El desapego hacia la Unión Europea alcanza máximos históricos en España

    • El euroescepticismo ha crecido 25 puntos en nuestro país desde que se celebrasen los primeros comicios a la Eurocámara en el año 1979.
    • El 'think tank' Foro Europa Ciudadana resalta que todavía hay una oportunidad de "repolitizar" el debate europeo y de acercar la Unión a los votantes.
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Que los europeos creen cada vez menos en Europa no es una sorpresa a día de hoy. Seis años después del estallido de la peor crisis económica de las últimas décadas y a pocas semanas de que se celebren las elecciones europeas del 25 de mayo, el euroescepticismo se ha asentado como tendencia y cada vez son menos los que acuden a las urnas durante los comicios a la Eurocámara.

Este escenario, en elque los partidos de ultraderecha han encontrado su mejor caldo de cultivo, es especialmente llamativo en España, donde el desapego hacia la Unión Europea ha alcanzado mínimos históricos: desde que se celebrasen las primeras elecciones comunitarias en 1979, la participación ha descendido 25 puntos.

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Un 68,5% de los españoles acudieron a las urnas en 1987, una euforia que se desinfló ya en los 90, cuando se situó por debajo del 60%, y que se precipitó completamente en 2009, cuando la participación se situó en un escaso 44,9%.

Los resultados españoles se sitúan por encima de la media europea de participación, que ha descendido en 19 puntos durante las últimas décadas.

La percepción del Parlamento Europeo tampoco mejora ni a nivel nacional ni europeo. En un sondeo elaborado por la propia cámara en diciembre del año pasado se constató que más de la mitad de los consultados (un 56%) decía no estar nada interesado por los asuntos europeos. En España, donde sólo un 19% de los sondeados aseguraron tener una imagen "positiva" de la Eurocámara, esta cifra ascendió al 70%. El grado de desconfianza español sólo fue superado por dos países: Chipre y Grecia.

Los datos, recogidos en un informe del 'think tank' Foro Europa Ciudadana, dejan en evidencia que la integración es un sueño que Europa todavía no ha alcanzado. Vengan el país que vengan, los europeos cada vez ven menos utilidad a las instituciones comunitarias y se acercan menos a las urnas que hace 35 años.

Con el europeísmo bajo mínimos, "cualquier resultado que descienda del 50% de participación sólo se puede calificar de descalabro electoral" porque "nadie gana en un escenario tal", según asegura tajante el laboratorio de ideas.

La solución a esta falta de credibilidad pasa simplemente por "repolitizar" la campaña. El diagnóstico del foro es claro a este respecto: es necesario implicar al ciudadano y promover su participación para que detecte que su voto importa.

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Unas campañas sin vocación transnacional

Las razones de este desapego no son sólo consecuencia de la crisis económica y de la huella social que ésta ha dejado. Como apunta el profesor José Carlos Cano, también ha influido la confección de campañas demasiado centradas en los asuntos internos de las naciones.

Como concreta el experto en integración europea y presidente del 'think tank', las últimas décadas han estado marcadas por unas campañas que "poco o nada" tenían que ver con la Unión Europea y sí con las contiendas políticas de los países, donde las cuestiones a debatir se reducían a los límites del Estado miembro.

Cano va más allá y aventura que la elección tardía del candidato del Partido Popular Europeo puede haber puesto en evidencia la "falta de unanimidad" o "consenso básico"a la hora de designar a una persona.

"En estas elecciones quizá estemos votando no sólo una candidatura, sino el futuro de la integración europea: la alternativa entre el método comunitario o el de la cooperación intergubernamental, en el que un pequeño grupo de países ostenta la voz cantante y sin cuya aquiescencia y aprobación no se puede hacer nada", agrega.
Cambios decisivos en estos comicios

Las europeas de este año serán distintas a las anteriores por varios cambios que, según Foro Europa Ciudadana, podrían tener repercusiones "drásticas" sobre ciudadanos, empresas y Estados. Esta será la primera vez en la que los europeos elijan al presidente de la Comisión Europea de manera indirecta.

Estos comicios también serán los primeros que se celebren bajo la protección del Tratado de Lisboa, que en 2007 estableció un nuevo mecanismo de elección proporcional por el que los países con más habitantes obtienen más representación. Además, el número de europarlamentarios pasará de 766 a 751.

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