Para obtener rentabilidad

¿Cuáles son las mejores acciones para empezar a invertir en bolsa?

Las acciones representan el valor de una parte del capital social de la empresa y los propietarios de una acción pasan a ser socios con derechos en esa compañía.

Valores del Ibex 35 en el Palacio de la Bolsa de Madrid.
Valores del Ibex 35 en el Palacio de la Bolsa de Madrid.
Europa Press

La inversión en bolsa es una forma de obtener rentabilidad de los ahorros. Se trata de un mercado que pone en común a inversores y empresas que necesitan financiación. Las acciones son el producto de inversión que se negocia que más se conoce. En concreto, representan el valor de una parte del capital social de la empresa y los propietarios de una acción pasan a ser socios con derechos en esa compañía.

En el mercado se negocia el valor de la acción -se denomina cotización- que varía y se determina en función de la ley de la oferta y la demanda. La CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores de España) destaca, entre otros factores que influyen, " las expectativas sobre el beneficio futuro de la sociedad y su tasa de crecimiento, las expectativas sobre la evolución económica del sector o del país, los tipos de interés y la confianza de los inversores".

Existen multitud de empresas –de diferentes lugares, sectores o tamaños- y elegir entre todas puede ser una decisión difícil. Al realizar una inversión, entre objetivos, se busca obtener una rentabilidad, que se puede obtener a partir de las plusvalías o de los dividendos repartidos. Ambos factores pueden ser un punto de partida para elegir qué acciones comprar por primera vez.

Plusvalías o dividendos

En primer lugar, se podrán obtener plusvalías generadas por la evolución de la cotización en el mercado –la diferencia entre el precio de compra y el de venta-. No obstante, también se pueden generar minusvalías. Es decir, perder dinero porque el precio al que se vende la acción es inferior al de compra. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que en bolsa las plusvalías o minusvalías solo serán efectivas cuando se ejecuta la venta de la acción. Hasta entonces, la cotización puede subir o bajar, pero las pérdidas o ganancias solo serán latentes.

Sobre esta cuestión, la CNMV advierte que "el principal riesgo de la renta variable es la incertidumbre sobre sus rendimientos". Es decir, el valor de las acciones puede subir o bajar con respecto a su valor de adquisición y es posible no conseguir la rentabilidad esperada e incluso perder la totalidad de la inversión. Además, el regulador financiero apunta que "el pasado no es ninguna garantía de rentabilidad futura y esta clasificación, muy general, es solo una de las clasificaciones posibles".

El rendimiento de las acciones, además, también puede venir del reparto de dividendos entre los accionistas o entrega de acciones gratuitas. Los accionistas adquieren ciertos derechos económicos, entre otros el derecho al dividendo. Forma parte de la estrategia de retribución al accionista que determina el Consejo de Administración de cada empresa. Algunas empresas tienen una política de retribución fija, mientras que otros deciden cada año y en función de sus beneficios anuales.

Perfil del inversor

Además, a la hora de saber qué acciones serán las mejores para invertir, la CNMV apuesta por invertir dinero, en primer lugar, comprendiendo "las características y riesgos de la operación". Para ello, un punto de partida es determinar el perfil del inversor. Así, hay que tener en cuenta la situación financiera del inversor y los objetivos financieros. Es decir, el interés que se pretende obtener y en cuanto tiempo.

El plazo de tiempo que se puede mantener la inversión es lo que se conoce como horizonte temporal y cuanto más largo sea, más riesgo se podrá asumir y, por tanto, las rentabilidades serán mayores. "No inviertas dinero que puedas necesitar a corto plazo", apuntan desde la CNMV. Y, además, hay que analizar el riesgo, el nivel que está dispuesto a asumir el inversor. Además de su apetencia o aversión al riesgo, cada inversor debe reflexionar sobre la compatibilidad de ese nivel de riesgo con su situación financiera y con su capacidad para asumir pérdidas si estas se producen. Esto dependerá de su capacidad financiera.

También afecta la "disposición psicológica" a asumir pérdidas. "No todo el mundo se siente cómodo con la posibilidad de perder parte de sus ahorros, aunque tengan capacidad financiera para soportar las pérdidas. Los inversores con mucha aversión al riesgo pueden sentir pánico durante los reveses momentáneos del mercado y vender cuando no sea el momento adecuado", apunta el regulador financiero. Una vez claro cuál es el perfil para invertir, la elección tampoco debe estar condicionada por las rentabilidades pasadas: "no es ninguna garantía de rentabilidad futura".

Mostrar comentarios