Los 'ruteros' disfrutan de un baño en el cenote sagrado de Dzibilchaltún

  • Mérida (México).- Los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA disfrutaron hoy de un refrescante baño en el cenote de la ciudad de Dzibilchaltún, y experimentaron la sensación de sumergirse en un lugar sagrado en el que los antiguos mayas realizaban ofrendas y sacrificios a los dioses.

Mérida (México).- Los expedicionarios de la Ruta Quetzal BBVA disfrutaron hoy de un refrescante baño en el cenote de la ciudad de Dzibilchaltún, y experimentaron la sensación de sumergirse en un lugar sagrado en el que los antiguos mayas realizaban ofrendas y sacrificios a los dioses.

Envuelta en una espesa vegetación, Dzibilchaltún conserva el misterio de esos lugares a los que todavía no ha llegado el turismo y en sus recintos se puede disfrutar aún del canto de los pájaros y el sonido del aire al chocar con los árboles.

La ciudad llegó a tener catorce kilómetros cuadrados de extensión, excavados desde hace tiempo fundamentalmente por la Universidad de Tulane, en Nueva Orleans, por el "National Geografic" y después por el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INA).

Como en cada uno de los centros arqueológicos que la Ruta Quetzal está visitando durante estos días, su subdirector, Andrés Ciudad, explicó a los jóvenes expedicionarios las semejanzas y diferencias de Dzibilchaltún con respecto al resto de ciudades de la civilización maya del área mesoamericana.

"La arquitectura de Dzibilchaltún no es la misma, es mucho más tardía y por lo tanto no se encuentran las decoraciones en mosaico de piedra que se pudieron ver en Chichén Itzá o en Uxmal", indicó.

La ciudad "donde hay escritura sobre piedras planas", traducción de su nombre maya al castellano, conserva restos del periodo clásico tardío, final y postclásico fundamentalmente.

"Los españoles la reocuparon después y construyeron una capilla abierta, cubierta de piedra que deja el altar al aire, todo lo más que tuvo fue unos techumbres de material perecedero. Pero lo importante es que, las de ese tipo, fueron las primeras iglesias que se construyeron en el Yucatán", puntualizó Ciudad.

Las capillas de cielo abierto proliferaron al principio y después fueron sustituidas por iglesias, "pero fueron muy importantes porque estuvieron pintadas".

"La única manera de expresar al pueblo maya cual era la idea del Cristianismo, puesto que ellos no entendían a los frailes ni los conceptos cristianos, fue pintar, y con la pinturas, muchas veces elaboradas por artistas mayas, interpretaron el Evangelio", explicó el arqueólogo.

Así, los frescos de las capillas abiertas representaban jaguares, que para los religiosos eran sólo un animal, pero para los mayas era el más sagrado, al igual que el árbol de la Ceiba.

Pero el edificio más importante de Dzibilchaltún es el conocido como la "Casa de las siete Muñecas", "una construcción puramente astronómica", según Ciudad, muy importante "porque en los solsticios el sol pasa por sus puertas y atraviesa el edificio".

"Los calendarios mayas fueron desarrollados por las sociedades agrícolas precisamente para controlar el ciclo de la tierra. Ellos sabían cuándo tenían que plantar, no les importaba exactamente la fecha, pero tenían que santificar esos trabajos para tener fertilidad", dijo.

Los rituales realizados esos días tenían que ser "muy precisos" y se tenían que hacer en relación con la siembra, con la cosecha, con trabajos en el campo, con la limpieza, "todo tenía que estar pautado desde un punto de vista astronómico".

"Por eso los calendarios se desarrollaron apegados a la religión, que en realidad es lo que tenemos nosotros, días amparados por determinados tipos de santos con el objetivo de la producción, y mezclados con acontecimientos históricos o de profetas", señaló Ciudad.

Los mayas utilizaron dos calendarios, uno civil, el de 365 días, y uno ritual, de 13 días por 20.

"Los 13 son los niveles del cielo y los 20 son un número, porque el sistema matemático y aritmético maya es un sistema de base veinte, no decimal como el nuestro. Los dos calendarios se mezclaron y crearon un ciclo de 52 años, que es el siglo mesoamericano", dijo.

Con todos los datos anotados en sus cuadernos de Ruta, los expedicionarios recorrieron el camino blanco que les llevó hasta el cenote de Dzibilchaltún, una extensa cavidad inundada por la acumulación de agua subterránea, donde se bañaron por grupos rodeados de nenúfares.

La expedición abandonará este domingo la ciudad de Mérida y se alejará de la cultura maya para adentrarse en la biodiversidad de Las coloradas y Río Lagartos, donde podrán avistar tortugas marinas.

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