¿Alguien sabe el nombre del presidente de Corea del Sur?

  • Estos días se habla mucho de Seúl, Pyongyang y las dos Coreas. Pero, ¿podrías poner cara o darle nombre al que es presidente de Corea del Sur desde 2008 y una de las personas en cuyas manos está asegurar la paz en el Pacífico?

Lee Myung-bak preside Corea del Sur desde febrero de 2008. Pero pocos en Occidente saben cómo se llama y seguramente te sorprenderá saber que fue patrón del gigante coreano Hyundai antes de llegar a la Casa Azul, la sede de la presidencia surcoreana.

Representa al clásico caso de alguien que llega a lo más alto desde la nada. Nació en Osaka el 19 de diciembre de 1941, solo doce días después de que el país nipón entrase de lleno en la Segunda Guerra Mundial con su ataque a Pearl Harbor (la base de EEUU en el Pacífico que inspiró una película protagonizada por Ben Affleck). Sus padres eran ganaderos que habían emigrado a Japón cuando Corea aún era colonia del primero.

Origen humilde

Al acabar la guerra, la familia de Lee Myung-bak volvió a la península coreana, pero en el camino su barco naufragó y perdieron todo lo que tenían. El padre se dedicó a la agricultura y su madre a la venta callejera. Tenían siete hijos que mantener.

Lee consiguió estudiar en la Universidad gracias a sus buenas notas y al trabajo de barrendero que mantuvo en paralelo a su carrera de Administración de Empresas. Le detuvieron por liderar protestas estudiantiles contra el Gobierno autoritario.

'La pobreza crónica que persiguió a mi familia nunca desapareció hasta que cumplí los veinte años', rememora Lee en su biografía oficial.

De jefe máximo en Hyundai
a alcalde de Seúl

Pero la suerte se puso de su lado y nada más licenciarse empezó a trabajar en Hyundai. Su carrera fue de las que llaman 'meteóricas'. En solo cinco años se había convertido en uno de los directivos de la empresa en su sector de construcción. A sus 35 años ya fue designado Director Ejecutivo de Hyundai, líder en la República de Corea. Desde este cargo llegó a codearse con mandatarios asiáticos, incluido Mijail Gorbachov.

Pasó prácticamente tres décadas en Hyundai y de allí dio el salto directamente a la política. Empezó como diputado por el Partido Demócrata Libre en 1992 y diez años después fue elegido alcalde de Seúl (2002-2006), la capital surcoreana. Desarrolló un Plan de Recuperación del Arroyo Cheonggyecheon al estilo de Alberto Ruiz-Gallardón con el Manzanares en Madrid, críticas buenas y malas incluidas. También impulsó el transporte público y redujo significativamente la deuda de la ciudad. La revista Time le calificó de 'héroe del medio ambiente' en 2007, en una lista que publica todos los años.

Presidente rico a lo Robin Hood

No quiso repetir y en vez de presentarse a una segunda legislatura en la capital, aprovechó su buena fama y se dedicó a prepararse para la campaña presidencial. En febrero de 2008 ganó las primeras elecciones presidenciales a las que se presentó como líder de un partido conservador, venciendo con amplio margen a los progresistas que estaban en el poder.

Su fortuna declarada en aquel entonces era de unos 20 millones de euros, aunque dijo que lo donaría todo excepto su casa. Y cumplió la promesa: en julio de 2009 entregó el 80 por ciento de su dinero a la beneficiencia.

Mano dura con Pyongyang

También prometió estrechar lazos con EEUU y una línea más dura con Corea del Norte, a la política de acercamiento por la que se habían decantado sus predecesores. Y eso que el Gobierno anterior había logrado firmar un acuerdo de 'paz permanente' después de más de medio siglo de desencuentros.

Lee Myung-bak opinaba que la ayuda económica internacional a Pyongyang debería ir condicionada al abandono del programa nuclear e incluso ofreció invertir millones de euros en su archienemigo si éste abandona el programa nuclear. Se refería especialmente a su propio país, pues el Ejecutivo anterior sí proporcionaba ayudas a su vecino del Norte.

El primer objetivo parece más o menos cumplido: las últimas sanciones de EEUU sobre el régimen de Kim Jong-il siguen la línea de Lee Myung-bak. Pero el segundo objetivo está lejos de cumplirse, con la dictadura del Norte haciendo demostraciones de fuerza también nuclear al dar a conocer un complejo secreto de enriquecimiento de uranio.

Lo que sí que ha hecho Lee ha sido recortar las relaciones comerciales con Pyongyang después de ataques norcoreanos como el del buque Cheonán en marzo de este año. La política más férrea de este presidente surcoreano se ha vuelto a demostrar tras el último ataque de Pyongyang.

Lee Myung-bak ha aceptado la dimisión de su ministro de Defensa porque muchos consideraban que su respuesta a la crisis era demasiado suave y ha modificado su estrategia en el Mar Amarillo: quiere incrementar su potencial militar frente a su costa occidental, con lo que pone fin a su plan actual para reducir las tropas en esas aguas. Aún así, lo primero que hizo fue tratar de calmar los ánimos. No le interesa ir a la guerra.

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