Descoordinación, permisividad... El caos de Bruselas del que España debería aprender

  • Durante años, Bélgica fue un paraíso para los etarras ya que sabían que desde este país no eran extraditados a España.

    La existencia de varias policías descoordinadas entre sí han facilitado los ataques, un error del que las policías autonómicas españolas deberían aprender. 

Descoordinación, permisividad... El caos de Bruselas del que España debería aprender
Descoordinación, permisividad... El caos de Bruselas del que España debería aprender
Bárbara Barón

Los atentados de Bruselas han puesto de manifiesto una triste realidad: los yihadistas han estado operando en Bélgica con una facilidad pasmosa. Todos se preguntan cómo es posible que un país europeo haya permitido, por activa o por pasiva, que los terroristas hayan convertido de su capital su centro de operaciones.

Más allá de los fallos de seguridad, que los hubo, otros factores han contribuido decisivamente a que Bruselas sea, a día de hoy, unos de los paraísos para terroristas en Europa.

Así, Bélgica lleva albergando, desde hace años, a numerosos movimientos armados que veían que en este país la presión policial era mucho mejor que la de sus vecinos europeos. De sobra es sabido que Bruselas es una de las capitales mundiales del tráfico de armas, por lo que muchos movimientos armados mantenían representantes allí.Santuario de etarras

Además, las organizaciones terroristas mantenían contacto con otras bandas criminales en este país. Valga como ejemplo el caso de ETA, que lo hizo, como mínimo, con el IRA y con las Células de Combate Comunistas belgas.

Por otro lado, esta ciudad era el punto de partida para viajar hasta los campos de entrenamiento de Yemen del Sur, dirigidos por el Frente Popular para la Liberación de Palestina en los que fueron adiestrados al menos una quincena de etarras.

No solo eso. Sus bancos han sido considerados, durante años, como una suerte de paraíso fiscal para estas bandas criminales. Por ejemplo, Libia envió presuntamente 900.000 dólares a ETA en 1985 a través del Bruxelles Lambert Bank.Sin extradicciones durante 20 años

Pero si algo contribuyó a convertir Bélgica en un paraíso para terroristas fue las reticencias de los jueces belgas a autorizar la extradición de los terroristas detenidos en Bélgica. Por ejemplo, en 1982 Juan José Arrese y Fernando Bilbao evitaron su entrega a España tras ser arrestados por la policía cuando un juez les concedió el permiso de residencia.

Sin embargo, en 1983, Joseba Artetxe 'Txistu' y Salvador Ormazábal Corral 'Yosu' fueron detenidos por agentes belgas cuando transportaban un cargamento de munición en un coche. Ambos fueron extraditados a España, pero en represalia ETA colocó una bomba en el Palacio de Justicia de Amberes.

La respuesta del país europeo sentó un precedente para los otros grupos terroristas: no volvió a extraditar a ningún etarra hasta 2005. El mensaje quedó claro: Bélgica decía al chantaje de los terroristas. Prefería hacer la vista gorda a sufrir un ataque.

De esta manera, Bélgica se convirtió en el refugio más seguro para los etarras, a los que incluso han amparado ante las falsas denuncias de torturas presentadas por los criminales. Raquel García y José Luis Moreno, miembros comando Vizcaya, fueron arrestados en la localidad de Vilvoorde en 1993. Poco después, una jueza belga aseguró que las pruebas contra ellos habían sido obtenidas “mediante malos tratos”. ¿El resultado? El Gobierno belga paralizó la extradición, y ambos fueron puestos en libertad.Se siguió el ejemplo con los radicales islámicos

Años más tarde, cuando los atentados yihadistas comenzaron a conmocionar a los ciudadanos europeos, Bruselas siguió con su política de buenismo y permisividad.

Sus leyes antiterroristas han destacado por ser de las más permisivas de Europa. Su negativa a permitir arrestos por la noche propició la huida de los responsables de los atentados de París.

Además, su ceguera ante los casos de radicalización, que amparaban bajo el paraguas de la multiculturalidad, ha provocado que se creen auténticos güetos salafistas en el corazón de su capital, como el tristemente famoso barrio de Molenbeek.

No es de extrañar, por tanto, que Bruselas haya sido uno de los primeros objetivos de esta oleada de ataques. La facilidad con la que los terroristas han campado a sus anchas ha limitado la capacidad de respuesta belga: cuando han querido reaccionar, los criminales ya tenían una de las redes más sólidas de Europa.Descoordinación policial

Esta diversidad de la que tanto se enorgullecería Bélgica no solo la aplicaba a los ciudadanos extranjeros, sino a sus propios nacionales. Así, este país está formado por tres comunidades, tres regiones y cuatro comunidades lingüísticas, cada una con su propia policía.

La existencia de varios cuerpos policiales, la ausencia de intercambio de información e incluso la negativa a comunicarse en un idioma común han sido las causantes de que los propios servicios de inteligencia belgas desconocieran en qué punto exacto de su territorio se encontraban los yihadistas.Una lección para España

España, por su parte, tiene un amplio historial en la lucha contra el terrorismo. No en vano la Policía Nacional española está considerada como un referente en la lucha contra el yihadismo.

Además, Policía, CNI y Guardia Civil parecen haber aprendido de los errores de sus colegas y europeos y los tres servicios destacan por su absoluta coordinación y cooperación en el intercambio de información.

Sin embargo, el creciente auge nacionalista, sobre todo el Cataluña, ha provocado que los Mossos d'Esquadra comiencen a ir por libre y se desmarquen de la buena sintonía imperante entre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad, llegando a crear su propia Comisaría General de Información, copiando el nombre a la estructura de la Policía Nacional, con el consiguiente perjuicio y confusión que esto genera.

Es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que es precisamente en Cataluña donde se encuentra el mayor foco salfista de España. De los 98 centros que hacen una interpretación radical del islam detectados por la Policía en toda España, cincuenta se encuentran solo en Cataluña, en los que se forman los yihadistas que se integran en grupos como Al Qaeda o el Estado Islámico.

Además, los propios gobiernos nacionalistas han apoyado el asentamiento de comunidades islámicas fuertes en Cataluña, muchas de ellas cercanas al salafismo. En este sentido, en los últimos años se ha producido un acercamiento de Convergència y de Esquerra al movimiento islámico en la comunidad dirigidos a asimilar a los inmigrantes al reto soberanista, y se traduce en un incremento del número de mezquitas y de su influencia en determinados lugares.

Europa, y especialmente España, deben mirar a Bélgica y evitar que los errores de la política belga se repitan en otros territorios. La seguridad de todos está en juego.

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