Vancouver, después de los Juegos

  • Pasados los Juegos de Invierno de Canadá, la ciudad de Vancouver espera transformar la urbe en una ciudad que atraiga inversiones internacionales. Las autoridades quieren evitar la deuda que se generó después de las Olimpiadas de Montreal 1976. ¿Su apuesta fuerte para conseguirlo? La ecología.
Canadá ganó sus Juegos
Canadá ganó sus Juegos
Mark Starr | GlobalPost

(Vancouver, Canadá). Pese a la medalla de oro obtenida en la final de hockey o al entusiasmo de la ceremonia de clausura, existe una tristeza indescriptible en las calles de Vancouver. Después de los Juegos de Invierno, el aeropuerto estaba abarrotado con decenas de miles de personas extenuadas y, al parecer, desesperadas por abandonar la ciudad. No hay dudas, es el síndrome del fin de la fiesta. A diferencia de la celebración del carnaval de Río de Janeiro o el festival de verano de París, donde siempre queda la expectativa del año siguiente, los Juegos Olímpicos de Vancouver se han acabado para siempre. Nunca se volverá a repetir la fiesta aquí.

El temor, y en el caso de algunos, el odio que marcó el largo camino hasta los Juegos tampoco se repetirá. Más allá del coste del espectáculo –se dice que en seguridad se gastaron 1.000 millones de dólares (734.000 euros), seis veces más de lo previsto- es poco probable que se repita el desastre de los Juegos de Montreal de 1976 que dejaron la ciudad endeudada durante décadas.

De hecho, no se han producido situaciones dramáticas. Es verdad que murió un atleta. Sin embargo, era al comienzo del evento y se trató de una muerte trágica en una gran ciudad durante unos Juegos Olímpicos. El espectáculo siempre ha continuado incluso en circunstancias nefastas.

Vancouver ha quedado encantada al descubrir que al mundo le ha gustado lo que ha visto. La gran excepción ha sido la prensa británica, que se ha mostrado siempre crítica, posiblemente debido a sus propias preocupaciones por los Juegos de Londres en 2012.

No hay duda que el turismo aumentará. A quienes lo siguieron por televisión, seguramente no les importó que la antorcha no se viera bien, que se trajera nieve de otras zonas o que la prensa se viera atrapada en atascos de tráfico. La mayoría de los visitantes que sufrieron algunos inconvenientes, al final se pudieron olvidar de todo gracias a las competiciones, la belleza de la región y la cordialidad de los ciudadanos (al menos, de la mayoría).

Con todo, ahora comienzan las preocupaciones sobre el legado de Vancouver 2010. Todos creen que serán mucho más que 17 días de festival deportivo. Y si bien se necesitaban las nuevas infraestructuras de transporte y las mejoras en general, difícilmente se podría justificar la década de este enorme esfuerzo.

Gregor Robertson, el alcalde de Vancouver en su primer mandato, aconseja tener paciencia hasta que se pueda emitir un juicio final. Y como nos referimos a Canadá, no es una petición descabellada. "Tendrán que pasar muchos años antes de hacer un balance total", afirma. Esto significa que no se producirá antes de las próximas elecciones municipales de noviembre de 2011. Robertson, un desconocido en la arena política cuando la ciudad fue adjudicada para los Juegos en 2003, cree que el legado podría ser enorme y positivo. Y si las cosas salen como él y otras autoridades prevén, esta joya canadiense podría dejar de ser una capital de provincia para convertirse en una gran ciudad internacional.

Vancouver optó por el modelo utilizado en Sydney (Australia) para los Juegos del año 2000. Al igual que Vancouver, Sydney era una ciudad preciosa, multicultural, una capital de provincia que aspiraba a algo más. Quería ser la capital financiera de la Cuenca del Pacífico. Los Juegos fueron el vehículo perfecto de ocio para atraer a empresarios e inversores. Según Robertson, el programa de acogida, que costó 100 millones de dólares (73 millones de euros), podría generar unos 3.000 millones de dólares (2.200 millones de euros) en inversiones, 30 veces más de lo que esperaba la ciudad.

En Vancouver, unas 100 empresas locales han recibido a ejecutivos de más de 70 empresas de fuera de la zona con la esperanza de poder replicar el éxito de Sydney. Más allá de deportes espectaculares y grandes fiestas, el alcalde espera que estos invitados especiales vean que la ciudad y su población trabajan por una causa común."Ha sido una oportunidad para demostrar nuestro talento y la armonía multicultural", afirma. "Vancouver es una ciudad del siglo XXI que funciona bien".

La ciudad aspira a convertirse en un líder mundial en temas ecológicos. Con excepción de las medallas de oro, plata y bronce de las semanas olímpicas, el verde ecológico siempre ha sido el color favorito de la ciudad, que se considera a sí misma como la urbe más "verde" de Norteamérica. Y ha realizado los Juegos Olímpicos más ecológicos de la historia: se preocupó por las emisiones de carbono, aprovechó el uso de instalaciones ya existentes, realizó una gran promoción del transporte público y construyó una villa olímpica ecológica, que recibió el reconocimiento de expertos mundiales en medio ambiente.

Ahora las autoridades de la ciudad esperan que Vancouver dé un paso más: que se convierta en un centro mundial para la creciente economía ecológica. "Si se considera que los temas ecológicos a nivel mundial representan miles de millones de dólares en inversiones, creo que no hay un momento más oportuno que éste", afirma el alcalde. "Queremos convertirnos en la capital verde y asumir el liderazgo en el futuro del planeta". Algunos miran los Juegos Olímpicos y ven apasionantes partidos de hockey, patinadores de hielo o esquiadores. Otros ven una gran oportunidad ecológica.

Mostrar comentarios