Cisjordania estrena la carretera de la paz

Reunidos en la capilla del monasterio de San Jorge, en el desierto de Judea, los sacerdotes ortodoxos cantaban la semana pasada "Señor, ten piedad" en griego, durante una misa para bendecir la nueva carretera que hace ahora accesible al venerable edificio a un cada vez mayor número de turistas dispuestos a visitar Tierra Santa.

En lo que respecta a la Autoridad Palestina, los sacerdotes podrían haber usado cualquier idioma. Como la carretera ha sido construida por Israel en tierra que los palestinos consideran suya, las autoridades de Ramallah condenaron la participación de los sacerdotes en la inauguración.

El primer ministro palestino, Salam Fayyad, "expresó su sorpresa" porque los sacerdotes ortodoxos se reuniesen con el director general del Ministerio de Turismo de Israel el martes pasado en el monasterio, levantado en el vértice de un acantilado sobre Wadi Qelt, un profundo cañón que recorre el valle del Jordán. Otro ministro palestino dijo que la presencia de los monjes ofreció "una impresión engañosa" del estatus de la tierra en torno a San Jorge.

Al igual que otros tramos de la pedregosa ruta que también es el mal llamado "proceso de paz", la protesta palestina se difuminará como un milagro en el desierto que rodea al monasterio. Lo más importante al final (literalmente) es el camino de cemento construido para que los peregrinos visiten uno de los lugares sagrados más importantes y más hermosos de Tierra Santa.

El arzobispo Aristarchos, secretario del Patriarca ortodoxo griego en Jerusalén, que ejerció de líder de la breve ceremonia religiosa, es diplomático en sus comentarios cuando se le pregunta sobre las quejas de los palestinos por la carretera.

"Esto es un monasterio de rezo y paz en nuestra región, para la paz en Tierra Santa", afirma. "La carretera facilita el acceso de los peregrinos, que son mensajeros de la paz para la Tierra Santa".

La carretera, que ha costado casi medio millón de euros, parte desde la autovía entre Jerusalén y Jericó, justo en el punto de entrada a un asentamiento judío. Discurre a través de dunas polvorientas y wadis secos. Hacia el este se ve el valle del Jordán y las montañas que se alzan en el reino Hachemita. En 10 minutos los conductores llegan al aparcamiento del monasterio.

Antes se solía tardar una hora en recorrer ese camino en un vehículo cuatro por cuatro. Era mucho más tiempo para los que lo hacían a pie.

El turismo en Israel ha alcanzado cifras históricas, según el ministerio del ramo, fundamentalmente gracias a las peregrinaciones. Este año 3,1 millón de visitantes han viajado a Israel, muchos más que en el trascendental 2000, fecha de la visita del Papa Juan Pablo II. Tras el viaje del pontífice la violencia de la Intifada espantó durante seis años al turismo, ya que mucha gente estaba demasiado asustada como para visitar Jerusalén, Nazaret o Belén.

Hace unos dos años empecé a notar un aumento del número de autobuses que se acercaban a un pequeño monasterio ortodoxo en la calle donde vivo. Mujeres griegas encorvadas y vestidas de negro entraban rápidamente, arrullando a mi hijo cuando le llevaba a jugar a un parque próximo. Probablemente esas amistosas ancianas no estaban en condiciones físicas para hacer el viaje para poder llegar a los monasterios en el desierto de Judea.

Es una pena, porque esos enclaves en el desierto son muy importantes en la historia de la cristiandad en Tierra Santa, y por eso el arzobispo Aristarchos probablemente no se preocupará demasiado por las protestas palestinas en torno a la nueva carretera.

San Jorge está en el lugar en donde los cristianos creen que se refugió el profeta Elías. Le llevaba comida un pájaro. También es donde Joaquín lloró de alegría cuando recibió la noticia de que su mujer daría a luz a María, la futura madre de Jesús.

Construido en el siglo V, San Jorge fue destruido por invasores persas 200 años más tarde, y no fue recuperado hasta 1901. El monasterio está construido con la misma piedra caqui que los acantilados en los que se ubica. El único punto de color es la cúpula turquesa de su capilla.

En San Jorge se guardan algunas reliquias un tanto tenebrosas. En la capilla, los visitantes pueden ver cajas plateadas que guardan los huesos y calaveras de sacerdotes asesinados por los persas. En un lado de la capilla se guardan los restos de un monje rumano que murió en 1960. En su rostro momificado se pueden ver todavía todos los dientes del cadáver, que se muestra dentro de una urna de cristal.

Después de la misa las monjas repartieron entre los invitados baklava, zumos y fruta.

"Es muy importante que vengan los peregrinos y hagan que los cristianos locales nos sintamos apoyados", decía Aris Shirvanian, un alto cargo del Patriarcado Armenio en Jerusalén, mientras se tomaba un bocadillo en pan integral. "Somos las piedras que siguen en pie de la Iglesia en Tierra Santa".

Las personas que viajan por la nueva carretera son más importantes que las autoridades que la han construido.