Gobierno y derecha populista noruega se enzarzan en disputa sobre atentados

  • Noruega ha vivido en las últimas 24 horas una tormenta política con un duro cruce de acusaciones entre el Gobierno de izquierdas y la derecha populista, con las leyes de inmigración y asilo y los atentados del 22 de julio como trasfondo.

Copenhague, 24 nov.- Noruega ha vivido en las últimas 24 horas una tormenta política con un duro cruce de acusaciones entre el Gobierno de izquierdas y la derecha populista, con las leyes de inmigración y asilo y los atentados del 22 de julio como trasfondo.

Tras la matanza perpetrada por el ultraderechista Anders Behring Breivik, que asesinó a 77 personas en una doble masacre, Gobierno y oposición habían intentado no mezclar la tragedia en el debate, pero ese clima de concordia parece haber quedado roto.

La disputa comenzó ayer en torno al tono del debate político y se prolongó hoy en el debate de los presupuestos, y tuvo como protagonistas a las dos principales fuerzas políticas, el Partido Laborista del primer ministro, Jens Stoltenberg, y el Partido del Progreso, representante de la derecha populista.

Unas declaraciones recientes de dos pesos pesados del laborismo culpando al otro partido de incitar a un debate "odioso" sobre la inmigración, que sería la base del populismo del que se sirvió Breivik, hizo que su líder, Siv Jensen, lo interpretase como que se responsabilizaba indirectamente a su formación de los atentados.

El ministro de Asuntos Exteriores, Jonas Gahr Støre, rechazó tal extremo, aunque le recordó que quien usa expresiones duras debe también admitir que les sean devueltas.

Entonces fue cuando el vicepresidente del Partido del Progreso (Frp, por sus siglas en noruego), Per Sandberg, acusó desde la tribuna parlamentaria a los laboristas de revestirse con el papel de "víctimas" tras los atentados, afirmación que provocó que varios diputados abandonaran la sala, algunos entre lágrimas.

Breivik hizo estallar un coche bomba en el complejo gubernamental de Oslo, donde murieron ocho personas, e inmediatamente después se trasladó a la cercana isla de Utøya, donde disparó de forma indiscriminada matando a otras 69, en su gran mayoría asistentes al campamento de las Juventudes Laboristas (AUF).

"Entiendo que muchos se alterasen, esto no va de hacer de víctima. Muchas personas fueron asesinadas y resultaron heridas de gravedad. Y el objetivo era precisamente el Partido Laborista y su organización juvenil AUF", dijo en un comunicado Stoltenberg.

El Frp, y el propio Sandberg, presentaron sus disculpas de palabra y por escrito, que hoy volvieron a ser reiteradas en el debate de los presupuestos por Siv Jensen.

La líder populista dedicó sin embargo más tiempo de su intervención a rechazar cualquier conexión de su partido con los atentados, atacar a los laboristas y defender su derecho a criticar la política de inmigración y de asilo del Gobierno.

Los laboristas aceptaron las disculpas, si bien volvieron a reiterar que nunca han responsabilizado al Frp de los atentados.

Los socialistas, uno de los dos socios menores en la coalición de gobierno, dudaron en cambio de la sinceridad de las disculpas, mientras que varios observadores políticos coincidieron en señalar que el acuerdo implícito de mantener un tono conciliador en el debate relacionado con los atentados se ha roto.

Breivik, de 32 años, militó en las juventudes del Frp entre 1999 y 2003, pero luego las abandonó para actuar en solitario, si bien mantuvo contacto con grupos de ultraderecha en el extranjero.

El ultraderechista justificó la masacre para castigar a la socialdemocracia por "traicionar" al país "importando" musulmanes y salvar a Europa occidental del islam y del "marxismo cultural".

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