EEUU y Pakistán: la diplomacia de los misiles nucleares

  • Tras la misión que acabó con la vida de Osama Bin Laden, las relaciones entre EEUU y Pakistán penden de un hilo. Scott D. Sagan, experto en relaciones internacionales y armamento nuclear, explica que lo último que le interesa a Washington es que el Ejército paquistaní despliegue sus misiles: los talibanes podrían robarlos fácilmente.
Cualquier arma nuclear está más segura en un almacén que desplegada en el campo.
Cualquier arma nuclear está más segura en un almacén que desplegada en el campo.
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David Case | GlobalPost

Las relaciones de EEUU con Pakistán se han deteriorado en las últimas semanas.

El hecho de que Osama Bin Laden se escondiese cerca de la escuela militar de Abbottabad ha aumentado las sospechas sobre la posible colaboración de fuerzas de seguridad paquistaníes en la ocultación del individuo más buscado por EEUU. Por otra parte, tras la operación del ejército estadounidense que acabó con la vida de Bin Laden, las autoridades de Islamabad han expresado su malestar por la decisión del presidente Barack Obama de violar su soberanía nacional.

La semana pasada, el director de la CIA, Leon Panetta, viajó a Pakistán para presentar a sus autoridades pruebas de que fuentes militares habían alertado a combatientes talibanes sobre un ataque inminente con apoyo de EEUU contra campamentos en donde fabrican las bombas que utilizan en Afganistán.

Esta escalada de la tensión bilateral es preocupante, si se tiene en cuenta que Pakistán tiene uno de los mayores arsenales, y de crecimiento más rápido, del mundo. La explicación la tienen Scott D. Sagan, un experto en política internacional y especializado en temas nucleares.

EEUU invadió Irak con el objetivo de incautar las armas de destrucción masiva, y mantiene un pulso con Corea del Norte e Irán por su programa de armas nucleares. Pakistán tiene un programa mayor y más agresivo, y antes del 11S era objetivo de sanciones por parte de EEUU por culpa de su arsenal. ¿Por qué ha decidido EEUU hablar con Pakistán sobre su programa nuclear? ¿Sigue teniendo sentido este planteamiento 10 años después de los atentados del 11S?

Pakistán pertenece a una categoría diferente a la de los regímenes que hacen trampas bajo el Tratado de No-Proliferación Nuclear, es decir Irán y Corea del Norte. Por dos razones. Una de ellas es que Pakistán nunca firmó ese tratado, así que su objetivo de lograr armas nucleares es algo que EEUU no quería, pero no tenía un marco legal para decir que estaba violando un acuerdo internacional.

Ese no es el caso de Irak, Irán y Corea del Norte. Todo ellos fueron pillados violando el tratado de no-proliferación, que habían firmado y ratificado voluntariamente. Las acciones de Pakistán eran poco acertadas, pero no ilegales.

La segunda razón es que EEUU tiene fuertes motivos geoestratégicos para querer contar con la ayuda de Pakistán en el conflicto de Afganistán y la larga guerra contra Al Qaeda y otros grupos.

Pakistán ha sido a la vez amigo y adversario. No han apoyado totalmente los objetivos de EEUU, pero sí han apoyado algunos de ellos. Y dada la posición de Pakistán y su tradicional aprovechamiento de actividades terroristas contra la India, han estado aplicando un doble juego en la guerra contra el terrorismo: luchando contra algunos grupos que amenazan al régimen, pero utilizando a otros como elementos interpuestos en su conflicto con la India.

Washington tiene una relación inusual con Islamabad: le da miles de millones en ayuda y le vende F-16 que pueden ser utilizados para lanzar armas nucleares. Al mismo tiempo, hay un ejecutivo paquistaní de una empresa de comercio de Maryland (EEUU) detenido porque se sospecha que facilitó materiales para el programa nuclear de Islamabad. Así que se está intentando frenar el programa nuclear de Pakistán y también se están dando pasos (quizás involuntariamente) para ayudarles a usar ese arsenal. ¿Funciona esta política?

EEUU mantiene un viejo debate interno sobre si se debe de aislar a Pakistán y castigarle por su programa de armas nucleares, o implicar a Pakistán para que intente moderar su programa y reducir su tamaño y ritmo de crecimiento. El éxito de la política que se aplica ha sido mixto.

Antes del 11S, el Gobierno de EEUU tenía vínculos mínimos con el grupo dentro del Ejército de Pakistán que tiene responsabilidades sobre las armas nucleares. Según muchos informes periodísticos, tras el 11S, el Gobierno de EEUU cooperó con ellos vendiéndoles tecnología y ofreciendo formación, no para que consiguiesen armas nucleares, sino más bien por motivos de seguridad, por temor a un ataque de Al Qaeda o grupos similares. Lo que el gobierno de EEUU no sabe es qué ha hecho Pakistán, porque no lo dice, con esa tecnología y esos programas de formación.

Se cree, y yo creo que con razón, que bajo circunstancias normales en tiempos de paz el Ejército paquistaní guarda todas o prácticamente todas sus armas dentro de bases militares muy bien protegidas. Eso no significa que esas armas estén totalmente seguras, pero sí significa que están relativamente protegidas de un robo por parte de terroristas. El mayor peligro podría ser algún tipo de amenaza interna.

