ETA quería presionar a ZP en 2007, en plena negociación, con otro Miguel Ángel Blanco

Se le acusó de ser uno de los líderes más sanguinarios de ETA, pero la fama no le valía. Txeroki quería que España rememorara uno de los momentos más duros de la lucha contra el terrorismo: el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Lo tenía todo preparado y el objetivo fijado: un concejal del PSE del Ayuntamiento de Eibar llamado Benjamín Atutxa, que trabajaba como profesor de matemáticas en un instituto de la localidad, donde precisamente fue profesor de Miguel Ángel Blanco. Una macabra coincidencia. 

Cuando ETA puso sus ojos en Benjamín, en septiembre de 2007, cuando acudía a su trabajo sin escolta, con la confianza de quien conoce a los vecinos de toda la vida.

Recuerda, con horror, cómo recibió la llamada fatídica, esa en la que le decían que sus días podían estar contados. A las 11 de la mañana, mientras cuidaba a su padre enfermo, le llamó Rubalcaba para decírselo: estaba en la diana de ETA. Txeroki le señalaba como el próximo Miguel Ángel Blanco.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, pensó en su familia y supo que su vida entera iba a cambiar. A partir de ahí vino la soledad, el aislamiento y el miedo. Muchos de sus antiguos colegas le dieron de lado. Pero siguió luchando con la convicción de que había que acabar con el fanatismo de los etarras.

Tras caer el comando Vizcaya, los agentes que realizaron el interrogatorios, se quedaron helados ante la sangre fría de los terroristas. Querían "secuestrarlo y ejecutarlo al cabo de dos días, haciendo una llamada de aviso reivindicando el secuestro a cambio del restablecimiento de los derechos políticos y civiles de la izquierda abertzale", es decir, con la legalización de Batasuna. según el atestado de sus declaraciones ante la Guardia Civil a las que ha tenido acceso lainformacion.com.

Todo ello en un momento propicio: en plenas negociaciones con el Gobierno de Zapatero, según se desprende de un sumario de la Audiencia Nacional, al que ha tenido acceso este medio, que investiga de nuevo a Txeroki y en la que se cuenta con detalles hasta ahora desconocidos cómo iba a ser el crimen: En un zulo más pequeño que el de Ortega Lara, sin comer ni apenas beber, con los ojos constatemente vendados sin importar si su hija o su mujer estaban delante en el momento del secuestro. Todo valía para sembrar el terror.

Casi 10 años más tarde, dice, no sin antes pensar, que si se encontrara con Txeroki no le dirigiría la palabra. No tiene nada que decirle. Lainformacion.com ha hablado con Benjamín Atutxa sobre la experiencia y el golpe que supuso enterarse de que ETA pensaba convertirle en el Miguel Ángel Blanco del siglo XXI. 

¿Cómo se vive amenazado por ETA?

La experiencia fue bastante traumática. Desde que comencé mi tarea de concejal de PSE en Eibar, asumiendo la tarea de servicios sociales, tenía que llevar escolta. Para la familia y para mí fue muy duro.

Encima, era muy difícil incluso la vida social porque algunos de los que hasta entonces había andado conmigo decían que con escolta no querían ir conmigo. Se partió en dos mi grupo de amigos. Era una experiencia muy difícil. Mucho más duro desde que salió a la luz el intento de secuestro.

¿Cómo se enteró de que ETA quería atentar contra usted?

Yo estaba atendiendo a mi padre, que era discapacitado. Los fines de semana solía ir a verle. Hacia las 11 de la mañana me llamó Rubalcaba para decírmelo directamente. Fue un golpe duro porque cambiaba mucho mi situación personal. Se iba a saber que estaba en la diana de ETA.

¿Cuánto tiempo estuvo llevando escolta?

Hubo una tregua en el 2007 y durante 4 meses dejé de llevar escolta, pero en total he estado 8 años llevando escolta. Pensábamos que durante la tregua ETA no iba a atentar y nadie quiere andar con escolta si se puede andar con libertad.

¿Qué le motivó a entrar en política en un momento tan complicado?

Desde joven siempre he tenido inquietudes políticas. En las primeras elecciones democráticas del 79, estuve de concejal en mi pueblo en una coalición del Partido Socialista, el Partido Comunista y de la Liga Comunista Revolucionaria, una coalición un poco rara que se hizo en el pueblo.

Desde que entramos con Felipe González en la comunidad europea me hice un europeista convencido. Yo no creo en los nacionalismos porque son insolidarios. Me parece que hay que buscar espacios de colaboración entre diferentes regiones, no razones para la separación.

¿Cómo era su día a día bajo la amenaza de ETA?

Yo trabajaba en la enseñanza, en un servicio de apoyo a al educación. Me levantaba, hacía footing, después iba a trabajar y a medio día atendía los servicios sociales del Ayuntamiento. Por la tarde tenía reuniones políticas y al final del día me tomaba un par de vinos con los amigos.

¿A qué era lo que más miedo le daba?

Más que el miedo personal, era el miedo que tenía por los más cercanos, por la familia. Cuando uno es el protagonista, se olvida y piensa en otras personas más importantes.

¿Por qué siguió adelante tras conocer su amenaza?

Porque yo estaba muy en contra de las ideas fanáticas y dictatoriales que propugnaba ETA y pensaba que había que pelear y enfrentarse a ellas. Después de pasados los años sigo pensando igual, que hay que luchar contra todo tipo de fundamentalismos.

La intención de ETA era secuestrarle, presionar al Gobierno y, si no, asesinarle. En caso de que esto hubiera sucedido, ¿le hubiera gustado que el Gobierno cediera al chantaje?

(Duda) Es una pregunta difícil. A nivel personal a nadie le gusta dar la vida. No lo sé. Yo creo que el Gobierno no hubiera cedido a un chantaje de este tipo. La siguiente semana hubieran hecho otra mayor y se hubiera desmontado el Estado de Derecho. Si me hubieran secuestrado, mi final habría estado cercano.

En el momento en el que a usted planean secuestrarle, el Gobierno estaba en plena negociación. ¿Estaba usted de acuerdo con esta negociación con ETA?

Sí, estaba de acuerdo. Yo creo que una de las razones importantes por las que acabó ETA, aparte de la eficacia policial y el rechazo del pueblo vasco, ha sido el buen trabajo que hicieron Rubalcaba, Zapatero, Patxi López y Jesús Eguiguren. Yo pienso que eso influyó mucho en el final de ETA.

Si ETA volviera a matar, ¿usted volvería a oponerse a los terroristas?

Por supuesto. Es una cuestión prioritaria para mí. Yo creo que igual que viviendo en Siria habría que pelear contra el Estado Islámico, aquí había que luchar contra otro tipo de fanatismo.

¿Qué sintió cuando ETA dijo que no iba a volver a matar?

Tuve unas reacciones encontradas. Al principio no me lo creía, pero cuando se fue asentando, se vio que era en serio. Pienso que es algo de lo más positivo que ha ocurrido en los últimos años en el País Vasco.

Y para acabar, ¿qué le diría a Txeroki si se lo encontrara?

(Se lo piensa unos momentos). No le diría nada en absoluto. No quiero tener ninguna relación con él. Pienso que todavía están en un plan en el que no reconocen el daño causado. Eso debe ser lo prioritario para construir una futura convivencia, pero ahora están en un plan muy duro.

En el último acto frente a la Audiencia Nacional mostraron una actitud chulesca y yo no quiero saber nada de ellos.