La India busca un vigilante supremo para acabar con la corrupción

  • Poco a poco las calles de la India comienzan a manifestarse, pero es complicado saber si lo que piden es mejor o peor de la situación que ya tienen. Mientras se aprueba la ley que establecerá la figura del vigilante de la legalidad, muchos indios comienzan a plantearse si entrará dentro de los parámetros de la mayor democracia del mundo.
Jason Overdorf, Nueva Delhi (India) | GlobalPost

Los indios están saliendo a las calles, pero ¿el cambio que ellos exigen es más peligroso que la corrupción con la que quieren terminar?

Al igual que millones de personas luchan por la democracia en Oriente Medio, un movimiento de masas que cuestiona el funcionamiento –o inutilidad- de la mayor democracia del mundo está cobrando fuerza en la India.

El movimiento está liderado por el activista social Hazare Anna, de 71 años de edad, seguidor de Gandhi, que a principios del mes de abril inició un "ayuno hasta la muerte" para forzar al gobierno a promulgar una ley de gran alcance contra la corrupción. Al igual que las protestas masivas en Egipto y Túnez, miles de ciudadanos furiosos han tomado las calles y se han visto reforzados por los manifestantes virtuales en Facebook y otras plataformas de redes sociales.

Todos los signos indican que Hazare ya ha ganado. La India está debatiendo el texto de una nueva ley, una de las demandas de Hazare, que creará un Defensor del Pueblo nacional con el poder de investigar y quizás procesar a los legisladores, al poder judicial y al propio primer ministro.

Pero, ¿plantea esta “victoria” en la lucha contra la corrupción una mayor amenaza para la sociedad que el peligro que pretende erradicar? Los que critican esta medida dicen que sí.

Por ejemplo, consideran que la idea de un defensor del pueblo omnipotente, como alguien que no es responsable ante nadie, es alejarse de la democracia.

"No estamos hablando de una dictadura donde un hombre decide qué ley debe estar en el país", dice Madhavan desde PRS Legislativo Research, una organización con sede en Delhi, que analiza los proyectos de ley ante el parlamento de la India.

Pero un gobierno bien diseñado basado en el principio del sufragio universal podría no ser suficiente para resolver algunos de los problemas más enquistados del gobierno.

Pocas semanas después de que Hazare anunciara su ayuno, los principales políticos intentaban subirse al carro uno detrás de otro. Y, lejos de la muerte, Hazare apenas había ayunado y pasado hambre antes de que el gobierno accediera a su principal petición de aprobar una ley por la que se crea la figura de un defensor del pueblo que vigile e investigue la corrupción que hay en el estado.

Pero ahora que ha comenzado el duro trabajo de redactar la ley, muchos prominentes intelectuales indios han comenzado a expresar su preocupación de que la ley, en realidad, puede empujar a la India en la dirección equivocada.

"El movimiento tiene en sí mismo ciertos elementos anti-democráticos, en particular la idea de que debes tener un todopoderoso Lokpal (defensor del pueblo)”, apunta Mahesh Rangarajn, analista político de la Universidad de Delhi.

El centro de la cuestión es la definición de la democracia.

Las respuestas, tal vez sorprendentes, son controvertidas.

Por un lado, la democracia de la India ha recorrido grandes distancias, aunque lentamente, para corregir las desigualdades basadas en la casta y la religión. Sin embargo, por el otro lado, el carácter moral y la honradez de los funcionarios electos parece que ha deteriorado constantemente la India más democrática que debería ser.

Así que al mismo tiempo que el juego de los números de ganar las elecciones ha proporcionado energía a grupos anteriormente marginados, como los dalits (antes conocidos como los “intocables”) se plantea nivelar las políticas de bienestar social como la Ley Nacional de Garantía del Empleo Rural de la India (que garantiza a todas las familias rurales al menos 100 días de trabajo remunerado al año).

En otras palabras, cada vez más parece que las instituciones oficiales de la democracia están bien equipadas para cambiar a los jugadores, pero son incapaces de cambiar el juego.

El movimiento de Hazare ha planteado interrogantes acerca de cómo debe funcionar, en su nivel más básico, la mayor democracia del mundo.

¿Debería la gente que salió a la calle exigir ser parte del proceso de elaboración de las leyes en una democracia?”, se pregunta Venkatesh Nayak, de la Iniciativa de Derechos Humanos de la Commonwealth.

Pero ¿en qué momento una agitación de masas se convierte en un incruento golpe de Estado? Inicialmente, Hazare y sus partidarios ayunaron y consiguieron la aprobación de una ley del defensor del pueblo. Luego exigieron que se incluyera a cinco representantes escogidos de la sociedad civil en la redacción del proyecto de ley –aunque estas personas fueron elegidas arbitrariamente.

¿Se resistirán a declarar otro ayuno para limitar el tiempo en que el proyecto de ley pueda ser debatido, o para asegurarse de que se aprueba sin ninguna modificación por parte de los representantes del pueblo?

 “Debe haber un entendimiento a partir de una plataforma para el diálogo, tú puedes hablar más alto”, dice Nayak. “Pero si esperas que únicamente se escuche tu voz, entonces eso es una expectativa poco razonable”.

Los críticos de los primeros borradores del proyecto de ley sobre el defensor del pueblo (Nayak, entre otros) señalan sus muchos defectos - algunos de los cuales podrían hacer que la ley, tal y como se propone actualmente, sea inconstitucional.

Lo más significativo es que con la creación del Defensor del Pueblo como un “superpolicía” con poder para investigar, enjuiciar y castigar a los poderes ejecutivo, legislativo y judicial del Gobierno, el proyecto de ley acabaría con el principio básico de equilibrio de poderes establecido por la Constitución.

"Muchas personas en la India están molestas por el nivel de corrupción, y la gente no ha hecho el difícil trabajo de intentar comprender que no es una bala de plata”, dice Madhavan.

Mientras tanto, no hay un final a la vista para las tácticas de protesta y de ayuno que algunos críticos han calificado como un “chantaje” político.

Los seguidores en Bombay ya están planeando una manifestación de apoyo en la Puerta de la India, esperando congregar a miles de manifestantes. Los líderes dicen que se llevarán a cabo manifestaciones similares en unas 70 ciudades y pueblos de toda la India.

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