Si tanta gente se abstiene, ¿por qué no hacer que el voto sea obligatorio?

    • La participación electoral ha disminuido en las últimas décadas en muchos países occidentales.
    • Sin embargo, en otros lugares el voto es obligatorio y no acudir a las urnas puede acarrear problemas.
lainformacion.com

La abstención se extiende en Occidente. La participación viene disminuyendo de forma constante en muchos países occidentales al menos toda la última década. Por ejemplo, ha estado por debajo del 60% en todas las elecciones presidenciales en Estados Unidos desde 1968. Algo similar ha sucedido en Gran Bretaña, donde la participación alcanzó el 65% en las elecciones generales de 2010, frente al 84% de 1950. Pero, por ejemplo, no sucede lo mismo en Australia, donde Tony Abbott tomó posesión como primer ministro el 18 de septiembre. La participación en las elecciones del 7 de septiembre fue del 91%. No fue la primera ni será la última vez que se registre una cifra tan alta: nueve de cada diez votantes australianos han votado en cada elección federal desde 1925. ¿Y por qué los australianos cumplen de forma tan sistemática con su cita con las urnas? Porque no votar es ilegal.Cuando la democracia es una obligación, además de un derechoIDEA, una organización internacional que promueve la democracia, enumera 38 países en los que el voto es obligatorio o lo ha sido en algún momento del pasado. Por ejemplo, en el estado de Georgia el voto es obligatorio desde la Constitución de 1777, sujeto a multa a menos que la persona pueda proporcionar una "excusa razonable" (artículo 12) . Hay otros muchos lugares donde el voto es obligatorio solamente en teoría, porque pocas veces se acaba aplicando en la práctica. Pasa en algunos países de América Latina, subcontinente donde el voto obligatorio es una práctica mayoritariamente extendida. No obstante, en México, que es uno de los países donde la abstención es ilegal, la participación en las elecciones presidenciales del año pasado fue sólo del 63%.  No todos los países son así de laxos en la aplicación de sus normas. En algunos faltar a la cita obligatoria con las urnas puede acarrear problemas. En Australia las personas que decidan no votar pueden recibir una carta de la comisión electoral exigiendo una explicación por su absentismo. Si no tienen una buena excusa se les multa con 20 dólares australianos. Ya si deciden no pagar la cosa irá a los tribunales, donde les puede caer una multa aún mayor. Si tampoco pagan, ya empezamos a hablar de penas de cárcel, así que no es algo con lo que se pueda andar jugando. Hay otros países, como Brasil o Perú, donde las personas que deciden no votar tienen prohibido efectuar diversas gestiones administrativas (solicitar pasaportes o presentarse a exámenes profesionales, por ejemplo), además de ser multados por una pequeña cantidad. En Singapur, los nombres de los que no votan se retiran del registro electoral, aunque esto no suele preocupar a los absentistas.  Los que defienden el voto obligatorio se apoyan en el argumento de que la democracia es demasiado importante para ser opcional. También hay argumentos económicos, tanto a favor como en contra. El voto obligatorio supone un ahorro de dinero en las campañas, porque los partidos no tienen que derrochar grandes cantidades de dinero para atraer votos. Por otro lado, la aplicación de la ley obstruye los tribunales y mantiene a los funcionarios ocupados a un coste considerable. Se suele pensar que el voto obligatorio favorece a la izquierda, que es la que cuenta en sus filas con mayor número de absentistas ocasionales. Por ejemplo, en Estados Unidos se veráin favorecidos los demócratas de ser cierta esta creencia. Sin embargo, la victoria de Abbot en Australia (es conservador y se opone al matrimonio gay) ha desmentido esta teoría.

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