Escapada de verano: Vacaciones solidarias en el extranjero

  • Participar en campamentos de verano para niños en Ecuador o trabajar inmerso en el problema de las maras salvadoreñas como educador social son dos de las experiencias que puedes vivir en los viajes solidarios.
Santiago Zarraga

La señal telefónica tarda unos segundos en cruzar el Atlántico hasta que la llamada suena en San Salvador. La voz de Carlos Ayli salta al otro lado del aparato mientras voces de niños se entremezclan con leves interferencias. Este educador social alcarreño acaba de comenzar su jornada en la capital salvadoreña. Aunque son sus vacaciones, durante un mes realizará las mismas labores que realiza en Madrid, sólo que con problemas graves de violencia infantil.

El problema de la violencia juvenil en El Salvador no se olvida en ningún momento, y más cuando “los autobuses que queman las maras [pandillas de jóvenes violentos] están a 200 metros” sentencia Carlos Ayli. Otra diferencia es el lugar donde duerme. Junto con sus dos compañeros, Carlos duerme en una casa albergue que acoge a chicas que han sufrido malos tratos o vejaciones sexuales.

La fundación se encuentra en el centro de la ciudad y una de las tareas que realiza durante la semana es visitar a una chica que resultó herida en un tiroteo entre maras, un bala le atravesó los pulmones y le partió la columna dejándola tetrapléjica.

Carlos acude a su casa cada vez que puede para ayudarle, al igual que con otras muchos niños y niñas que han sufrido malos tratos. Además "la figura del hombre salvadoreño es muy machista", y si se le suman los abandonos de las madres, los niños suelen quedarse a cargo de los abuelos, "que por otra parte funciona bastante mejor" sentencia Ayli.

Muchos tipos de viaje

Pero no todos los viajes solidarios suponen una prueba tan dura. También está el caso de Jairo, un profesor gallego con ganas de instalarse en Saraguro (Ecuador). Cuando descuelga el teléfono acaba de terminar su primera tarea del día: recoger autorizaciones de los niños para la excursión del próximo fin de semana.

Jairo es profesor suplente de historia y llevaba tiempo buscando una oportunidad así para vivir la situación de los niños latinoamericanos. Patricia del Amo también es profesora, pero ella buscó en Colombia “conocer la realidad de la que provienen los alumnos inmigrantes que recibimos”. Carlos mezcla razones y no sólo quiere conocer la realidad, quiere “vivirla y palparla”.

Estos son sólo un par de ejemplos de los cientos de viajes solidarios que ocurren cada verano. Promocionar el comercio justo en la India o atender las carencias de mujeres marroquíes son algunas de los proyectos sociales que organizan las ONG españolas durante la época estival, como AIPC-Pandora con la que viaja Jairo o Setem que organiza el viaje de Carlos.

Perfil del viajero voluntario

El perfil del voluntario de verano no está del todo definido, aunque sí el sexo. Según afirma el portavoz de Pandora, la edad es muy variable, de los veinte años hasta los sesenta. Jairo entra en el perfil sobre las estadísticas: es el segundo año que repite en Ecuador.

El primer viaje solidario de Jairo fue también a Ecuador, trabajando en una colonia de veranos para niños. Aunque estaba previsto que su estancia durara un mes, finalmente se prolongó a dos y este año se instala para dos meses pero “quién sabe cuánto tiempo más” comenta ilusionado. Y es que se nota que a Jairo le gusta la rutina del voluntario en Ecuador. Aunque Ayli no piensa en repetir en El Salvador, sí lo quiere hacer en otro destino, África o India, también en labores de refuerzo escolar y atención a casos especiales en África o en la India.

Los días en las vacaciones solidarias se estiran mucho, y es que en Saraguro, la jornada comienza “cuando sale el sol, a las 6.30h”. Es por la mañana cuando trabajan con los niños en el campamento vacacional haciendo talleres de inglés, manualidades o juegos. Después del almuerzo, a eso de 13h, los niños vuelven a casa. Algunos tardan diez o quince minutos andando, pero otros viven en comunidades a cinco o seis kilómetros de distancia. “Si alguno de los padres van a buscarles, en un carro se meten hasta diez niños” explica Jairo, aunque lo normal es que vayan andando.

Qué hacer para participar en un Viaje Solidario

Desde Setem, una federación de ONG centrada en la concienciación de las desigualdades Norte-Sur, explican que “a mucha gente le entrará el gusanillo ahora” pero es entre enero y marzo cuando se realizan los procesos de selección.

La formación también es muy importante. Normalmente la formación lleva cuatro fines de semana en los que se realizan encuentros con líderes de los países de destino, pequeños foros sociales, o explicaciones sobre conceptos relacionados con el proyecto que se desarrollará en el destino.

Las ONG suelen cobrar una tarifa por las gestiones que se realizan. El Servicio Civil Internacional (SCI) por ejemplo, cobra 130 euros de base para cualquiera de sus proyectos. Después, dependiendo del destino el gasto puede estancarse o crecer. Eso sí, el vuelo o transporte hasta la zona de acción es un gasto que siempre tendrá que pagar el voluntario.

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