Kenia, el negocio del maratón

  • Los kenianos tienen fama de correr como gacelas. Lo demuestran una y otra vez en maratones y otras competiciones internacionales. De hecho, muchos jóvenes kenianos entrenan en su país con la esperanza de poder ganarse la vida corriendo. Son buenos, pero los recursos escasos y los beneficios también. Al menos para la mayoría de ellos.
Victoria del keniano Kiprono Menjo con la mejor marca mundial del año (27:04)
Victoria del keniano Kiprono Menjo con la mejor marca mundial del año (27:04)
Iva Skoch | GlobalPost

(Iten, Kenia). En Iten, un pueblo a unos 2.500 metros sobre el valle del Rift, en Kenia, a veces da la impresión de que todo el mundo puede correr un maratón en menos de 2 horas y 15 minutos. En el resto del mundo, esto podría suponer una marca nacional, pero en Kenia, correr 11 minutos por debajo del récord mundial no es suficiente.

"Hay que correr por debajo de los 2:10", dice Edwin Letting, de 33 años, mientras se entrena para recortar tres minutos de su mejor marca personal, 2:13, en la pista de atletismo de Iten, que comparte con varias docenas de corredores, vacas y ovejas. "Con 2:10 puedes conseguir un entrenador. Y entonces todo es fácil", dice Letting, que una vez soñó con estudiar Derecho, pero que ahora cree que tiene más posibilidades de labrarse un futuro como atleta.

No es el primer keniano que abandona la escuela para buscar su fortuna en el mundillo del maratón. De hecho, un corredor de Kenia poco conocido, Robert Kiprono Cheruiyot, ganó hace unos días el maratón de Boston marcando unos tiempos demoledores: 2:05:52. La victoria de Cheruiyot, que no tiene nada que ver con otro famoso corredor del mismo apellido, le valió un premio de 150.000 dólares.

Aunque el auge del atletismo en las tres últimas décadas ha creado muchas oportunidades, también ha generado una ambiente de feroz competitividad entre los corredores kenianos. Además, debido a la crisis económica mundial, la demanda comienza a decrecer.

Iten y los pueblos de su alrededor han visto nacer a algunos de los mejores corredores del mundo, los "kenianos desconocidos" que han logrado desconcertar a los aficionados al atletismo occidentales al lograr ganar buena parte de las carreras más importantes.

Ken Kilonzo, director del High Altitude Training Center de Iten, calcula que en la zona puede haber cerca de 600 corredores de élite.Pero es que además hay miles de atletas de gran talento, como Letting, que se entrenan por su cuenta, esperando que alguien les descubra. Al igual que Letting, ven el atletismo como una forma de hacer dinero.

Casi todo el mundo en estos pueblos conoce a alguien que lo ha logrado.Pero salir de la pobreza a través del atletismo se está haciendo cada vez más difícil para la gente de Kenia.El semillero de talento puede estar aumentando porque ahora hay mucha gente que se entrena, pero no hay tantos eventos internacionales, y en comparación con otros deportes las cifras que se barajan como premio son limitadas.

Peor además, debido a la crisis económica mundial, ahora es más difícil encontrar entrenadores, los patrocinios han disminuido y las carreras internacionales están invitando a menos atletas de Kenia. El año pasado el maratón de Hamburgo no invitó a ningún keniano, y la cuantía del premio se redujo de 40.000 euros a 6.000.Aún así, en un país donde gran parte de la población sobrevive con menos de un dólar al día, las carreras siguen pareciendo una opción viable para hacerse rico, y los atletas de Kenia siguen dominando la especialidad del maratón.

Pero ¿qué hace que los kenianos sean tan buenos corredores de larga distancia?Los expertos llevan mucho tiempo especulando sobre si la respuesta está en la naturaleza o en su crecimiento y educación. Algunos dicen que vivir a ciertas altitudes aumenta la capacidad pulmonar.

Otros apuntan a la envergadura física de la gente de la zona, especialmente a los de la tribu kalenjin, con sus largas piernas como de ave y unos torsos relativamente cortos.

Hay otra teoría que dice que los kenianos son buenos corredores por la comida sencilla que ingieren, hay otra que sugiere que la gente que aprende a caminar y correr descalza tiene una zancada más natural, lo que ayuda a evitar lesiones en los talones.

El entrenador australiano Rob Higley asegura que la fórmula mágica son todos esos factores combinados. Pero, dice, también se reduce a la habilidad de cada atleta para interpretar sus virtudes y debilidades y apostar por el mejor modo de entrenamiento. "Muchos atletas se permiten demasiado cuando se encuentran bien, y acaban pronto en la cuerda floja", dice Higley, que entrena a seis corredores en Iten para la carrera de 800 metros, una disciplina que los kenianos todavía no dominan del todo.

Higley, que describe su vida como una búsqueda del modelo perfecto de corredor humano, comenzó a viajar a Iten en 1998, y en 2008 se instaló allí de manera definitiva. "No hay otro lugar en el mundo que me permita hacer lo que quiero hacer", dice. "Aquí hay mucho talento desperdiciado".

Timo Limo, un joven increíblemente alto y delgado de 23 años, es en la actualidad el mejor atleta del grupo de Higley. Las paredes de su dormitorio están cubiertas con recortes de periódicos y fotografías de corredores, especialmente de un primo suyo que es medallista olímpico.La mejor marca de Limo en los 800 metros es 1:48:9, siete segundos más lento que el récord mundial de 1997, algo que no está nada mal para un "corredor cualquiera" que se acercó a Higley en Iten y le preguntó si podía entrenar con él.

Al igual que otros muchos corredores de la zona, Limo está ansioso por competir en el extranjero. Este año ha logrado conseguir finalmente un visado para competir en Europa, y en febrero consiguió el primer puesto en una carrera de atletismo bajo techo en Praga. Se llevó a casa 120 euros, ni siquiera una décima parte de lo que costó su viaje.

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