueves lo hará con el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y el viernes, con Podemos. La intención del socialista es que el sábado por la mañana se haya completado la ronda de reuniones con las fuerzas parlamentarias para formar Gobierno.

El líder del PSOE ha remarcado así su intención de que cualquier conversación con los populares se limite a meros acuerdos legislativos en un hipotético nuevo gobierno presidido por él. Nada de acuerdos de investidura. Sánchez insistió también hoy en sus críticas al líder del PP.

"España dio fin ayer a un bloqueo por el inmovilismo de Rajoy", dijo ante los suyos. Después, pasó al ataque contra Podemos. "El cambio no solo es de políticas sino de formas, no es hablar de sillones sino de formas de hacer políticas", avisó en referencia a la propuesta de gobierno ofrecida por Iglesias.

El candidato ha delegado en su equipo de confianza el peso de las negociaciones. Ese grupo de 'negociadores' estará encabezado por el portavoz del Grupo Socialista en el Congreso, Antonio Hernando. El equipo lo completan Rodolfo Ares, con amplia experiencia en negociación de pactos de legislatura y gobierno en Euskadi, José Enrique Serrano, miembro del grupo de constitucionalistas y del programa electoral, Meritxell Batet, coordinadora del programa electoral del PSOE, María Luisa Carcedo, responsable de política social, y Jordi Sevilla como portavoz económico.Nuevo Estatuto de los Trabajadores e ingreso mínimo, en el centro de las negociacionesLas negociaciones, ha avanzado Sánchez, han de articularse primero sobre medidas de programa, para después hablar de reparto de cargos. Como prioridad, Sánchez coloca las medidas para la creación de empleo, especialmente dirigido a parados de larga duración. Ese es, considera, el primer gran desafío que ha de afrontar cualquier Ejecutivo. En este sentido, el líder socialista ha avanzado la aprobación de un nuevo Estatuto de los trabajadores, la apusta por la economía social y una nueva ley de cambio climático.

En segundo lugar, ha colocado Sánchez la pertenencia a la zona euro. "La estabilidad presupuestaria, el cumplir con los objetivos marcados por Bruselas serán compromisos que pondremos encima de la mesa con el resto de formaciones", ha advertido. El resto de prioridades pasan por un gran acuerdo por la educación, la ciencia y la cultura, medidas contra la desigualdad, impulso a la ley de dependencia, extensión de la universalidad de la salud pública y creación de un ingreso mínimo vital "que ponga coto y fin a la desigualdad que sufren los jóvenes", ha subrayado el socialista.

Sánchez también ha hecho referencia a la lucha contra la corrupción, con especial énfasis en la eliminación de los aforados, condición a la que se acogen, ha reprochado, "para eludir las responsabilidades políticas"."En ese paquete de regeneración democrática hablaremos de poner fin a los aforamientos por cuestiones privadas, de vincular la financiación de los partidos al grado de democracia interna y mejorar la calidad institucional. Nunca más instituciones públicas al servicio de un partido", ha subrayado.En último término se ha referido Sánchez a la "crisis de convivencia" con Cataluña, sobre la que ha advertido a Rajoy. "Le escuchamos decir que el PSOE lo que busca es romper España. Cuando hemos gobernado nunca ha habido una declaración de independencia del Parlamento de Cataluña", ha destacado. La solución, ha insistido Sánchez, es una reforma constitucional: "caminar hacia ese Estado federal será la mejor manera de articular la diversidad de España", ha considerado.

Sánchez ha aprovechado también para abroncar la actitud de Podemos en las últimas semanas. "Cuando en los momentos de negociación con otras formaciones veais desplantes, arrogancias, propuestas inasumibles os pido que actuemos con respeto, por nuestro partido", ha aconsejado a los suyos.El futuro político de Sánchez, en el aire

Sánchez asume que las negociaciones no serán fáciles. Lo demuestra en el tiempo que ha solicitado a Patxi López para intentarlo, al menos un mes, lo que da cuenta de que el trabajo se presenta arduo.

El secretario general del PSOE tiene previsto abrir este mismo miércoles la ronda de contactos con las formaciones. Hablará con todos, dijo ayer. También con el PP, aunque ni mucho menos entre en sus planes incluir a los populares en su alianza de gobierno. Sánchez ya avisó de que el diálogo con el partido de Rajoy se produciría, si ellos quieren, pero lo acotó a los términos de acuerdos legislativos. Nada de investiduras.

