Casa Rafa abrió en 1958, muy cerca del Parque del Retiro, cuando la zona aún ni siquiera imaginaba con albergar entre sus calles, las mejores tabernas de Madrid. En aquella época los hermanos Rafael Y Rodrigo abrieron este pequeño establecimiento que fue granjeandose una merecida fama por la excelente calidad de la materia prima que servían para acompañar los vinos. Enseguida el marisco comenzó a ser su principal reclamo y hoy, sesenta años después, Miguel Ángel y Rafa, siguen al frente del negocio y lo mantienen como uno de esos sitios en los que la cocina es siempre infalible.
Rafa, es uno de esos sitios a los que nos gustaría ir más frecuentemente pero es cierto que precisamente porque el producto que trabajan es sobresaliente y su cocina es más que notable, es difícil controlarse y uno se va animando y al final la dolorosa aprieta el bolsillo. La barra es una de las mejores opciones y desde ella se puede probar muchos de sus mejores platos. El salpicón de marisco (28€), elaborado con bogavante, es probablemente el mejor de Madrid junto con el de Matritum. Si los ibéricos son excelentes, la media ración de queso curado es una gran opción (8€).
Para una cena rápida, acodado en la barra, hay que probar la ensaladilla rusa, que es un imprescindible que debe solicitarse en toda comanda. Los montaditos de merluza a la romana y el de solomillo son dos bocados sencillos, pero que la inmensa calidad de sus materias primas, realzan cada mordisco. Y si al final se anima y quiere probar algo más y aún queda hueco, pida el arroz con costilla de ternera y tuétano (16€), le sorprenderá la marcada intensidad del plato.
Si en sala se repiten mucho de los platos que se pueden probar en barra, hay muchos otros que se sirven exclusivamente en el comedor. La sopa de pescado y marisco (17€) es una de las mejores junto con la de Cul de Sac en Pozuelo. El steak tartare (22€) con patatas fritas cortado a cuchillo gradúa su intensidad con arreglo a los gustos de cada comensal. La media de albondigas de ternera blanca es un guiso a fuego lento en el que la carne se ha compactado correctamente, resultando no sólo sabrosa si no perfecta de textura.
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