La Iglesia católica de Irlanda cruza los brazos ante el escándalo de los abusos sexuales

  • Un informe encargado por Dublín ha demostrado que la Iglesia católica irlandesa no ha ayudado a detener los abusos sexuales en el país. El Gobierno quiere sacar adelante una ley para juzgar a los clérigos que no denuncien los casos de pedofilia.
Un informe encargado por Dublín ha demostrado que la Iglesia católica irlandesa no ha ayudado a detener los abusos sexuales en el país.
Un informe encargado por Dublín ha demostrado que la Iglesia católica irlandesa no ha ayudado a detener los abusos sexuales en el país.
Getty
Conor O'Clery, Dublín (Irlanda) | GlobalPost

Irlanda se quedó estupefacta la semana pasada al conocerse otro nuevo informe sobre abusos de sacerdotes a niños, en el que se incluyen terribles historias de críos cuyas vidas se han visto arruinadas por prácticas de clérigos pedófilos.

El informe encargado por el Gobierno concluye que la Iglesia católica actual de Irlanda todavía no es proactiva en lo que se refiere al manejo de las denuncias de abusos sexuales. Pese al compromiso expresado por la Iglesia para tomar medidas tras informes anteriores sobre abusos sacerdotales que indignaron a la población, una comisión ha detectado que sus respuestas siguen siendo inadecuadas y de muy poca ayuda. El informe también acusa al Vaticano de no apoyar a los obispos irlandeses que mostraron su disposición a poner en práctica nuevas medidas para denunciar abusos.

El ministro de Justicia de Irlanda, Alan Shatter, ha prometido presentar una nueva ley según la cual los clérigos católicos podrían ser encarcelados hasta cinco años si no denuncian a los pedófilos a la policía. Shatter ha dicho que resulta "totalmente escandaloso que personas que mostraron caras de preocupación sigan teniendo una agenda privada de ocultación y evasión".

En un lenguaje jamás escuchado antes a un primer ministro irlandés refiriéndose al liderazgo de la Iglesia católica en Roma, Enda Kenny dijo el pasado jueves que cree "que es absolutamente vergonzoso que el Vaticano haya tomado esta postura respecto a algo que es tan sensible y personal, con problemas tan duraderos para las personas implicadas. A la ley terrenal no la debe detener un alzacuellos o un báculo".

John Magee, que fue secretario de tres pontífices y es recordado como la persona que encontró el cadáver de Juan Pablo I en 1978, fue obispo de Cloyne desde 1987 hasta el año pasado. El nuevo informe gubernamental señala que engañó al ministro de Salud e Infancia cuando insistió en asegurar que el código de conducta de la Iglesia para manejar las quejas sobre abusos sacerdotales se estaba cumpliendo a rajatabla.

De hecho, entre 1996 y 2008 las autoridades eclesiásticas no transmitieron a la policía dos tercios de las quejas presentadas en la diócesis, y la supervisión de Magee sobre las medidas de protección a los niños se describe como "inadecuada y en algunos aspectos peligrosa".

En un caso en el que aparece implicado un sacerdote llamado padre Caden el obispo ofreció relatos contradictorios al Vaticano y a un comité interdiócesis en 2005. En privado dijo a Roma que Caden había admitido su culpa y ofrecido su dimisión cuando se le presentaron las acusaciones vertidas contra él por otro cura. Sin embargo, el obispo Magee informó al comité que Caden se había quedado asombrado por las acusaciones y que las había rechazado de inmediato. Caden fue condenado a 18 meses de cárcel el año pasado tras declararse culpable de tres cargos de indecencia grave.

Magee, que aparece también citado en el informe por comportamiento inadecuado con un joven, admitió a la comisión gubernamental que su gestión del caso Caden fue incorrecta. Si bien el obispo ha emitido un comunicado disculpándose por el daño que pueda haber causado su fallida reacción, no ha querido hacer declaraciones a la prensa.

El nuevo informe no deja en buen lugar las relaciones entre el Gobierno irlandés y el Vaticano. El ministro de Asuntos Exteriores, Eamon Gilmore, ya ha anunciado que llamará al nuncio papal para hablar con él de estos nuevos acontecimientos.

Las relaciones entre Dublín y Roma ya estaban maltrechas debido a la actitud del Vaticano respecto a investigaciones previas en Irlanda.

El pasado diciembre WikiLeaks filtró el contenido de un cable de la Embajada de EEUU en Roma informando a Washington que el Vaticano ni siquiera había respondido a una petición de un Ejecutivo irlandés anterior sobre datos en los archivos papales.

Además, el Informe Murphy de 2009 acusaba al Vaticano de intentar calmar los ánimos dentro de la Iglesia enviando una carta secreta a los obispos irlandeses declarando que el estricto código diseñado por la jerarquía irlandesa en 1996 para manejar las acusaciones de abusos era "simplemente un documento a estudio".

En el núcleo del Informe Murphy, de 341 páginas, están los terribles detalles del sufrimiento causado a las víctimas, niños que vivían mayoritariamente en el rural de Irlanda, en donde a los curas se les mostraba tradicionalmente deferencia y respeto.

"Muchos de los denunciantes siguieron viviendo en los pequeños pueblos y parroquias en donde crecieron y en donde ocurrieron los abusos", decía el informe. "Sus problemas se veían agravados por el hecho de que el supuesto abusador normalmente seguía viviendo en la zona y gozaba de gran respeto por parte de sus familias y comunidades".

Muchos pensaban que eran la única víctima y sufrieron en silencio. En un caso una víctima tuvo que soportar que el sacerdote abusador fuese también el que años más tarde ofició su boda.

Una víctima expresa el asco que le producían los abusos a los que la sometía el cura y lo enferma que se sentía cada vez que ocurría, "como si tuviese bolas de golf en mi garganta". Recuerda "el olor a incienso, la biblia, las confesiones abiertas, cómo se quitaba el alzacuellos cuando quería tocarme de manera íntima... Mi cabeza empujada hacia abajo, mi cuerpo siendo invadido, el peso de su cuerpo sobre mí".

Dada su responsabilidad en el manejo de los casos de abusos, el ex ayudante de Magee, monseñor Denis O'Callaghan, ha declarado sentir "tristeza y pesadumbre" porque su propia gestión en muchos casos dañó aún más a personas vulnerables.

Las acusaciones contra los 18 sacerdotes detallados en ese informe fueron entregadas a la policía, si bien ya era demasiado tarde para emprender acciones legales.

Mostrar comentarios