Brasil afronta el reto de convertir su cine en industria, aseguran directores

  • La producción de cine en Brasil ya cuenta con "las bases" para convertirse en una industria cultural gracias al apoyo público y las nuevas formas de difusión, por lo que los directores brasileños reunidos estos días en Chicago (EE.UU.) ven el cambio como un reto viable.

Damià S. Bonmatí

Chicago (EE.UU.), 22 abr.- La producción de cine en Brasil ya cuenta con "las bases" para convertirse en una industria cultural gracias al apoyo público y las nuevas formas de difusión, por lo que los directores brasileños reunidos estos días en Chicago (EE.UU.) ven el cambio como un reto viable.

"Brasil vive un momento muy interesante desde el punto de vista de la producción de cine, ha crecido y está creciendo, por lo que ya cuenta con las bases para construir una primera industria del cine", predijo a Efe el cineasta Toni Venturi, uno de los directores que visita estos días el 28 Festival de Cine Latino de Chicago.

El certamen, que presenta la mayor cartelera de su historia, dedica en esta edición una especial atención al cine brasileño, con varias proyecciones, una noche temática y once filmes en cartel.

Como sustento, el cine brasileño ha recibido en los últimos años "una nueva generación de creadores que ya está haciendo su primera o su segunda película", que inyecta nuevas formas de narrar y de concebir los largometrajes, relata Venturi.

"Estamos atrasados con respecto a Europa, pero estamos empezando con las coproducciones y los intercambios de financiación entre países: es un momento optimista", aseguró.

Tras pasar sus peores momentos en los años noventa, en la última década las instituciones han contribuido a la producción de cine hecho en casa.

Según Venturi, que presenta la obra "Estamos juntos" en Chicago, "en los años noventa se destruyó el sistema de financiación del cine brasileño; el neoliberalismo eliminó los mecanismo de apoyo, pero el sistema ya está reconstruido".

Su compatriota Davi de Oliveira Pinheiro defiende la necesidad de las líneas de financiación, pero detecta riesgos en subvencionar en exceso los filmes.

"El cineasta tiene mucha responsabilidad de qué hace con el dinero público, tiene que servir algo a la gente que ya ha pagado por ello", advierte.

Este director, que aterrizó a Chicago consciente de que presentaba una de las propuestas más arriesgadas, todavía no ha estrenado su largometraje "Porto dos Mortos" en las salas brasileñas.

Afrontó al principio problemas para sufragar los costes de la película y confío en las nuevas formas de difusión para buscar fondos antes de hacer el rodaje definitivo: Internet, donde sirvió un "teaser", un pequeño aperitivo de lo que sería su historia.

"Internet ya no es el futuro, es el presente -justifica De Oliveira Pinheiro-, cada vez habrá más y más películas en la red. Para las que no son autofinanciadas ni cuentan con el apoyo público será la forma de encontrar esta financiación".

Según los directores, la vida de una película ya no depende tanto de la gran pantalla como sí de la distribución en la televisión de pago, en la abierta y en la red.

De Oliveira Pinheiro explica que su película recurre al personaje de un agente de policía "que investiga sobre una serie de muertes sobrenaturales en un lugar posapocalíptico".

Su colega Venturi presenta estos días en Estados Unidos "Estamos juntos", que describe como un pequeño homenaje a su ciudad, Sao Paolo, que es el telón de fondo de una historia a caballo entre "la fábula y el drama" cuando "el mundo perfecto" de una joven médica se desmorona por un hecho que "va a cambiar su visión del mundo".

Cuentan que el florecimiento cinematográfico del país se basa en una diversidad de filmes comerciales, independientes y documentales, también en realidades muy dispares.

De Oliveira Pinheiro puntualiza que "cada estado en Brasil es un mundo" y que "las formas de contar, el pensamiento, la tradición son diferentes".

Toni Venturi se muestra más pragmático y rodará en breve su nuevo proyecto, una comedia de situación que aspira ser "más abierta a todos los públicos" gracias a "un cuento tradicional adaptado al presente".

Para estos directores brasileños, el cine de la potencia latinoamericana necesita algo de tiempo, guiones mejores, menor burocracia institucional y buscar nuevos mercados.

El público estadounidense, algo reacio a leer subtítulos, es tan complicado de atraer que estos directores llaman al Festival de Chicago una "excepción".

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