Ejecutan en China al aldeano que sufrió la expropiación de su hogar y movilizó las redes sociales

Jia Jinglong (Weibo).
Jia Jinglong (Weibo).
L.I.
L.I.

Jia Jinglong, el ciudadano chino de 30 años que había asesinado al alcalde de su aldea rural después de una expropiación forzosa que arruinó su vida, finalmente ha sido ejecutado en China. Cientos de ciudadanos del país asiático, quienes se habían movilizado en Internet para intentar que no se consume la pena a muerte del joven, han quedado estupefactos ante la noticia.

Según ha informado en un comunicado el Tribunal Intermedio de Shijiazhuang, encargado del caso, Jinglong murió a primeras horas de este martes. Célebres profesionales del Derecho también se habían manifestado en las redes sociales contra la drástica medida, pero finalmente no pudieron hacer nada para evitarla.

En China se desarrolla en la actualidad un proceso de urbanización vertiginoso, que afecta a innumerables áreas rurales, las cuales son expropiadas a la fuerza. Así nació este caso, cuando el Ayuntamiento de Beigaoying (la aldea donde residía Jia) decidió expropiar los terrenos que eran de su propiedad, y también derribar de manera urgente su vivienda.

Esa expropiación, como en centenares de casos, no contó ni con la compensación económica adecuada ni con los recursos legales necesarios. Pero nada importó a las autoridades comunales locales. Por este motivo, no es casualidad que las expropiaciones sean, hoy por hoy, una de las principales causas de protestas callejeras en China.

Jia Jinglong demandó a He Jianhua, alcalde de su aldea, pero después de dos años de disputas jurídicas y una batalla legal perdida (en un proceso que incluyó la ruptura con su prometida) decidió tomar una drástica decisión. El pasado año asesinó al hombre con una pistola de clavos rudimentaria.

Pronto miles de ciudadanos chinos se identificaron con la ira del joven, y hasta algunos medios nacionales trataron el caso con cierta 'comprensión' hacia la actitud del muchacho, que en definitiva se erigió en un símbolo de la injusticia del sistema, de la arbitrariedad judicial y de la lucha contra la pena de muerte en ese país.

Los abogados de su defensa alegaron que Jia Jinglong actuó preso de un estado emocional violento. El atenuante que presentaron como recurso jurídico también se sostenía en que el asiático había reaccionado de manera intempestiva tras haber sido también víctima de violencia. Dijeron además que no había perjudicado a personas inocentes.

Pero nada dio resultado. El joven fue detenido y condenado a la pena de muerte. China es el país del mundo que concreta más ejecuciones al año en el planeta. Mientras estuvo preso, miles de compatriotas del joven le manifestaron su apoyo en Internet y suplicaron clemencia. Sin embargo, según un despacho de la agencia estatal Xinhua, Jia fue ejecutado tras una última reunión con sus familiares, "como estipula la ley".

El régimen chino incrementó el pasado año su persecución contra los defensores de los derechos humanos en ese país. Varios abogados fueron detenidos y aún permanecen arrestados, sin fecha prevista para sus juicios.

Tanto Amnistía Internacional como otras entidades defensoras de los derechos humanos sostienen que, con el caso de Jia Jinglong, el Gobierno chino ha querido aleccionar a otros cientos de ciudadanos para que no intenten adoptar justicia por mano propia ni realicen eventuales ataques similares en el futuro contra funcionarios, en situaciones parecidas a la del joven muerto.

También han considerado que el Gobierno chino, al estar muy preocupado por la presión de los profesionales legales en Internet, ha querido enviar un mensaje inequívoco a la sociedad, para que éstos detengan sus campañas y acciones virtuales.

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