El principal hospital de Gaza apenas sirve de nada

  • En medio del aislamiento, el Hospital Shifa de Gaza atiende a sus pacientes lo mejor que puede. Pero los recursos son muy limitados y la burocracia de las fronteras llega a ser desesperante. Algunos enfermos mueren esperando un permiso para salir a Egipto en busca de una sanidad mejor.
Niña palestina en el Hospital Shifa de Gaza
Niña palestina en el Hospital Shifa de Gaza
Getty Images
Theodore May | GlobalPost

(Gaza). La fachada del Hospital Shifa en el corazón de la ciudad de Gaza está salpicada de agujeros de bala. Y la sala de cuidados intensivos parece una fortaleza. Hamás, el grupo extremista palestino que controla la Franja desde 2007, ha tenido que colocar guardias frente a las pesadas puertas de aluminio de la sala para evitar el caos cuando los heridos y sus seres queridos entran en tropel tras los ataques israelíes.

Pese a estas singularidades, Shifa es la principal instalación sanitaria en el territorio costero de Palestina, a donde muchos de los hospitales locales derivan sus casos más complicados. Pero incluso Shifa carece del material adecuado para tratar a la mayoría de los pacientes. Lucha además para salvar las restricciones al tráfico de mercancías impuestas por Israel y Egipto, con las que se intenta aislar y debilitar a Hamás. Partes del hospital se encuentran en un estado de serio abandono.

Si bien la mayor parte de los suministros médicos pueden entrar en Gaza, los médicos del hospital aseguran que las medidas se seguridad en la frontera y la burocracia entre gobiernos hace que conseguir material sea un desesperante desafío.

En un territorio tan acostumbrado a estar en conflicto, la sala de cuidados intensivos sólo tiene 12 camas. Cuando estalló la guerra con Israel el año pasado, los administradores de Shifa se las ingeniaron para tratar en otras salas del hospital a los numerosos pacientes críticos que llegaron.

"Aquí tenemos problemas todo el tiempo con el instrumental, con los médicos y las enfermeras", afirma Kamal Abou Abada, un médico de 54 años con 25 de experiencia y que trabaja en cuidados intensivos. "Tenemos muchos problemas en este hospital".

Uno de los problemas más serios, dice, es que los controles de la frontera han hecho muy difícil, casi imposible, introducir equipos médicos nuevos en Gaza. Además, cuando llegan los equipos nuevos muy pocos médicos saben usarlos, porque no pueden viajar al extranjero para recibir formación específica.

"Estamos atascados en Gaza, y estamos olvidándonos de todo lo que hemos aprendido", lamenta Raed Jazzar, director general del Centro Príncipe Nayef de Shifa para radiodiagnóstico y radioterapia.El centro es uno de los ejemplos más clamorosos de la lucha de Shifa para conseguir talento y material del otro lado de las fronteras. Donado por el príncipe Naief bin Abdul Aziz al Saud, ministro del Interior de Arabia Saudí, esta unidad hospitalaria a primera vista se parece a cualquier otra de un hospital occidental. Está nuevo, ordenado, limpio, y es moderno. Tiene equipo médico de primer nivel para diagnosticar y tratar a enfermos de cáncer.

Pero no funciona.De hecho, de las cuatro máquinas principales que hay, tan sólo funciona la de pruebas TAC. La cámara de rayos gamma, la máquina de resonancias magnéticas y la de radioterapia no funcionan porque llegaron a Gaza sin varias piezas fundamentales, explica Jazzar.

Abdel Hay Abed, médico del Prince Naief Center, asegura que las piezas que faltan cuestan otros 3 millones de dólares. Jazzar culpa de esta situación a las autoridades de Gaza que compraron el equipo y a la deshonestidad de los vendedores europeos. Hubo una "falta de experiencia por parte de la gente que compró el equipo", afirma, pero añade que también "hubo algo de corrupción por parte de empresas alemanas y francesas".

Como consecuencia, la unidad apenas tiene actividad. Algunos pacientes pasan ocasionalmente para hacerse TAC, puesto que es el único escáner de este tipo que hay en Gaza. Pero el que fue diseñado como un centro de alto nivel para el tratamiento del cáncer en Palestina se ve obligado a derivar a casi todos sus pacientes al extranjero.

Eso, dice Jazzar, supone una enorme carga financiera, médica y psicológica para los enfermos. "Lo intentamos todo", reconoce. "Intentamos ayudar a los pacientes de cáncer. ¿Se lo puede usted imaginar? Se tarda un mes en lograr un permiso para ir a Egipto para poder recibir un tratamiento de escasos minutos cada dos días. La gente se muere esperando".

Varios médicos culpan de la situación a los administradores del hospital, que según ellos están haciendo poco para mejorar las circunstancias. De hecho, Hamás parece más interesado en consolidar su poder dentro de los muros del centro (sustituyendo a personal clave con personas leales al grupo) que en mejorar los servicios, denuncian los médicos.

Ahmed, de 25 años, explica que ha estudiado enfermería, pero que tiene que trabajar como camarero en un restaurante del centro de Gaza porque se niega a apoyar a Hamás. "No apoyo ni a Hamás ni a a Al Fatah", dice, refiriéndose a los dos principales grupos políticos palestinos. "Pero creo que nunca podré lograr un puesto de trabajo en Shifa mientras Hamás gobierne en Gaza", aclara.

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