Activistas a favor de la pena de muerte

  • Hay ciertas imágenes que pueden cambiar opiniones o reafirmar posiciones. Algo así sucedió en el juicio del caso 'Hsichih Three', en el que tres hombres fueron ejecutados y horas después fueron declarados inocentes. Pese a estos casos, muchos taiwaneses siguen apoyando la pena de muerte.
Pese a estos casos, muchos taiwaneses siguen apoyando la pena de muerte.
Pese a estos casos, muchos taiwaneses siguen apoyando la pena de muerte.
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Jonathan Adams, Taipéi (Taiwán) | GlobalPost

(Este debate sobre la pena de muerte en Asia es continuación del artículo publicado ayer en lainformacion.com)

Los fiscales vestidos de negro y púrpura bostezaban, incluso dormitaban durante muchas de las sesiones del Tribunal Supremo.

Pero durante todo el juicio, un hombre de 60 años de edad, casi calvo, con gafas de marco rojo y chaqueta sencilla, escuchó con atención desde la primera fila situada detrás de ellos. Se trataba de Wu Tang-jie, el hermano mayor de la víctima masculina.

En una entrevista que tuvo lugar el pasado mes de junio en la oficina de su abogado en Taipei, Wu explicó que había acudido a todas las sesiones que había podido durante los 19 años que se había dilatado el caso. Un abogado de la prisión de Taipei utilizó sus días de vacaciones para representar a la familia en el tribunal.

Insistió en que todas las evidencias apuntaban "obviamente" a la culpabilidad del Trío Hsichih.

¿Cómo podía una única persona haber inflingido tanto daño? ¿Cómo podían los hijos de las víctimas, de 7 y 8 años de edad seguir durmiendo en medio del horror a no ser que dos o más asaltantes cubrieran las bocas de las víctimas para acallar sus gritos?

En medio de la entrevista, Wu sacó de una carpeta dos fotos grandes, a doble cara, y las puso encima de la mesa. Un color rojo estridente era lo primero que saltaba a la vista. A continuación una mirada más pausada: una cabeza mutilada y un pelo ensangrentado, en un espectáculo dantesco visto de cerca. Era el hermano de Wu y la esposa de su hermano, ambos de 37 años en el momento de la muerte, en fotografías tomadas por la policía en la escena del crimen.

"Si la gente que se opone a la pena de muerte pudiera ver estas fotos, creo que cambiaría de opinión", murmuró en voz baja. "La gente que quiere que se derogue la pena de muerte no tiene familiares que han sido asesinados de esta manera, por eso no tienen compasión".

"Nadie puede conocer los sentimientos que experimentaron las víctimas antes de morir", comentó mirando detenidamente las fotos. "Nadie puede escribir sobre eso".

Wu explicó que él pensaba que la pena de muerte podía disuadir de cometer graves crímenes. "Antes de cometer el crimen, piensas que podrías acabar condenado a muerte", dijo. "Si no hay pena de muerte, la gente hará lo le de la gana".

También comentó que debería haber una ley que dedicara una mayor atención a las familias de las víctimas, destacando que los dos hijos de la pareja asesinada no habían tenido "ninguna ayuda".

Se mostraba apesadumbrado al ver que el Trío Hsichih se había convertido en una causa célebre para los grupos pro derechos humanos y para los grupos contra la pena de muerte, mientras que su familia había carecido de apoyo.

"Pensamos que somos una minoría –nadie se preocupa por nosotros", dijo.

"Todo el mundo habla de la gente que sigue viva", añadió. "Pero ¿quién se preocupa de los derechos de los muertos? Mi hermano y su esposa nunca volverán a la vida. La ley debería darles justicia.

Una ola de compasión.

A finales de marzo, se celebró una vigilia con velas para mostrar la solidaridad con los familiares de crímenes atroces como el de Wu. Fue también una ocasión para reprobar la actitud del ministro de justicia, que había prometido no ejecutar a nadie más durante su mandato (más tarde el ministro reculó debido a la reacción popular). Uno de los organizadores de la vigilia era Chu Hsueh-heng, de 35 años.

Chu empezó a interesarse en la pena de muerte mientras trabajaba en un proyecto de investigación encargado por el gobierno que pretendía realizar encuestas on-line sobre temas sociales. Empezó a contactar con las familias de las víctimas, buscando en los archivos e investigando el tema.

Explicó que el movimiento contra la pena de muerte tiene buenas intenciones y que fue "valiente" al mostrar su oposición a las ejecuciones políticas que tuvieron lugar durante los últimos días de la ley marcial (1949-1987). Los esfuerzos de la sociedad civil al final dieron sus frutos: Taiwán pago cerca de 650 millones de dólares en compensaciones por más de 7.000 veredictos equivocados durante la era marcial, incluyendo unas 900 ejecuciones, según los datos de la Fundación de Educación Humanística de Taiwán.

Pero los activistas han llegado demasiado lejos, destacó Chu. "En los últimos tres a cinco años, la mayoría de la gente que están defendiendo no es inocente". También destacó que los activistas y el gobierno deberían hacer un esfuerzo por brindar ayuda y apoyo legal a las familias de las víctimas.

Y aún peor, acusó al gobierno de mantener en la oscuridad a las familias de las víctimas, empezando una moratoria de facto sobre la pena de muerte sin que haya habido un debate público sobre el tema. Chu calificó esa política como "inmoral".

"El gobierno ha estado haciendo cosas a nuestras espaldas", declaró Chu. "Están utilizando una laguna jurídica para demorar el proceso y se lo ocultan a la opinión pública".

Las familias de las víctimas "pensábamos que recibiríamos apoyo", destacó Chu. "Pero nuestro gobierno no hizo bien el trabajo, así que nos sentimos estafados".

"La mayoría de las familias de las víctimas apoyan la pena de muerte", resaltó. "Quizás no está bien desde el punto de vista de la moralidad. Pero es así como lo sentimos. Casos inacabables sin visos de resolución como el del Trío Hsichih fueron "como una tortura" para los familiares de las víctimas, dice Chu, y ellos "quieren parar la tortura".

"¿Dónde está la justicia que la sociedad me prometió?, se preguntan. "Cuando la consiga, entonces será cuando pueda empezar a dormir para las noches y cuando pueda empezar a olvidar. Entonces podré empezar a perdonar".

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