Historia de un #periodistadetenido (I): La plaza tomada

  • Esta crónica pretende transmitir lo que pasó por mis ojos y oídos desde las 18h del jueves 4 de agosto hasta las 15.20h del día siguiente. En esta primera entrega explico qué pasó desde que llegué a Sol hasta el momento en el que la Policía me detuvo.
Un policía pide documentación a dos personas que quieren entrar en Sol el pasado jueves.
Un policía pide documentación a dos personas que quieren entrar en Sol el pasado jueves.
EFE
Gorka Ramos

Varios turistas miran sorprendidos hacia la calle, una madre joven se pega a la fachada para evitar que los cánticos de los 'indignados' despierten al bebé que va en el carrito, un coche de la Policía municipal desvía el tráfico a las perpendiculares de la Gran Vía. Los 'indignados' marchan hacia Cibeles. Hora y media después estaría detenido en una furgoneta de la Policía Nacional.

"Ya empiezan", dice sonriendo la kiosquera de Sol cuando se oyen las primeras protestas en las calles que nacen en la plaza. Son las 19.30, y después de varias horas de relativa calma, los 'indignados' comienzan a reunirse en las entradas de Sol. Los cánticos – cada vez más elaborados- se entrelazan con las pancartas y con provocaciones a los agentes de azul que guardan la plaza.

Después de horas protestando frente a la Policía nacional, que custodiaba la Plaza del Sol tras el desalojo del punto de información del 15M, varios grupos de 'indignados' se cansaron de estar quietos. En calle Carretas y en Preciados, centenares de 'indignados' se ponían en pie y subían hacia la arteria comercial y turística de la ciudad.

No puedes pasar y si puedes te miro mal

Cargados con la compra, una mujer y su hijo hablan con un agente. La escena se repite, y la vecina del barrio se ve obligada a dejar todas las bolsas en el suelo y mostrar al policía su identificación. Sí, una mujer y un niño rompen el cerco policial para conseguir llegar a su casa, el policía no parece muy convencido. Pero no lo consiguen muchos turistas, se acercan a la valla y miran con cara de sorpresa e interés. Hacen señas al policía de turno para saber si les dejan entrar a echar un ojo. No.

Algunos bromean, y dicen que la Policía también quería acampar en Sol. Como decía la etiqueta de Twitter, la #plazatomada por los policías, decenas de ellos y hasta 20 furgones. Era difícil saber si era un plaza pública o el nuevo campamento al aire libre de la Policía municipal y nacional. El objetivo se estaba cumpliendo a rajatabla: no dejar entrar a nadie.

Después de dos horas allí, un policía se acerca para decirme que a partir de ahora "la prensa tampoco podrá pasear por Sol". Le digo que sí, sin ningún convencimiento, y sigo la ronda por la plaza. ¿Empiezo a ser persona non-grata en Sol?

¿Damos un paseo por Madrid?

En dos grupos, los 'indignados' desembocaban en la Gran Vía. Coches y motos de Policía siguen a la marcha, unos cientos metros por delante cortando provisionalmente el tráfico y una decena de metros por detrás redirigiendo la dirección de los vehículos.

En Plaza de Cibeles se produjo la suma de los dos grupos, entonces, los mismos indignados se dieron cuenta. Da igual que fuese el mes de agosto o que fuese un día entre semana, cerca de 1.000 'indignados' caminaban ahora juntos.

Desde Cibeles al Paseo del Prado y Plaza de Colón. El grupo se iba parando mientras se iba comentando por dónde seguiría la marcha: Castellana o Génova, o lo que es lo mismo: el Ministerio del Interior o la sede del PP.

"Rubalcaba tienes un marrón, tienes un marrón, tienes un marrón" o "Rajoy tienes un marrón, tienes un marrón, tienes un marrón", entonaban los 'indignados' a ritmo de los Mustang antes de llegar a la sede de Interior. El edificio oficial, de vallas negras y abundantes enredaderas, fue la dirección de las protestas de los manifestantes.

Cinco furgonetas con antidisturbios bajaron entonces por la calle Alcalá Galiano. Instantes después de bajar de los vehículos, los agentes comienzan a dispersar a los manifestantes a golpe de porra.

Los centenares de manifestantes comienzan a dispersarse por la Castellana. La avenida – cortada- es escenario de cargas policiales. Minutos después, comienzan las detenciones y los esfuerzos de la Policía por dividir la 'marcha' en al menos tres grupos, más controlables y menos ruidosos.

Diez minutos después la Policía me detendría por hacer mi trabajo: informar sobre lo que estaba pasando.

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