Chechenia reprime a las mujeres que quieren conducir

  • No lo prohíbe la legislación, como en Arabia Saudí. Pero en Chechenia la tradición prácticamente impide a las mujeres ponerse al volante. Las pocas que se atreven son unos bichos raros. Eso sin contar los balazos de pintura que se han llevado algunas mujeres por no cubrirse la cabeza con un velo.
Miriam Elder, Grozny (Rusia) | GlobalPost

El año pasado, Libkan Bazaeva decidió que quería conducir. Ella quería conducir a cualquier sitio al que necesitara ir –para comprar, ir al trabajo, ver a un amigo. "Estaba cansada de aprovecharme de mi marido", así es como lo explica a los 66 años.

En la mayor parte de Rusia esto no sería gran cosa. Pero Bazaeva vive en Chechenia."La gente me mira por la carretera", dice. "A veces, cuando voy conduciendo hacia casa, los niños en la calle gritan: ¡Mira! ¡Una abuela al volante!".

Veinte años después de la caída de la Unión Soviética, Chechenia ha involucionado hacia una cultura muy tradicional, reforzada por la trayectoria de la etnia rusa cuando la republica del sur degeneró en una guerra separatista a mediados de la década de 1990. Hoy en día, el Gobierno de Ramzan Kadyrov, respaldado por el Kremlin, mantiene un terreno frágil mientras lucha contra los rebeldes islámicos restantes.

Mientras tanto, los valores tradicionales están cada vez más afianzados como Kadyrov pretende, que según ponen de relieve los activistas locales son "más islámicos que los islamistas". ¿El principal objetivo? Las mujeres.

Chechenia no ha alcanzado el nivel de restricciones visto en Arabia Saudí, donde una mujer saudí ha puesto en marcha recientemente un movimiento instando a otras mujeres a desafiar la prohibición del reino de que las mujeres no pueden conducir. En Chechenia no se restringe a través de la legislación.

Esa norma se establece, como todo en Chechenia, por Kadyrov, quien dirige la república como si todos fueran sus súbditos. Una de sus primeras declaraciones públicas tras ser nombrado primer ministro en 2006 (fue nombrado presidente al año siguiente) fue "alentar" a las mujeres a cubrirse el pelo. Hoy en día, abundan las historias de las mujeres despedidas de sus empleos por no presentarse a trabajar con un pañuelo en la cabeza.

La lucha se trasladó a las calles de Grozny, donde todavía es tan común ver a una mujer sin velo (o con una pequeña cinta para el pelo simbólica), como a aquellas que llevan la cabeza cubierta. Durante varias semanas el verano pasado, los hombres en los coches sin matrícula – la tarjeta de presentación de los kadyrovsty, ex rebeldes chechenos leales a Kadírov - conducían por la ciudad disparando bolas de pintura a las mujeres que no llevaban velo. Un vídeo de algunos de los ataques se colgó en YouTube.

El portavoz de Kadyrov atribuyó el ataque a "hooligans" y dijo que era el único que sucedió, acusando a los periodistas occidentales de exagerar el número de ataques para desacreditar a Chechenia.Después de hablar con tres activistas de derechos humanos en Chechenia, este reportero escuchó historias en profundidad de al menos siete incidentes que habrían ocurrido en el lapso de varias semanas, mientras los activistas estiman que habrían sucedido decenas.

Nunca habrá probablemente la confirmación de quién ordenó aquellos ataques, pero sin duda Kadyrov apoyó la campaña. "Yo no lo sé [quiénes son], pero cuando los encuentre, voy a expresarles mi gratitud", dijo a la televisión local en julio pasado. "Incluso si se llevaron a cabo con mi permiso, no me avergüenzo de ello".

En un informe sobre la aplicación de la vestimenta islámica en Chechenia, publicado en marzo, Human Rights Watch escribió: "Los ataques de paintball vinieron hace varios años en una cuasi-oficial, aunque extra-legal, "campaña de la virtud" en Chechenia.

Kadyrov también ha expresado su apoyo a los crímenes de honor. Después de que siete cuerpos de mujeres fueran encontrados en una cuneta en la carretera hace dos años, dijo que probablemente había una "moral relajada". "Si una mujer corretea y si un hombre corretea con ella, ambos están muertos".

La última parte de la "campaña de la virtud", según varias mujeres y activistas en Chechenia, son los agentes estatales vestidos de paisano permaneciendo en las esquinas de la calle, vociferando consejos a las mujeres sobre la vestimenta y el comportamiento.

Está ya muy trillado decir que Kadyrov ha traído una apariencia de paz para Chechenia, una pequeña república devastada por dos guerras despiadadas desde la caída de la Unión Soviética, cuando Moscú sofocó una rebelión separatista. Pero cuando se escarba bajo la superficie de los cafés al aire libre de Grozny y los brillantes edificios de nueva construcción, el miedo es constante.


"Nunca me he sentido cómoda y en paz aquí", dice Zarema Magazieva, que trabaja en la sucursal de Grozni del grupo defensor de derechos humanos Memorial. Ella, como muchas mujeres chechenas, camina en una fina línea entre la adhesión a la tradición y verse obligada a obedecer las reglas de Kadyrov.

Por un lado, se atiene al estricto código familiar por el que la familia de un hombre tiene potestad total sobre los hijos - cuando su hermano desapareció, al igual que miles de hombres chechenos, en la década de 2000, su hijo vino a vivir con su familia, privando a su esposa de su custodia, según la tradición. Al mismo tiempo, teme la reacción del Estado sobre lo que debería ser una elección personal.

"Una vez vi a dos niñas en el minibus, sin un pañuelo en la cabeza", recuerda. "Por un lado, las entiendo, me parece muy bien que hagan lo que quieren. Por otro lado, siento miedo por ellas".

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