Israel no sabe si alegrarse por las revoluciones árabes

  • Tel Aviv observa con atención los pasos democráticos de sus vecinos árabes. Por una parte se alegran, pero algunos analistas temen que los cambios provoquen un cambio de los intereses occidentales en la región. Si las revoluciones provocan una radicalización en los países árabes, el conflicto entre israelíes y palestinos se complicaría más.
El resultado de las revoluciones también puede influir sobre el conflicto con Palestina.
El resultado de las revoluciones también puede influir sobre el conflicto con Palestina.
Ben Lynfield, Jerusalén (Israel) | GlobalPost

En medio de las revoluciones y protestas que sacuden los regímenes árabes, su vecino israelí ha mantenido un largo, calculado e incómodo silencio.

Mark Regev, el portavoz del primer ministro Benjamín Netanyahu, tiene una sola respuesta a la pregunta de cómo ve Israel las revueltas de Túnez, Egipto, Libia, Bahréin y Jordania.

"En última instancia", dice Regev, "si los vecinos de Israel se transforman en estados democráticos, es bueno para la paz porque las democracias son más estables y pacíficas que las dictaduras".

Israel ha tratado mantener una posición que pase desapercibida ante los dramas regionales que están saliendo de su rutina. También están advirtiendo de los peligros que puede traer el cambio, ya que no se descarta un incremento del fundamentalismo islámico o una mayor influencia de Irán.

"No somos un actor de lo que está pasando. Si miras los eslóganes de los manifestantes, no mencionan a Israel. Y cuando no eres un factor no debes convertirse en uno.Ésta está siendo nuestra política y es nuestro deseo", explicó Yossi Alpher, ex director del Centro Jaffee de Estudios Estratégicos en Israel.

"Todo lo que dicen nuestros líderes es que las cosas podrían empeorar en relación con los regímenes ya existentes y con los emergentes. Así que es tiempo de pasar inadvertido".

Pero bajo el silencio se encuentra una profunda preocupación de que los cambios que se están produciendo en la región perjudiquen a Israel.

Las transformaciones se están produciendo muy cerca de casa, el expulsado Hosni Mubarak era, además de vecino, un socio estratégico en Egipto. En la frontera oriental el rey Abdullah II de Jordania, otro aliado a través de un tratado de paz, se enfrenta a las exigencias de que renuncie a gran parte de su poder, para que el país pueda convertirse en una monarquía constitucional.

Aunque el régimen hachemita ha sido una pieza clave para la estabilidad israelí y un importante aliado de facto contra el nacionalismo palestino, Tel Aviv ha decidido guardar silencio ante la crisis en Jordania.

El presidente de EEUU, Barak Obama, ha dicho recientemente a los líderes judíos en Washington que los movimientos en pro de la democracia en el mundo árabe serían buenos para Israel y que si se mira a 10 años vista se verá como el comienzo de un cambio positivo. Sin embargo, Zalman Shoval, ex asesor de Netanyahu y embajador israelí en Washington, comentó que no estaba convencido.

"Es difícil intentar prever lo que sucederá de aquí a 10 años, cuando los expertos no pudieron pronosticar lo que sucedería en Egipto o en Túnez. Así que preferiría no pronunciarme. Nada es realmente predecible".

"Hay precauciones que deben ser tomadas para evitar el riesgo", añadió Shoval. "Tendremos que incrementar nuestro gasto en defensa y ver qué tipo de acuerdo podemos alcanzar con los estadounidenses para aumentar la cooperación estratégica".

Alpher cree que es demasiado pronto para decir cómo afectarán los cambios a Israel. "No sabemos si las revoluciones llevarán a una democracia representativa, si se fortalecerán los islamistas o cómo se referirán a Irán", destacó.

Sin embargo, algunos israelíes tienen claro que en el resultado de las revoluciones, Israel saldrá perdiendo de una forma u otra.

Wadie Abu Nassar, un analista ubicado en la ciudad de Haifa y presidente del Centro Internacional de Consultas, un centro de estudios. El experto ha dicho que la revolución en Egipto significa que, a largo plazo, Israel tendrá que invertir más en el Ejército para abordar cualquier posible escalada de conflictos en su frontera sur.

Ya no se puede seguir viendo a Egipto simplemente como un proveedor de confianza de gas natural, sentencia Abu Nassar.

En cuanto a Jordania, el rey se enfrenta a una opinión pública que está en contra del tratado de paz firmado por el país con Israel. No es probable que en el futuro continúe cooperando con su vecino, según los analistas.

Otros regímenes árabes moderados, incluyendo los del Golfo, también son conscientes de la opinión pública y ahora son menos propensos a animar a los palestinos a que firmen compromisos de paz con Israel, señaló Abu Nassar. Y sin la cobertura diplomática que Mubarak les daba para negociar, los palestinos, si no llegan a un acuerdo para dialogar, pedirán las condiciones más duras que Israel haya conocido.

Y Abu Nassar rechazó la postura de Regev, también expresada por el presidente Shimon Peres, de que Israel estaría contento por el nacimiento de democracias en los regímenes árabes vecinos.

"Eso sería acabar con el monopolio israelí sobre la democracia en Oriente Medio. Un hecho que es la razón más importante del apoyo occidental a Israel", afirma Peres. "Si las democracias se asientan en el mundo árabe, Israel podría perder mucho valor ante los ojos occidentales".

En medio de este ambiente sombrío, desde el punto de vista israelí y según los asesores de Netanyahu, parece que se contempla una nueva "iniciativa" para resolver el conflicto con el pueblo palestino.

Un funcionario israelí que pidió mantenerse en el anonimato destacó que la iniciativa supondría un "enfoque gradual", lo que significa que no se intentaría resolver de manera inmediata todos los temas relativos al conflicto, como el de la ciudad de Jerusalén y los refugiados palestinos, sino que se centraría en la creación de un estado palestino con fronteras temporales en distintas partes de Cisjordania.

Los palestinos se han concentrado en obtener el reconocimiento internacional de un estado en Cisjordania y en la franja de Gaza y han fijado septiembre como fecha límite para tener ultimadas todas las instituciones de un estado soberano independiente.

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