África está peor que al final de la era colonial

  • Quienes conocen bien el continente africano coinciden en que la explotación que sufren ahora los países al sur del Sáhara es peor que en la época de la colonización. Este año, 17 países africanos celebran el 50 aniversario de su independencia, pero la fiesta se ve empañada por la corrupción y los abusos.

María Torrens Tillack/ Gráfico: Carlos Gámez

El africanista Ricardo Martínez no muestra ni un atisbo de duda al asegurar que la explotación en el África subsahariana es mayor ahora que hace medio siglo, cuando se produjo el boom de las independencias africanas. Antes de 1960, sólo Ghana y Guinea habían conseguido alcanzar la descolonización.

"África está sufriendo una mayor sangría de recursos que hace 50 años, unos recursos de los que nos estamos beneficiando. La ayuda humanitaria [que llega del extranjero] es menos de la mitad de lo que les quitamos", admite Martínez, director del organismo dependiente del ministerio de Exteriores y Cooperación Internacional Casa África.

Por su parte, Julio Martín-Sacristán, director de la Fundación Sur creada por los Misioneros de África, suscribe la gravedad de la situación. Asegura que "la población local no vive mejor; se está empobreciendo, porque ha habido un gran movimiento de la zona rural a la urbana" en busca de un trabajo que la mayoría no encuentra.

"La pobreza extrema ha dejado de ser un fenómeno propio de las economías asiáticas, como lo era hace treinta años, para concentrarse en el continente africano, donde la mayor parte de los indicadores muestra tendencias regresivas", indica además Intermón Oxfamen un informe de 2006.

La industria entorno a la riqueza en recursos naturales de gran parte de estos países –petróleo, diamantes, oro, piedras preciosas, etc.- contribuyen a una renta per cápita mayor que hace cinco décadas según Martín-Sacristán, pero la mayor parte de la población no percibe ninguno de sus beneficios.

Corrupción en las ex colonias

"La corrupción no es ni más ni menos de la que tenemos en Europa", asegura el director de Casa África, organismo dependiente del ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación español.

Sin embargo, los datos apuntan a una tasa de corrupción notablemente mayor en el continente africano, también en Ghana. Según el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International ninguno de los 17 estados que este año celebran sus 50 años de independencia se acercan al aprobado y sólo Botsuana –país independizado más tarde- obtiene un 5,6 cerca del 6,1 español (nuestro país se encuentra a la cola de Europa).

Burkina Faso es el menos corrupto de los 17, con un 3,6 que le han concedido los expertos consultados por esta organización independiente, mientras que el que peor parado sale es la despedazada Somalia con un 1,9, situándose en el último puesto de una lista de más de 180 países.

"Los dirigentes son corruptos porque alguien les corrompe", subraya Martín-Sacristán. Aunque no le quiere restar responsabilidad a los propios gobiernos africanos, asegura que las compañías y los propios gobiernos extranjeros "a diferentes niveles" se aprovechan de las necesidades africanas.

"Para conseguir su derecho de extracción mineral, las compañías internacionales compran a los dirigentes. Les sale mucho más barato: les pagan lo que les tengan que pagar y ya tienen todo el negocio", asegura el misionero y experto africanista. "En los últimos 50 años ha habido unos continuos derrames de petróleo en el delta de Nigeria con una polución increíble, pero como las compañías petrolíferas dan dinero al propio gobierno y a los militares y les corrompen".

Ayudas con pros y contras

España tiene en marcha el llamado Plan África desde el año 2006 (ahora en su segunda etapa con objetivos hasta 2012), con tres líneas principales de actuación: la lucha por el respeto a los derechos humanos y la democracia, la igualdad entre hombres y mujeres y la contribución a la sostenibilidad en la lucha contra el cambio climático.

El Plan África incluye acuerdos para regular los flujos migratorios de los africanos a Europa y "crear empleo para evitar las migraciones forzosas", asegura el director de Casa África.

Pero Martín-Sacristán se muestra muy crítico con estas medidas. "La Unión Europea está pagando a Marruecos, Senegal, Mauritania, etc. para que pongan unas leyes muy duras y controlen la migración de los africanos de forma que no lleguen a nuestras fronteras".

El director de la Fundación Sur tampoco está convencido de las ayudas de la cooperación española para la formación de las fuerzas de seguridad en países como Senegal o Guinea Ecuatorial. "Les estamos formando para que sean más eficientes, pero estos países no son democráticos. Estamos ayudando a los dictadores formando un mecanismo mucho más represor que puede oprimir los movimientos sociales", asegura.

Ricardo Martínez no está de acuerdo y habla de los avances hacia la igualdad de la mujer en el continente africano. "La mujer es el potencial más importante en África. Saca adelante a la familia, a la comunidad y, en la medida que les dejan, contribuyen al tejido económico", afirma. "Posiblemente al ser las primeras víctimas de la miseria, de la violación como arma de guerra y mutilación como fórmula de sometimiento, se hacen extremadamente fuertes y son las que más alta lleva la cabeza".

No todo es malo

A pesar de todo, la independencia de los 17 países africanos que este año celebran medio siglo de vida también ha traído más libertad y derechos, al menos sobre el papel.

"El año 60 representa el gran salto hacia adelante hacia la descolonización de África. A finales de ese año la ONU aprueba la carta magna de la descolonización que establece el derecho a la autodeterminación, un cambio muy importante", explica Ricardo Martínez.

Por otra parte, en los últimos años la cooperación internacional ha pasado de proporcionar recursos de forma unidireccional a ayudar a la no dependencia de los africanos fomentando una contraparte local en los proyectos humanitarios.

"Esto está generando un movimiento africano de asociación social con una visión más crítica de sus propios gobiernos y las multinacionales", afirma Julio Martín-Sacristán. "La sociedad civil, los propios africanos están tomando las riendas de su propio futuro", concluye esperanzado.

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