La increíble historia de Adama Kargbo, sobrevivió al ébola estando embarazada

    • El caso de Adama, una joven de 18 años, es excepcional. Uno de cada dos infectados por ébola mueren, pero en el caso de las embarazadas la tasa de mortalidad puede rondar el 95%.
    • Una embarazada tiene mucho mayor riesgo de desarrollar hemorragias, su tasa de mortalidad es mucho más elevada, y nadie se atreve a tratarlas. Se las deja morir.
Adama
Adama

Tiene apenas 18 años y ha perdido a su marido y a su padre por el ébola y, lo que es peor, a su bebé. Adama Kargbo contrajo la enfermedad, que ya ha matado casi 9.000 personas sólo en África Occidental, cuando estaba embarazada de cinco meses.

Cuándo notó los primeros síntomas, fue ingresada, y atendida por Médicos Sin Fronteras. Perdió a su bebé, pero ella logró, casi milagrosamente, sobrevivir.

Mientras que la tasa media de mortalidad por el ébola apenas supera el 50% en los países de África, apenas el 5% de las embarazadas que contraen la enfermedad sobreviven.

Adama vive y se recuparará, pero su cara no deja de reflejar una tremenda tristeza y toda la angustia de los últimos meses. Está estremadamente débil, pero el último test revela que ya ha superado la fiebre hemorrágica del ébola y podrá salir de la zona de alto riesgo.

Adama está en Kissy, un suburbio de Freetown donde Médicos Sin Fronteras ha construido su último centro de tratamiento en Sierra Leona, el país con más casos de ébola.

Cuando el personal de Médicos Sin Fronteras se lo comunica, Adama se muestra abrumada y da las gracias, casi compulsivamente, a todo el mundo.

Adama es un caso excepcional. Es la paciente número cero del primer centro especializado en atender a mujeres embarazadas contagiadas de ébola o sospechosas de estarlo. Médicos sin Fronteras lo puso en marcha tras la visita de un equipo de la unidad de emergencia, que detectó que las gestantes son muchísimo más vulnerables y la posibilidad de que sobrevivan a la enfermedad es minima.

Esperanza Santos, enfermera y coordinadora del centro, señalaba recientemente a El País que la sintomatología de las complicaciones obstétricas más comunes puede ser confundida en África con ébola y, en el caso de ser positiva, la mujer tiene mucho mayor riesgo de desarrollar hemorragias y la mortalidad es mucho más elevada que en otros grupos de población.

Además, destacaba que las complicaciones obstétricas son altamente infecciosas y, por esta razón, las mujeres embarazadas son rechazadas en muchos centros sanitarios. "Nadie se atreve a tratarlas y se les deja morir", admite la enfermera.

Las mujeres resultan particularmente vulnerables a esta enfermedad que se transmite a través del contacto directo con personas infectadas y con los cadáveres de las víctimas, ya que a menudo son las mujeres las que cuidan a los familiares enfermos.

Después del ebola

En su último día en el centro, Adama está fuera, sentada en una silla de plástico, esperando a que la recogan. Cuando la enfermera se acerca a ella, apenas se mueve, está prácticamente inerte, mirando al infinito. Logra levantarse, pese a la debilidad, y el siguiente paso es darse una ducha desifectante.

Ella ha pasado el ébola, pero sus ropa y sus cosas están contaminadas. Hay que acabar definitivamente con el virus.

El momento es relatado en la página web de la BBC. Cuando Adama sale del sitio en el que ha estado internada las últimas semanas, es recibida con un tímido aplauso. Al otro lado, en el mundo exterior, le esperan Roberto Wright Reis, promotor de salud que le ha dado apoyo psicológico durante las últimas dos semanas, y Javiera Puentes, responsable médica del centro.

La tocan, la abrazan y Adama sonríe. Ahora es consciente del paso de gigante que ha dado al superar la enfermedad, que contrajo cuando estaba embarazada. El siguiente instante de emoción se produce cuando la joven, como ya es tradición en los centros de ébola, deja la huella en el muro de supervivientes, un rectángulo blanco solo tocado por su mano. Es la primera mancha azul.

Javiera Puentes habla con Adama y le da unos últimos consejos: "El ébola entra en ti y te quita toda la energía, todas las vitaminas. Te has deshecho de él pero aún te sentirás débil durante uno o dos meses. Es normal, le pasa a todos los supervivientes, no pienses que no estás bien".

Le pide que no mantenga relaciones sexuales sin protección durante tres meses, porque el virus sobrevive durante un tiempo en los flujos vaginales y el semen. "No te quedes embarazada ahora, estás muy débil. Se abre un nuevo periodo en tu vida en el que tienes que cuidar de ti misma. Duerme y come bien", recomienda la doctora.

La joven asegura sentirse bien y sigue dando gracias a los que la rodean y a Dios, al que asegura que reza para que todos los enfermos con los que ha convivido durante dos semanas salgan vivos.

Cuando se recupere asegura que irá a la universidad, para estudiar contabilidad y trabajar en una entidad bancaria.

La joven Adama ha superado una parte de la enfermedad, la que podría haberle provocado la muerte, pero ahora queda otra parte, regresar a su pueblo, enfrentarse a la enfermedad y, posiblemente, sufrir el rechazo de vecinos y familiares. A su casa, de momento, no podrá acercarse, porque está acordonada. Allí murieron su padre y su marido.

Mostrar comentarios