Seth Penalver, el último exculpado del corredor de la muerte en EE.UU.

  • Seth Penalver lleva los días en libertad contados con precisión: 161, y todavía se queda asombrado al ver las olas del mar o ser capaz de caminar más de los apenas tres metros de la celda del corredor de la muerte en la que estuvo 18 años.

Alfonso Fernández

Atlanta, 1 jun.- Seth Penalver lleva los días en libertad contados con precisión: 161, y todavía se queda asombrado al ver las olas del mar o ser capaz de caminar más de los apenas tres metros de la celda del corredor de la muerte en la que estuvo 18 años.

Penalver es, hasta la fecha, el último hombre hasta la fecha que ha sido exculpado y librado de la pena capital en EE.UU, "El número 142", afirma con orgullo.

Sobre el castigo se muestra tajante: "Hemos ejecutado a inocentes, y lo seguimos haciendo por lo que la única alternativa es suprimirla", explica a Efe en un receso tras su intervención en la reunión anual de la asociación "Witness to Innocence", que agrupa a los exculpados en Estados Unidos.

"Con solo saber que se ha matado a un inocente, se prueba que el sistema ha fallado, y sabemos que ha habido y hay muchos más casos. Tiene que eliminarse", reitera.

Penalver entró en prisión en 1994 acusado de un triple asesinato, junto con el español Pablo Ibar que sigue tras las rejas, cuando tenía 21 años. Ahora tiene 39.

"Toda mi juventud", subraya mientras disfruta de la leve brisa en el plácido hotel de las afueras de Atlanta donde participa por primera vez en una reunión de exculpados.

El pasado diciembre, un Tribunal Superior de Justicia de Florida ordenó su liberación tras cinco meses de juicio al concluir que no existen pruebas suficientes para implicarle en el asesinato de Casmir Sucharski, Marie Rogers y Sharon Anderson durante un asalto a mano armada a la vivienda del primero.

Desde el principio, y a lo largo de los dos procesos previos que le llevaron al corredor de la muerte, Penalver ha sostenido que él no es el hombre con gafas de sol y sombrero que aparece en una grabación del robo utilizada como prueba por la Policía.

"A veces me veo mirando el océano, una playa hermosa, o el lugar maravilloso en el que nos encontramos ahora y me pregunto si es verdad o estoy soñando", comenta a Efe disfrutando de un refresco al sol.

Previamente, al dirigirse a los otros exculpados, había compartido la rabia y el enfado que sintió al principio cuando fue condenado, y luego rompió a llorar al recordar a aquellos que siguen esperando la llamada para la ejecución.

"Estas reuniones te permiten conversar con gente que ha vivido lo mismo que uno. Son muy importantes. Han pasado por lo mismo que tú", remarcó.

Se muestra especialmente crítico con el sistema judicial estadounidense al señalar que las "presiones generan prisas" para cerrar casos y que son muchas las ocasiones en las que funcionarios o fiscales "fabrican o retienen evidencias" para concluir investigaciones.

"Conozco a un compañero de Florida que murió en el corredor después de quince años, y seis meses después se encontró una prueba que le exculpaba", afirma al señalar que desgraciadamente se tarda más en probar la inocencia que la culpabilidad en EE.UU.

Penalver, de origen mexicano y residente en Fort Lauderdale, indicó que en su caso la evidencia que lo exculpaba solo apareció al cabo de 16 años y medio.

Asimismo, señala que el tiempo es totalmente distinto cuando se sale de la cárcel y que allí hay que aprender "a vivir con una fecha de ejecución, a la espera de que sea ratificada".

"Mi única manera de sobrevivir fue no creérmelo nunca y seguir luchando. Me decía que ese no podía ser el último capítulo de mi vida", agrega, ansioso por contar su historia tanto dentro de EE.UU. como fuera.

Sin embargo, también tiene espacio para la esperanza y se muestra convencido de que, finalmente, la pena de muerte será abolida en el país.

"El tiempo pasará, y las cosas cambiarán, hay demasiadas evidencias. Con la historia del racismo en este país, ¿quién hubiese pensado hace unas décadas que podríamos tener a un presidente negro como Barack Obama?", reflexiona.

De momento, viven en los corredores de la muerte de Estados Unidos 3.125 presos que aún aguardan el momento en que se les comunique que ha llegado la hora definitiva.

"Espero que mi caso sirva de inspiración", concluye Penalver antes de volver al salón para escuchar las historias de aquellos que le precedieron y tratan de enseñar la imposible tarea de recuperar la normalidad.

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