Un movimiento islamófobo hace temer un auge de la ultraderecha alemana

  • La acogida que ha tenido el movimiento islamófobo "Pegida" en Alemania, amparado en los temores viscerales ante una posible islamización de Europa, ha despertado en el país el miedo a un posible auge de la ultraderecha.

Rodrigo Zuleta

Berlín, 17 dic.- La acogida que ha tenido el movimiento islamófobo "Pegida" en Alemania, amparado en los temores viscerales ante una posible islamización de Europa, ha despertado en el país el miedo a un posible auge de la ultraderecha.

El nombre completo del movimiento es Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente y surgió en Dresde (este) -donde ha hecho sus manifestaciones más concurridas- para luego tener ramificaciones en otras ciudades como Düsseldorf (oeste), donde se autodenomina "Dügida", y en algunas partes de Baviera.

Además, el movimiento tiene contactos con un grupo llamado "Hooligans contra Salafistas" (HoGeSa), claramente cercano a la escena neonazi.

Sin embargo, "Pegida" no responde a los estereotipos habituales del neonazismo. En sus manifestaciones -la celebrada este lunes alcanzó las 15.000 personas- las cabezas rapadas y las botas de paracaidistas están en clara minoría y en sus pocas declaraciones el movimiento se esfuerza por distanciarse de posición típicas de la ultraderecha.

Así, por ejemplo, en una reciente declaración programática difundida a través de Internet, "Pegida" empieza declarando como obligación humanitaria el acoger a los refugiados de guerra y los perseguidos por razones políticas y religiosas.

A su vez, en ese documento el movimiento retoma el problema, tratado ampliamente por los partidos establecidos, del aumento del flujo de refugiados y se pronuncia a favor de un reparto de los mismos por cuotas entre los países europeos, lo que no está lejos de la posición que defiende el gobierno de Angela Merkel.

Toda esa aparente moderación, que le da al movimiento un matiz conservador y burgués, pese al tinte claramente islamófobo y xenófobo de otras de sus exigencias, hace, en opinión de algunos analistas, que "Pegida" sea aún más peligroso.

"El odio empieza a convertirse en algo bien visto y esta surgiendo una normalización del odio al prójimo", advierte el coordinador de proyectos de la Fundación Amadeo Antonio, que apoya iniciativas contra la ultraderecha.

Un estudio reciente de la Fundación Friedrich Ebert muestra que aunque las posiciones abiertamente de ultraderecha pierden reputación, crece el resentimiento contra grupos concretos como las personas sin hogar, los peticionarios de asilo o los parados crónicos.

Además, el temor al islamismo radical -fomentado por las noticias generadas por el grupo terrorista Estado Islámico- es explotado por movimientos que, según la investigación de esa fundación, cultivan formas sutiles de radicalismo.

El mismo estudio señala que ese tipo de posiciones cercanas a una especie de ultraderecha maquillada son comunes en el partido Alternativa para Alemania (AfD), que surgió como un movimiento euroescéptico en contra de las ayudas al sur de Europa y que ahora ha descubierto en la islamofobia un nuevo tema para atraer votantes.

AfD, con un discurso de rechazo al euro y a favor poner freno a la acogida de extranjeros, ha logrado escaños en la Eurocámara y en tres parlamentos regionales.

Ha logrado además repercusión mediática, porque no ha sido objeto del boicot sistemático al que en el pasado han sometido los partidos tradicionales a las formaciones de ultraderecha, con cuyos jefes, por ejemplo, se han negado siempre a discutir en tertulias televisivas.

El líder de AfD, Bernd Lücke, ha defendido los motivos por los que parte de los manifestantes se han sumado a "Pegida" y ha criticado a los medios y a los partidos tradicionales que se nieguen a tener en cuenta las preocupaciones de esa parte de la población.

Esa acusación, según ha subrayado el politólogo Hajo Funke, de la Universidad Libre de Berlín, forma parte de los argumentos clásicos de los movimientos de ultraderecha en toda Europa.

La idea de que los medios y los partidos están mintiendo dificulta conectar con los manifestantes y explicarles que en una ciudad como Dresde, donde el porcentaje de musulmanes es menor al 1 por ciento, su temor a una islamización es absurda.

Algunos, como la diputada Petra Pau, del partido La Izquierda, temen que se esté recreando el contexto de la primera mitad de los años noventa, cuando la crítica al aumento de los refugiados alimentó un ambiente que derivó en actos violentos de xenofobia.

De hecho, la Oficina Federal de lo Criminal (BKA) registró en los primeros nueve meses de 2014 más delitos con trasfondo ultraderechista que en los dos años anteriores juntos.

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