El Caribe emerge como corredor de la droga

  • Cinco dominicanos fueron asesinados por saber demasiado sobre un capo de la droga. La tasa de homicidios en Puerto Rico se ha disparado. Y ahora es normal ver tiroteos en islas paradisiacas como Saint Kitts y Nevis.
Ezra Fieser | GlobalPost

Mucho antes que llegara la violencia a Kingston, Jamaica, la semana pasada, el Caribe ya era un lugar peligroso para los narcotraficantes.

Ahora que México y EEUU controlan rigurosamente sus fronteras, la ruta preferida para la droga, el Caribe “vuelve a convertirse en un corredor” para enviar la droga de Sudamérica hasta EEUU”, afirma la dominicana Lilian Bobea, experta en seguridad.

“Estuvo ausente durante algunos años. Pero ahora los cárteles buscan nuevas rutas y eso ha llevado a una especie de renacimiento en el Caribe de los conflictos relacionados con el narcotráfico”, explica.

El gobierno de Obama lo sabe y ha prometido 45 millones de dólares para combatir el narcotráfico como parte de la Iniciativa para la Seguridad de la Cuenca del Caribe. El proyecto pretende controlar “el exceso” de tráfico derivado de los canales tradicionales de México y Centroamérica.

El año pasado, Julissa Reynoso, subsecretaria de Estado para el Caribe, declaró ante una comisión de la Cámara de Representantes que los “narcotraficantes seguirán expandiendo sus operaciones a través de la región y explotando rutas de paso más vulnerables, con lo que perjudican a los gobiernos locales”.

El mes pasado, el presidente dominicano Leonel Fernández confirmó los temores de Reynoso y señaló que la región se había visto “superada… en los últimos años, la zona ha estado amenazada por el aumento del narcotráfico, la violencia y el crimen organizado”.

Esa amenaza sufrió un golpe la semana pasada cuando la policía intentó capturar al presunto capo de la droga Christopher “Dudus” Coke en el barrio de Tivoli Gardens, en la parte occidental de Kingston. Coke se enfrenta a una orden de extradición de EEUU, donde deberá responder a acusaciones de narcotráfico y venta de armas.

La prensa jamaicana lo describe como una persona con buenas conexiones políticas, cuya generosidad con Tivoli Gardens lo ha convertido en una especie de mesías para muchos residentes. Cuando la policía llegó a arrestarlo el 22 de mayo pasado, las pandillas armadas reaccionaron, atacaron a la policía y bloquearon las calles. El episodio acabó con 74 personas muertas y 500 detenidos.

Coke es el líder de la banda “Shower Posse,” que recibió ese nombre por la lluvia de balas con que atacaba a sus rivales durante las guerras de la cocaína de los años 80. Finalmente no fue capturado y la prensa local dice que escapó.

Más allá de lo que pase con Coke, la violencia de Kingston es un ejemplo del poder que desarollan los narcotraficantes. “El tema clave [en Jamaica] es la conexión entre la Shower Posse y las autoridades políticas”, afirma Desmond Arias, profesor del John Jay College of Criminal Justice, que escribe frecuentemente sobre temas de seguridad en Jamaica.

Coke, que se autodefine como un empresario, recibió numerosos contratos del gobierno. El barrio de Tivoli Gardens que controla está representado en el parlamento por el primer ministro Bruce Golding.

Golding se negó a extraditar a Coke durante nueve meses hasta que decidió detenerlo la semana pasada debido a la creciente presión. El político desmiente cualquier vinculación con Coke y su grupo.

Con todo, la enorme fuerza de Coke en la comunidad quedó claramente de manifiesto la semana pasada. Las autoridades advierten que el incremento de cargamentos de droga a través de la región no hará más que fortalecer a los capos de la droga y provocar más conflictos.

En toda la región “estos grupos violentos se integran cada vez más en la sociedad y sus instituciones”, reflexiona Bobea.

En República Dominicana, José Figueroa Agosto, otro presunto capo al que se acusa de tráfico de drogas, se fugó hace meses. Desde que desapareció, han sido asesinados cinco de sus ‘colaboradores’, que según la policía, tendrían información sobre las operaciones de Figueroa.

La muerte más reciente ocurrió a plena luz del día a mediados de mayo cuando el propietario de un conocido café de Santo Domingo fue asesinado en el parking del local.

En Puerto Rico, las autoridades creen que el aumento de la violencia del narcotráfico es responsable por la gran cantidad de muertes del 2009: fueron asesinadas 890 personas, el tercer peor año del que se tenga memoria.

Incluso en la pequeña isla de Nevis, la policía afirma que el tráfico de drogas representa el 20 por ciento de la delincuencia.

El presidente dominicano ha acusado a EEUU de no hacer lo suficiente para acabar con el consumo de drogas ilegales y recortar el acceso a las armas.

En diciembre pasado, durante una audiencia en el Congreso, el representante Eliot Engel (Demócrata por N.York) compartió la misma apreciación. Dijo que el 90 por ciento de las armas ilegales confiscadas en Jamaica provenían de EEUU. “Estoy cada vez más preocupado de la escasa eficacia de las actividades antinarcóticos de EEUU en el continente americano”, declaró. “Debemos aumentar los esfuerzos para reducir la demanda [de droga] aquí en EEUU”.

La respuesta más importante de Washington es el lanzamiento de la Iniciativa para la Seguridad de la Cuenca del Caribe. El jueves pasado, los responsables del Departamento de Estado declararon que Washington sabe que también tiene que reducir la demanda interna para limitar el flujo de droga hacia EEUU.

Los cárteles aún transportan el 75 por ciento de la droga que va a EEUU a través de Centroamérica y México. Sin embargo, las autoridades dicen que las rutas marítimas podrían volver a cobrar protagonismo. El mes pasado, la policía colombiana arrestó a 20 miembros de una banda acusada de traficar 30 toneladas de cocaína mensuales hacia EEUU, la mayoría mediante lanchas rápidas y pequeños submarinos que atraviesan el Caribe.

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