El producto de belleza del futuro viene de las cabras

  • El aceite de argán de Marruecos está a punto de convertirse en el último avance de la cosmética mundial. Pero no comente que antiguamente se extraía de las heces de las cabras. Nadie intenta ocultar el papel que han tenido las cabras en la producción del aceite de argán hasta hace poco, pero los que se dedican al negocio procuran no darle publicidad al asunto.
Árbol de la nuez de argán (argania spinosa) en Marruecos
Árbol de la nuez de argán (argania spinosa) en Marruecos
lainformacion.com
Erik German | GlobalPost

(Essaouira, Marruecos). El aceite de argán se vende como un nuevo tratamiento para el cutis, capaz de reparar cualquier problema. Es un líquido de color ámbar que también sirve para ensaladas o comidas. La última cosa que los productores quieren que se sepa es que este exquisito producto pasó por el aparato digestivo de las cabras y fue evacuado en forma de heces.

"Todo el trabajo ahora se hace a mano", explica Naima Elattaoui mientras enseña a los visitantes las instalaciones de la cooperativa Tiguemine Argan. Aquí 25 personas se dedican a la producción del aceite, a unos pocos kilómetros de la costa atlántica de Marruecos. Se hace a mano, no con las cabras, aclara Elattaoui, de 28 años.

Casi el 90 por ciento del aceite de argán de Marruecos se exporta y está libre de la "participación" de las cabras. Con mucho cuidado, Elattaoui declara: antes las cabras se subían a los árboles retorcidos. Comían los frutos del argán y digerían la piel del fruto. Los animales defecaban los frutos ya pelados en el suelo. Las mujeres de la zona los recogían y después de tostarlos, los trituraban para convertirlos en aceite.

Pero esto es el pasado, afirma Elattaoui. Ahora la gente es la que pela los frutos. No se le puede criticar por insistir en contar la historia. Hay un negocio en juego.

El aceite de argán ha sido durante siglos un producto muy valioso –se aplica a los bebés, en el pelo y también en el cuscús- pero sólo recientemente se ha hecho conocido más allá de las fronteras de Marruecos. Ya sea por su sabor tostado o por el efecto reparador de la piel, los marroquíes indican que la demanda de aceite de argán ha aumentado considerablemente entre los sibaritas y la industria cosmética de Europa y Estados Unidos.

"Ha sido un gran éxito", explica Zoubida Charrouf, profesora de la Universidad Mohamed V de Rabat, que ha publicado análisis químicos de este aceite, rico en Omega 6 y vitamina E. "Sin la demanda internacional, no habríamos tenido este desarrollo".

En una década, la venta de argán se ha convertido en un negocio que mueve unos 29,7 millones de euros anuales, añade Charrouf. El número de cooperativas que lo producen ha pasado de tres en 1999 a más de 150 en la actualidad.

El precio también ha aumentado. Hace 15 años, se vendía a poco más de dos euros en el mercadillo local, explica Charrouf. Ahora, lo compres aquí o en una elegante tienda de Nueva York, un litro cuesta al menos 22 euros. "Al igual que el caviar, el argán es así de único", argumenta Charrouf.

Uno de los importadores en Estados Unidos es Eden Allure, una empresa del estado de Florida, que el año pasado registró un aumento de ventas de entre el 25 y el 50 por ciento, según James Moore, uno de los socios.Moore dice que no le sorprende el éxito y añade que su madre –nacida en Marruecos- lo usa desde que era niña. "Con 61 años, tiene un cabello y una piel espectaculares", afirma.

Algunas firmas cosméticas también están adentrándose en el negocio del aceite de argán. Kiehl ofrece productos desde 2006. "Alguien de Kiehl estuvo de vacaciones en Marruecos y vio que las mujeres allí lo vendían y lo usaban para el pelo y la piel", explica Roberta Weiss, ejecutiva del área de desarrollo de productos.

Las cremas, lociones y otros productos a base de argán se venden con tanto éxito que la empresa lanzará una línea de champú, acondicionador y algo llamado "Brisa de Argán" este año.

No es barato. Un aceite para el cuerpo, presentado como un producto "restaurador magnífico", cuesta 22 euros, lo que se traduce en 88 céntimos de euro por cada cucharadita de té del aceite. Los socios de Eden Allure –que afirman que su aceite es orgánico- cobran el doble.

Lo cierto es que el producto requiere mucho trabajo. Las mujeres de la cooperativa Tiguemine calculan que se necesitan 59 kilos de frutos del argán –equivalente a lo que dan dos árboles- para producir un litro de aceite. Y una mujer ha de pasar ocho horas diarias durante una semana en la tarea.

Las mujeres pelan los frutos, los abren con una piedra y retiran la semilla, del tamaño de una almendra. Para producir aceite para cocina, las semillas se tuestan en el fuego. Para cosméticos, proceden al siguiente paso que es machacar los frutos hasta convertirlos en una pasta que moldean en forma de terrones del tamaño de una naranja de la cual escurren a mano las gotas del valioso aceite.

Mostrar comentarios