Bombas contra los “felices hippies” de Irlanda

  • Varios ataques incendiarios en los últimos meses contra tiendas como la de “Happy Hippy” ("Hippy feliz"), que vende drogas legales, ha puesto en la calle y en el Ejecutivo el debate sobre la comercialización de estos narcóticos. El Gobierno irlandés se está planteando prohibir este tipo de establecimientos, actualmente con bastante presencia en el país.
Conor O'Clery | GlobalPost

(Dublín, Irlanda). Todo comenzó con una explosión que destruyó la tienda Nirvana en la calle Capel de la capital irlandesa, el 12 de febrero. Cinco días después, un cóctel Molotov iba a parar contra la tienda Happy Hippy (Hippy feliz) en la calle North Frederick. Desde entonces, otros siete comercios con nombres igual de exóticos han sido objeto de ataques con bombas incendiarias en diferentes lugares de Irlanda.

El más reciente ha sido el Magic Bus Stop, en Dundalk, el 15 de abril. Son los llamados “head shops”, tiendas que venden drogas legales y toda la parafernalia que va con ellas. En Irlanda, existen unos 70 comercios de este tipo y resulta evidente que hay alguna organización o grupo de ciudadanos que los quiere hacer desaparecer.

Sus productos se han convertido en una especie de obsesión entre los jóvenes irlandeses de clase media. Y son un negocio lucrativo en una época en que la recesión golpea duramente al país.

Hace unos días, una canal de televisión realizó una grabación durante dos horas frente a una de estas tiendas: 400 jóvenes esperaban para comprar por unos 30 euros drogas con nombres como Snow Blow ("golpe de nieve") o Wild Cat ("gato salvaje"). Estas sustancias a menudo contienen mefedrona, un compuesto químico en polvo que parece cocaína y que es absolutamente legal en Irlanda.

Tony Quilter, jefe del escuadrón antinarcóticos de la Policía irlandesa, dice que patrullan las tiendas y por ahora sólo han descubierto cuatro que vendían drogas ilegales. La policía no sabe quién puede estar detrás de los ataques, explica Quilter. Sospecha que pueden ser vendedores locales de drogas que han perdido una parte del negocio o patrullas ciudadanas que están preocupadas por la repercusión de estos comercios en sus barrios.

Como la población está cada vez más preocupada por estas drogas legales, el Gobierno está preparando a toda prisa un proyecto de ley para prohibir su venta. Irlanda se ha quedado a la zaga de Europa en la materia.

Ya hay 14 países que han puesto en vigor medidas para controlar la venta de dichas sustancias. Los resultados no han sido del todo homogéneos. Hace sólo tres semanas que Reino Unido prohibió la venta de la mefedrona, lo cual ha hecho crecer el comercio entre las dos Irlandas. Será difícil para los legisladores poner la normativa al día.

Según un informe del Centro Europeo de Control de Drogas y Adicciones, el año pasado aparecieron 24 nuevas drogas, legales, para satisfacer la demanda de drogas sintéticas. Nueve se comercializan como plantas para la alimentación o especias, pero se pueden fumar y se obtiene un resultado similar al del hachís. En otros países, se han registrado diversas muertes relacionadas con la mefedrona.

En Irlanda se ha publicitado mucho el caso de Daryl Smith, un joven de Dublín que intentó suicidarse después de tomar una sobredosis. Smith apareció en un puente, listo para saltar al paso del tren y posteriormente intentó apuñalarse a sí mismo con un destornillador. El joven, de 19 años, responde al cliché de adolescente educado que nunca compraría drogas ilegales, pero que normalmente ‘se colocaba’ con mefedrona.

Debido a la proliferación de nuevas drogas, el ministro de Asuntos Sociales, Pat Carey, desea prohibir las tiendas “head shop” pese a que operan de manera legal. Es posible que la prohibición de las sustancias no sea suficiente, argumenta. Según un informe del Centro de Control, los proveedores se saltan fácilmente los controles y ofrecen alternativas que no están reguladas. La composición sintética cambia constantemente para evadir las medidas de control y siempre aparecen con diferentes presentaciones.

El ministro de Justicia, Dermot Ahern, por su parte, incide en que el problema de prohibir una sustancia es que puede aparecer una variación de la misma en cuestión de semanas. Ahern promueve una ley para “tratar el asunto desde un punto de vista de la justicia criminal, así como también desde la salud”. Sin embargo, algunos miembros del propio partido de Ahern, el Fianna Fail, discrepan rotundamente.

El diputado Jim McDaid dice que sería un enorme error porque permitiría que las bandas criminales tomaran el control del negocio. Debido a la mala prensa que han recibido recientemente, algunas tiendas reparten octavillas en las que anuncian un servicio a domicilio. Lo cierto es que en algunas partes de Dublín ahora es tan fácil conseguir un sucedáneo de la cocaína o del hachís como pedir una pizza por teléfono.

Mostrar comentarios