La dirección socialista empeñará sus esfuerzos en tratar de forjar una mayoría "de cambio" superando las líneas rojas de sus posibles socios, Podemos y Ciudadanos. Los partidos emergentes se han declarado un veto mutuo: los de Iglesias no apoyarán ningún acuerdo de gobierno que cuente con Ciudadanos, los de Rivera harán lo propio con Podemos.

Sánchez piensa presionar a ambos en la idea de que sólo un gobierno de progreso puede evitar la vuelta de la derecha. Con Ciudadanos, además, puede exprimir la baza de unas nuevas elecciones. Los comicios asustan especialmente al partido naranja, que, según las encuestas, podría ver desplomadas sus expectativas.

El partido naranja aseguró este mismo martes que sería flexible en las negociaciones, incluso si ello implica prescindir de alguna de sus medidas estrella de programa, como el contrato único o el complemento salarial para rentas desfavorecidas, dos asuntos que concitan el desacuerdo de los socialistas. No obstante, los planes de Rivera pasan más bien por un gobierno de coalición a tres bandas, con PP y PSOE, y excluyen cualquier atisbo de Podemos.

Desde la formación morada, las condiciones siguen siendo las mismas que su líder ofreció a Sánchez hace diez días. Un gobierno compartido, con la vicepresidencia para Iglesias y los ministros ya decididos. Desde Podemos se insiste en que esta fórmula es la única que puede desempantanar el colapso político, pese a que, de contar con el rechazo de Rivera, no suma mayorías.

El líder socialista animó este miércoles a "dejar atrás los vetos y emplezar a hablar de lo que une". "Es mucho más de lo que nos separa", aseguró. "No hablemos de vetos, ni de frentes, sino de progreso y de cambio". Según Sánchez, "el cambio no es patrimonio de una formación política, sino de millones de personas que votaron por el cambio", advirtió.Ni palabra con los nacionalistas

En duda está también el papel que jugarán en estas conversaciones los partidos nacionalistas. Los barones socialistas vetan cualquier posibilidad de negociación con aquellos que defienden el secesionismo. Rechazan incluso que Sánchez pueda llegar a la presidencia con su connivencia, en forma de abstención en una eventual votación de investidura. De recordárselo a Sánchez se ocupó este mismo sábado la presidenta andaluza, Susana Díaz, quien, por si no quedaba claro, le levantó los muros de las conversaciones. El secretario general les dio el juramento y ayer lo volvió a insistir con dureza. "¿Cuántas veces voy a tener que repetir que no voy a pedir su apoyo?", insistió a la prensa.

Desde ERC y DiL, partidos a los que Sánchez hizo un guiño en la formación de los grupos del Senado, se mantienen no obstante en la negativa a apoyarle para formar gobierno. Otra cosa es el PNV, que por ahora mantiene una posición ambigua, pero que se ha mostrado dispuesta a abrir diálogo.

El líder socialista se enfrenta no sólo a la complejidad de la aritmética. También, a lo ajustadísimo de los tiempos. Sánchez debe emplear este mes en cerrar un acuerdo y presentarlo a la militancia. El encargo de sus críticos es que lo que se vote ha de ser un acuerdo ya cerrado, lo que supone que las negociaciones, a falta de flecos, tendrán que estar por entonces prácticamente rematadas. La palabra de los militantes habrá de ser luego refrendada por el comité federal. Un mero trámite, se presupone, ya que nadie se atrevería a contrariar la voz de las bases. Si Sánchez fracasase en la investidura se abriría un periodo de 60 días previo a la disolución de las Cortes para volver a negociar un Gobierno.

El secretario general se juega en estos meses no sólo el futuro político de España. También, el suyo propio. De acuerdo al calendario socialista, sujeto a cambios, los militantes decidirán el próximo 5 de mayo su próximo secretario general. Si por entonces Sánchez tiene formado gobierno, no hay duda de que sus opciones se ven multiplicadas. Si, por el contrario, sus planes fallan, pocos dudan de que sus críticos tomarán el mando. La presidenta andaluza, Susana Díaz, tendría entonces la ocasión de reafirmar su poder en el partido, asumiendo el máximo cargo orgánico del socialismo y determinando candidato.

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