El peligro real, creo, se produciría si los militares paquistaníes temiesen un ataque, bien sea de la India o de EEUU. Bajo esas circunstancias (bien sea el temor a un intento de incautar su arsenal nuclear o a un ataque militar utilizando misiles o bombarderos), tendrían todos los alicientes para sacar con intención disuasoria esas armas de las bases y trasladarlas al campo, en donde son menos vulnerables a un ataque de la India o de EEUU.

El peligro es que eso haría que las armas fuesen más vulnerables a un robo con fines terroristas, bien utilizando a alguien desde dentro o una organización. Un robo de ese tipo no requeriría penetrar las defensas de una base militar para llevarse las armas. Los terroristas simplemente podrían atacar un convoy con armas nucleares en el campo.

Así pues, por retorcida que parezca la actual política de EEUU, mantener cierto nivel de confianza con Pakistán es vital.

A EEUU le interesa por su bien convencer a los paquistaníes de que, pese a la operación contra Bin Laden, no se tiene ningún pensado realizar acciones relacionadas con su arsenal nuclear. Si temen que vayamos a hacer eso, las cosas empeoren aún más, porque tendrían el incentivo de esconder sus armas en el campo o de colocarlas en los sistemas de lanzamiento móviles que han creado, y eso las haría más vulnerables a los ataques terroristas.

Algunos expertos dicen que el reciente ataque contra la base naval de Mehran en Karachi y el de 2009 contra el cuartel general del Ejército son prácticamente un modelo de operación para apoderarse de material nuclear. ¿Está de acuerdo con ese análisis?

No diría que es un modelo de ataque, pero sí demuestra que hay un riesgo serio de que Al Qaeda o los talibanes paquistaníes ataquen una base militar, y el Ejército paquistaní debe de entrenarse y tomarse esa misión muy en serio. Razón de más por la que queremos que las relaciones entre India y Pakistán se mantengan calmadas, para que las armas paquistaníes sigan en almacenes bien guardados y protegidos dentro de las bases.

¿El ataque en Karachi debería de aumentar la preocupación ante la posibilidad de que los extremistas intenten robar material nuclear?

Ese ataque y el del cuartel general en Rawalpindi demuestran que los grupos terroristas pueden llevar a cabo una operación militar de envergadura, no sólo ataques suicidas. Así que es muy preocupante. Esto debería de incrementar lo que se denomina el "amenaza base de diseño" utilizada por el Ejército de Pakistán. Todas las organizaciones que intentan proteger tecnología sensible tienen que plantearse la amenaza contra la que miden su nivel de seguridad. El nivel razonable de seguridad depende de la amenaza. Y claramente esos ataques han demostrado que el los talibanes en Pakistán son capaces de lanzar un ataque significativo.

Pakistán ya podría atacar actualmente las principales ciudades indias. ¿Por qué no le es suficiente? ¿Por qué necesita aumentar rápidamente su capacidad armamentística?

¿Que si pienso que Pakistán debe de aumentar su capacidad nuclear para ser lo suficientemente disuasorio? Mi respuesta es que no. Pero realmente no importa lo que pensemos los estadounidenses o las autoridades occidentales. Lo que importa es lo que los militares paquistaníes creen que es necesario para disuadir. Por su comportamiento, parecen estar indicando que creen necesario agrandar su arsenal.

Finalmente, ¿qué debería de estar haciendo Washington que no esté haciendo ya?

Creo que deberíamos de seguir insistiendo con las autoridades militares paquistaníes, y especialmente con las autoridades civiles, incluidos los miembros de la Comisión de la Energía Atómica de Pakistán, en torno a las buenas prácticas que nosotros y el resto de la comunidad internacional aplicamos para proteger materiales fisibles.

Hay amenazas de ataques terroristas no sólo en Pakistán, sino en todo el mundo, y la comunidad internacional ha desarrollado (a través de la Agencia de la Energía Atómica y del Instituto Mundial para la Seguridad Nuclear) conjuntos de buenas prácticas que pueden ser útiles para Pakistán y para nosotros. Creo que puede ser útil seguir y aumentar el diálogo sobre qué hemos hecho nosotros y los demás para proteger nuestros materiales nucleares de posibles ataques terroristas, y ver qué puede hacer Pakistán.

Esto supone ciertos aspectos atípicos para su seguridad, por su propia utilización de terroristas contra la India. Pero Pakistán no se enfrenta en solitario a esta amenaza. Necesitamos compartir nuestras buenas prácticas, y podemos aprender los unos de los otros en ese sentido.

Scott D. Sagan es codirector del Centro para la Seguridad y Cooperación Internacional de la Universidad de Stanford, y es copresidente de la 'American Academy of Arts and Sciences' Global Nuclear Future Initiative'. Antes de unirse al claustro de Stanford trabajó como asesor especial del director de la Organización del Estado Mayor Conjunto de los EEUU en el Pentágono. Ha trabajado como consultor para la oficina del Secretario de Defensa de EEUU. Es director de la publicación 'Inside Nuclear South Asia'.

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