No hay alimento más versátil, transversal a todas las culturas y milenario que el pan. Quizá nunca te lo habías propuesto, pero hacer pan en casa es mucho más sencillo de lo que puedas imaginar. Los ingredientes son también son básicos, de los de andar por casa: harina, agua, aceite, levadura... a los que se añade leche y semillas que, en esta receta, contribuyen a mejorar textura y sabor.
Sí hay que tener en cuenta, sin embargo, que el proceso es algo laborioso y los tiempos de reposo de la masa, que deben respetarse, son un tanto prolongados. Por lo demás, es una receta maravillosa para pasar una mañana o una tarde y el resultado siempre merece la pena. En esta ocasión hemos optado por hacer pequeños panecillos, salen unas ocho unidades, pero puedes decidirte por una pieza entera para, después, trocearla en rebanadas.
Los ingredientes para hacer pan casero son:
• 400 g de harina de fuerza
• 100 g de harina integral
• 150 ml de leche
• 150 ml de agua
• 25 g de azúcar moreno
• 15 g de sal
• 40 g de levadura fresca (o su equivalente en liofilizada, que se vende en sobres individuales de 25 g)
• 70 ml de aceite de oliva virgen
• Semillas de chía, sésamo o de otra clase (opcional)
En primer lugar, mezclamos los ingredientes secos en un bol: las harinas, la sal y el azúcar, a lo que añadiremos la levadura fresca desmenuzada a temperatura ambiente. Este detalle es importante: la levadura fresca debe conservarse en la parte menos fría de la nevera, donde pones la mantequilla o los huevos, por ejemplo, y antes de usarla hay sacarla con un poquito de antelación para que se atempere. Lo que no uses se puede congelar. Si empleas la alternativa de levadura liofilizada, el equivalente a un sobre de 25 gramos, puedes mezclarla directamente con la harina.
Después, añadimos los ingredientes húmedos, agua y leche, también a temperatura ambiente para no malograr el trabajo de la levadura. Cuando tengamos todo esto mezclado, añadimos el aceite.
Seguimos 'trabajando' la masa, primero con una cuchara de madera, hasta que podamos “meter las manos en la masa”. Poco a poco dejará de pegársenos a los dedos y se convertirá en una mezcla fácil de trabajar, lo que nos permitirá formar una bola. La dejamos reposar 45 minutos, tapada con un paño, en un sitio templado, a salvo de corrientes de aire.
Transcurrido ese tiempo, la masa habrá duplicado su volumen por efecto de la levadura. La sacamos con cuidado del bol a una superficie enharinada y la 'trabajamos' un poco para empezar a dar forma a nuestros panecillos.
Dividimos la masa en cuatro, ocho o las partes que queramos y hacemos bolitas. Las aplastamos un poco y hacemos cortes transversales para que se horneen bien. Una vez formados, tienen que reposar una vez más, media hora aproximadamente, para que vuelvan a duplicar su volumen.
Es el momento de añadir semillas por encima para dar a los panes un toque especial. La elección en mi caso fue chía pero puedes usar sésamo o semillas de amapola, por ejemplo.
Precalentamos a 200 grados, por arriba y por abajo, y horneamos unos 20 minutos aproximadamente.
Una vez listos, los panes se conservan perfectamente durante varios días. ¡A disfrutar!
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