El movimiento contestatario no ve sino "teatro" en los comicios del viernes

  • El Movimiento 20 de Febrero (20F), impulsor de la "primavera árabe" marroquí, ha perdido parte de su capital político en los últimos meses, pero una baja participación en los comicios del viernes podría legitimar sus reivindicaciones y mostrar que, pese a las reformas de Palacio, en Marruecos nada ha cambiado.

Marta Miera

Rabat, 22 nov.- El Movimiento 20 de Febrero (20F), impulsor de la "primavera árabe" marroquí, ha perdido parte de su capital político en los últimos meses, pero una baja participación en los comicios del viernes podría legitimar sus reivindicaciones y mostrar que, pese a las reformas de Palacio, en Marruecos nada ha cambiado.

"Toda esta historia del 'cambio' no hará que la participación en las elecciones supere el 30% (oficialmente 37%) del 2007", augura el periodista y miembro del movimiento, Najib Chaouki, quien asegura que "las elecciones no modificarán nada porque en el Parlamento estarán las mismas caras corrompidas de siempre y no hay esperanza en la clase política".

Compuesto por islamistas y militantes de izquierda radical -dos tendencias circunstancialmente unidas en su oposición al poder monárquico aunque diverjan en su proyecto de sociedad- el 20F no ha cesado de salir cada domingo a la calle, aunque sus críticos se quejan de que el movimiento no ha cristalizado en ninguna plataforma concreta.

Sus consignas contra la corrupción encabezan unas banderas que abogan por una mayor democracia y que denuncian unas reformas que, según ellos, se contradicen con el centenar de detenciones a activistas que llaman al boicot de los comicios.

"Las elecciones son una pieza de teatro que se presenta al pueblo y los arrestos se producen porque el Gobierno no quiere que salgamos y movilicemos a la gente", apunta Hilana Rizki, de 23 años de edad, y fiel participante en todas las manifestaciones que se convocan en Rabat.

La ley marroquí prohíbe la llamada al boicot a través de la violencia o amenazas, pero no es clara cuando eso se hace de forma pacífica. El resultado es que "desde el comienzo de la campaña más de 100 personas han sido arrestadas por todo el país y sometidas a duros interrogatorios de entre una y tres horas de duración", comenta Chaouki.

Un modo de proceder que difiere de la política que se siguió hace unos meses durante la campaña del referéndum constitucional en donde las detenciones fueron escasas y hasta se invitó a los activistas a los platós de la televisión pública para expresar sus opiniones sobre el nuevo texto fundamental.

En esta nueva cita electoral, los activistas del 20F han sido silenciados por todos los medios oficiales y la mayor parte de los privados, que tampoco han recogido la oleada de arrestos que han sufrido.

"¿Qué extraño país es este que no para de decir que el 20F no tiene ninguna influencia en la opinión pública y que de repente comienza a acosar a sus miembros por temor a que su mensaje sea escuchado?", sentencia Larbi, uno de los blogueros más críticos en Marruecos, en uno de sus posts.

A pesar de que el 20 de Febrero ha perdido fuelle al basar su estrategia en unas movilizaciones callejeras cada vez menos concurridas -mientras que el cambio político es alabado a nivel internacional- Larbi argumenta que con sus intimidaciones las autoridades han firmado "una terrible confesión de fracaso en su proceso de reformas".

El profesor de Ciencias Políticas Mohamed Madani no tiene dudas de que, pese a ser oficialmente ninguneado, ha sido el 20F el que ha forzado los principales movimientos del Palacio para desactivar las protestas en Marruecos: políticamente, con la reforma constitucional y las elecciones anticipadas; socialmente, con la contratación de miles de titulados universitarios y un aumento de las subvenciones a los productos de primera necesidad.

Ahora -recuerda- al poder ya no le quedan nuevas respuestas que ofrecer, y las movilizaciones callejeras, no muy concurridas pero persistentes, plantea nuevos riesgos.

El resultado de las urnas del próximo viernes será un reflejo de la confianza de los marroquíes en su sistema político y mostrará si el referéndum del pasado 1 de julio, que tuvo un 73,4% de participación (cifras puestas en duda por numerosos observadores) ha abierto de verdad una nueva era de cambio en Marruecos .

Para Chaouki el periodo que sucederá a las elecciones será decisivo porque, "aunque nosotros lo tenemos claro, la estrategia del movimiento es dejar que la gente sea consciente de que nada ha cambiado".

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