Voluntarios apoyan la reinserción de violadores en un plan piloto de Justicia

  • Tres agresores sexuales convictos con riesgo de reincidencia están dando sus primeros pasos en libertad con el apoyo y bajo el control de un círculo de voluntarios, en el marco de un proyecto europeo para la reinserción de ese tipo de delincuentes que el Departamento catalán de Justicia tiene en pruebas.

Barcelona, 4 mar.- Tres agresores sexuales convictos con riesgo de reincidencia están dando sus primeros pasos en libertad con el apoyo y bajo el control de un círculo de voluntarios, en el marco de un proyecto europeo para la reinserción de ese tipo de delincuentes que el Departamento catalán de Justicia tiene en pruebas.

El director general de Servicios Penitenciarios de Cataluña, Pere Soler, ha presentado hoy el plan piloto del programa Cercles, que cuenta con una subvención de la Unión Europea para expandir por el continente un programa de reinserción de agresores sexuales que nació en Canadá en 1995 y, desde entonces, se ha aplicado con éxito en otros países, como los Estados Unidos, el Reino Unido, Holanda y Bélgica.

La Dirección General de Servicios Penitenciarios y el Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada (CEJFE) han sido los encargados de impulsar el plan reinserción en Cataluña, la única comunidad autónoma que ha puesto a prueba el proyecto, que en Canadá permitió reducir entre un 70 y un 80 % la probabilidad de reincidencia de los delincuentes sexuales.

Desde el pasado mes de noviembre, el Departamento de Justicia ha puesto en marcha el plan piloto de Cercles con tres reclusos condenados por delitos sexuales que han accedido al régimen abierto o a la libertad condicional y que en prisión habían finalizado con éxito tratamientos de rehabilitación.

Una vez en la calle, los internos cuentan con un círculo formado por entre cuatro o cinco voluntarios que le proporcionan apoyo emocional y material durante el proceso de integración social y que se reúnen con él periódicamente -en los inicios del plan cada semana- para acompañarle y, al mismo tiempo, garantizar el control social de su proceso de adaptación.

Durante el proceso, que dura un año y medio, los voluntarios -entre los que hay hombres y mujeres de distintos perfiles profesionales- permanecen en contacto con un coordinador al que avisan en caso de detectar una situación de riesgo, de forma que éste hace de puente con otros agentes e instituciones implicados en el proceso de reinserción: psicólogos, responsables penitenciarios, servicios sociales municipales o policías.

Dentro del círculo, que se basa en las máximas de que no haya más víctimas ni que existan secretos entre sus integrantes, el penado debe analizar los errores cometidos en el pasado y diseñar su propio plan para evitar recaídas, mientras los voluntarios tienen que ayudarle a superar las dificultades de adaptarse a la sociedad.

El perfil de recluso que se busca para el programa es el de una persona que haya superado los tratamientos de rehabilitación correspondientes en la cárcel y que presente un riesgo entre moderado y alto de reincidir -por sus antecedentes, no por sus circunstancias actuales-, además de una carencia de recursos sociales y personales.

El objetivo es que, a lo largo del año y medio, el voluntario vaya cediendo su papel a otras personas con las que el penado haya contactado mientras estaba en libertad. "La idea es que al final el círculo no sea necesario", ha explicado Carles Soler, autor del proyecto de investigación del CEJFE que ha desarrollado el programa.

Por su parte, Soler ha destacado el gran número de personas que se interesó por participar en el proyecto, más de un centenar, una cifra que ha sorprendido al Reino Unido y Holanda, países que coordinan el proyecto europeo, y ha afirmado que este plan piloto puede ser "el embrión para organizar muchos otros círculos".

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