"Hemos cambiado los machetes por colchones de Navidad"

    • "Nadie quiso entender que Dios nos dijo: "no matarás" y se liaron a palos y machetazos con esos tres cuerpos inertes (que a su vez ellos mismos, dejadme adivinar con picardía el pasado, habían hecho lo mismo en meses anteriores, con otros tantos cuerpos inertes...)".
    • Un tal Zacarias, musulmán del norte, logró escapar y vino a la misión católica (...) Nadie en la misión abrió el pico. Si lo llegan a saber los ninjas vienen a por él.
    • "Después de mucho tiempo dormiremos en paz (...) Sueños alpha y beta contínuos, sin pesadillas, porque los ataques nocturnos y las fugas de alta tensión se han terminado".
Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou, Bangassou, República Centroafricana
Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou, Bangassou, República Centroafricana
Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou, Bangassou, República Centroafricana

80 colchones. Ese ha sido el regalo de Navidad más abundante que ladiócesis de Bangassouha recibido estediciembre 2013. El Niño Jesús nos regaló también hace poco laliberación de Bangassoude entre las garras de aquel que nos hapisoteado, violado, maltratado, robado y mancillado sin recato, el famosocomandante Abdallah,al que vimos salir de nuestra villa maniatado para ser juzgado en la capital.

Pero 80 colchones son la tira de colchones en su cajita de regalo, unconteiner de 24 metros, todos alineados, encorsetados desde España, sin envolver en papel de regalo, simplementecolchones de navidad. Han sido recogidos por tantos amigos de laFundación Bangassou, de la Delegación de misiones de Córdoba y de una clínica que presagiaba mudanzas;para enviarlos a Bangassou, donde losrebeldes Seleka,queatacaron la diócesis el 11 de marzo,se habían encariñado con ellos, con todos y cada uno de los colchones que encontraban a su paso en cada misión, en el seminario, en las casas de monjas y frailes.Todos se los llevaron. No entendemos la fijación que tenían, esos comandos rebeldes armados hasta los dientes, por llevarse de cada sitio y antes que nada, los colchones de la casa.O por estar ellos cómodos o por dejar incómodos a su prójimo. Lo cierto es que, ese objeto tan cotidiano en donde pasamos una tercera parte de nuestra vida, era presa codiciada por los Seleka.

Hacedos meses, se formó en Bangassou un pandemonio. Una algarabía de gritos, amenazas, machetazos y dientes largos porque la población estaba harta de laacumulación de humillacionesque los Seleka nos habían ya infringido y el grito de "basta ya!, estamos hasta las narices" se tradujo en árboles cortados cerrando entradas y salidas de Bangassou, busca y captura hasta el garrotazo final de todo rebelde Seleka, banderola ninja en la frente y machetes amenazantes en las manos.

Aquellopudo terminar en una masacre,pero Dios no lo quiso así. Llamamos al gobierno, a las radios, al sagrario de mi capilla... porqueempezaba una caza indiscriminada contra musulmanes,que como todos sabemos, los hay buenos y malos, y algunos estupendos amigos, y corrían el riesgo de entrar en el saco común.

Esa noche del4 de octubre, tres selekas disfrazados quisieron entrar en Bangassou, en moto, cuando unabarrera "ninja" de auto-defensa los descubrió, los desnudó y los maniató con cables de la luz. Una concentración de histéricos vociferantes tardó poco en liarse a bastonazos contra ellos. Tan caldeado estaba el ambiente, quela cosa degeneró en muerte violenta. Nadie quiso entender que Dios nos dijo:"no matarás"y se liaron apalos y machetazos con esos tres cuerpos inertes(que a su vez ellos mismos,dejadme adivinar con picardía el pasado, habían hecho lo mismo en meses anteriores, con otros tantos cuerpos inertes...).

Dos de aquellos infortunados suspiraron por última vez a los pocos minutos pero el tercero, un talZacarias,musulmán del norte, logró escapar y vino a lamisión católica,a la hora en que rezábamos vísperas. Cantando elMagníficat, vimos acercarse por la ventana ese muchachoensangrentado, en calzoncillos, abierta la frente de un machetazo y el costado de uncorte profundo de 20 centímetros... Lo lavamos, le cosimos las heridas (la hermana Pascualina, enfermera, dormía justamente en la catedral con su comunidad por cuestiones de seguridad...), estabasediento y hambriento, lo vestimos con una camiseta de "sale el sol por Antequera" y una zamarra delAtlético de Madridy se acostó en una habitación un poco apartada, pero con colchón y sábanas, un mullido colchón que para Zacarias fue un lecho en el paraíso cuando podría, unas horas antes, haber estado durmiendo una muerte eterna en no me imagino, qué tipo de colchones habrá en el infierno.Nadie en la misión abrió el pico. Si lo llegan a saber los ninjas vienen a por él. Ni cocineros, ni centinelas, ni sacerdotes ni el carpintero también refugiado en la catedral dijeron esta boca es mía hasta el al día siguiente que, muy discretamentelo logramos evacuar en un avión que llegaba con militares de Bangui para doblegar la rebelión.

Hemos cambiado los machetes por colchones. Cada uno con funda nueva como si fuera su papel de regalo. Pero lo importante es que por fin, después de mucho tiempodormiremos en paz, en colchón mullido y profundamente, no como las gallinas durmiendo y cacareando a la vez. Sueños alpha y beta contínuos,sin pesadillas, porque losataques nocturnos y las fugas de alta tensión se han terminado. Sólo nos queda por arreglar el tema de la rebelión deJoseph Kony,que todavía campa por sus anchas, él ya viejo y achacoso,reemplazado por un hijo de 21 años, hirviendo de violencia acumulada. Pero eso ya es otro capítulo. Por el momento tengamos una Navidad feliz, Navidad de colchones nuevos y sueños de un futuro mejor para este pueblo.

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