A la caza de las mujeres iraníes que "no visten con modestia"

  • Las autoridades iraníes aplican normas más estrictas para obligar a las mujeres a ponerse el hiyab, mientras que ellas cada vez se acercan más a los valores estéticos de las sociedades occidentales: maquillaje, operaciones de cirugía estética...
Iran GlobalPost Correspondent

Una noche de primavera hace cinco años, millones de iraníes sintonizaron la televisión nacional y vieron a Mahmoud Ahmadineyad, un candidato presidencial poco conocido, hablar sobre un tema delicado: la manera de vestir de la gente.

“¿Es realmente el único problema que afronta nuestro país hoy, la manera en que visten nuestros jóvenes?”, preguntaba. “Les gusta llevar el pelo del modo que lo hacen. No es ni asunto mío ni tuyo. Tenemos asuntos mucho más importantes de los que preocuparnos. ¿Por qué subestimar a nuestra gente?”.

Eran palabras que muchos iraníes habían estado esperando escuchar de una autoridad iraní durante años. Pero siguen siendo tan solo eso: palabras. En Irán, las mujeres están obligadas por ley a cubrir su cuerpo y pelo en público, aunque eso no impide que muchas mujeres, especialmente las más jóvenes, desafíen a las autoridades conservadoras del país utilizando pañuelos sueltos en la cabeza, ropa apretada y maquillaje.

Desde aquel discurso rotundo de Ahmadineyad el gobierno ha impuesto normas aún más estrictas sobre el modo en que visten las mujeres, y ocasionalmente ha desplegado la denominada policía de la moralidad para aplicarlas.

Sin embargo, tal y como demostraron los disturbios civiles post electorales del verano pasado, el poder de las autoridades para controlar el modo en que visten las personas depende mucho de los eventos. Durante las masivas protestas callejeras que siguieron a las disputadas elecciones presidenciales de 2009, las autoridades admitieron que gastar recursos en “moralidad” no era la prioridad.

“Si en los últimos meses hemos sido un poquito más permisivos con el tema del hiyab es porque queremos aplastar a los que crean problemas. Pero ahora, el tema del ‘mal hiyab’ ha ido demasiado lejos”, dijo recientemente Mohammad Taghi Rahbar, líder del sector del clero en el parlamento iraní, a un medio digital de Teherán.

Otras autoridades también están hablando sobre medidas nuevas y más duras para combatir el “mal hiyab”. En mayo, Mohammad Najjar, ministro del Interior, anunció una redada nacional sobre la vestimenta inmodesta. Y en un discurso que acaparó titulares en todo el mundo en abril, el líder en funciones del rezo de los viernes, Hojatoleslam Kazem Sedighi, predijo un futuro apocalíptico al país debido a las mujeres promiscuas y la apariencia poco adecuada.

“Las mujeres que no se visten con modestia… hacen que los hombres jóvenes se descarríen, corrompen su castidad y extienden el adulterio en la sociedad, lo que aumenta los terremotos”, dijo. “¿Qué podemos hacer para evitar ser enterrados para los escombros? No hay otra solución que refugiarnos en la religión y adaptar nuestras vidas a los códigos morales del islam”.

El líder supremo, el ayatolá Jamenei, también ha tomado parte, ordenando a la policía de la moralidad tomar medidas inmediatas en el asunto del hiyab, que según él se encuentra en un estado poco satisfactorio.

Una artista iraní de 25 años, Saghar Daeeri, está tan familiarizada con las normas del hiyab que lo ha convertido en el tema central de su arte. “Mis pinturas son el reflejo de lo que veo en Teherán cada día”, dice. “Cada día camino por la ciudad, voy a los cafés y a los centros comerciales y observo a la gente a mi alrededor. Lo que veo es a mujeres luchando por subirse a la modernidad en una ciudad que todavía está profundamente vinculada a sus raíces tradicionales y religiosas”.

De hecho, las mujeres jóvenes en las pinturas de Daeeri están tan centradas en ser “modernas” que llegan a ser caricaturas exageradas, casi grotescas. Tienen el pelo rubio, uñas postizas, cejas delineadas, tiritas que cubren cirugías plásticas y están recubiertas de accesorios llamativos. Llevan vestidos escotados que sólo pueden enseñar en fiestas privadas; hablan por teléfono móvil, comen helado y maíz mexicano, una combinación de maíz, mantequilla, especias y zumo de lima que es muy popular en los centros comerciales de Teherán.

“Mis pinturas muestran la realidad de la sociedad de Teherán”, asegura. “En Teherán hay una idea sobre lo que es la belleza y las mujeres lo siguen religiosamente, sea cual sea su clase social”.

Irán es el séptimo país del mundo en consumo de cosméticos, según un estudio de mercado publicado por la empresa Tose’e Mohandesi Bazargostran Ati. Las iraníes gastan anualmente 2.100 millones de dólares en productos de belleza, lo que representa el 29 por ciento de todo lo que se consume en Oriente Medio. Es más, Irán es reconocida internacionalmente como una de las ciudades con más demanda de cirugía en la nariz.

“La obsesión por el atractivo físico existe en Irán porque hay muchos límites preestablecidos”, asegura Daeeri. “Las mujeres en Irán están constantemente chismeando de lo que está bien y lo que no. Lo que las generaciones anteriores consideraban líneas rojas se han convertido en el punto de partida para la siguiente. Eso es normal. Pero debido a ciertas restricciones esto ha causado un choque es evidente en mis pinturas”, dijo.

Las reacciones a las pinturas de Daeeri en Irán son mixtas, afirma. Algunas personas las ven como “modernas” y “chic”, mientras que otras reaccionan mal ante un “reflejo cómico de ellas mismas”.

Daeeri cree que más restricciones añadirían más intensidad a los problemas de una sociedad que ya está repleta de paradojas.

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