Hay ricos… y ricos de verdad. Hay gente que tiene solucionada la vida. Otros tienen solucionada la suya y la de su familia. Y otros, como, Warren Buffet, Bill Gates o Amancio Ortega, la suya, la de su familia y la de varias generaciones de descendientes. Zuckerberg, fundador de Facebook, ha decidido dedicar casi toda su fortuna a la filantropía. Y aquí surge la cuestión: ¿Cómo ayudar al prójimo cuando estás, literalmente, podrido de dinero? Hay unas formas más eficaces que otras.
La pobreza es, sobre todo, más un problema de mentalidad que de dinero. Hay fortunas que se esfuman a velocidades sorprendentes. E indigencias que desaparecen con una combinación de talento y trabajo.
Una mente despierta, cultivada y equilibrada produce más riqueza que otra aletargada o vacía. Para ello, hay que empezar por lo básico, y no, no es la educación, sino la comida.
¿Hay que dar peces o enseñar a pescar? Mejor lo segundo, pero antes de enseñar, hay que quitar el hambre.Nutrientes variados y agua limpia
La alimentación juega un papel fundamental en el desarrollo de la inteligencia. El cerebro no vive sólo de ideas. Necesita nutrientes básicos. Y variados.
Se habla mucho de la desnutrición y poco de la malnutrición. Hay millones de personas pobres que, con más o menos frecuencia, pueden comer todos los días. Pero siempre lo mismo: frijoles, maíz, mijo... o cualquier otro tipo de alimento básico. Además, beben agua contaminada, una causa simple y terrible de miles de muertes cada año en el mundo, sobre todo de niños.
¿Qué filantropía más útil que alimentar bien a la gente y limpiar el agua que usan para operaciones básicas?
Una vez lleno el estómago de alimentos sanos y equilibrados, y libre de porquería, hay que cuidar el cuerpo.
La asistencia sanitaria tiene mucho más de preventivo que de curativo. No hace falta explicar la rapidez de propagación de las enfermedades como SIDA o el ébola, y otras muchas menos conocidas.
Gastar en salud es invertir en futuro. Parece un eslogan publicitario pero no lo es. Sobre todo en países subdesarrollados.
Y después de estas dos operaciones básicas, alimentación y sanidad, llega otra esencial: educación, educación y educación.
Repito: la pobreza es, sobre todo, un estado mental. Un estado del que se puede salir usando lo más valioso que tiene el ser humano, amén de su dignidad intrínseca: la inteligencia. Entrenarla es, después de alimentarla y cuidar el cuerpo, el servicio más eficaz que un buen filántropo puede prestar a la Humanidad.
Sigue @martinalgarra
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