La mutilación genital de las niñas se perpetúa en el Kurdistán iraquí

  • Delan tiene 11 años, ojos pícaros y una simpática sonrisa. Vestida con un pijama rosa, se apoya sobre una vieja pared de piedra mientras habla con sus amigos y las gallinas y gansos cloquean a su alrededor. Pero cuando se sienta en el suelo de la casa de adobe de sus padres, en un remoto pueblo del Kurdistán iraquí, su sonrisa desaparece rápidamente al recordar el día en que "una mujer vieja" vino a visitarla cuando tenía seis años. La tradición de la mutilación genital femenina continúa afectando a la mayoría de las niñas y mujeres kurdas, según la organización de derechos humanos Human Rights Watch.
La ablación de clítoris es la norma en el Kurdistán iraquí
La ablación de clítoris es la norma en el Kurdistán iraquí
Getty Images
Tracey Shelton | GlobalPost

(Pashqrotal, Kurdistán iraquí). "Estaba en mi habitación, jugando con mi prima, y nos llamaron", recuerda Delan, una niña de 11 años que sufrió la ablación cuando sólo tenía 6. "Primero cortaron a mi prima. Yo tenía mucho miedo, lloraba y lloraba. Mi madre es muy gorda, y sabía que si corría no me cogería, pero me tenía muy bien agarrada. No me pude escapar. Salió muchísima sangre de ese sitio. Lloré y lloré. Odié a mi madre".

La tradición de la mutilación genital femenina, o MGF, se lleva practicando desde hace siglos en esta región profundamente tradicional del norte de Irak. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la MGF es la "extirpación parcial o total de los genitales externos de las mujeres por motivos no médicos". No debatido por la sociedad ni cuestionado por las víctimas, cualquier mención al tema es un absoluto tabú.

Las mujeres del pueblo de Delan dicen que la práctica se realiza en las propias casas, con ayuda de una cuchilla de afeitar. El ritual lo ejecutan mujeres de la familia de la niña o ancianas del pueblo. A menudo la mutilación se hace a más de una niña al mismo tiempo, utilizando para ello la misma cuchilla. Delan asegura que a ella no le echaron ningún antiséptico o le dieron algún tipo de anestésico. Estuvo enferma durante dos días, pero al final la hemorragia cesó.

El informe de la organización internacional Human Rights Watch (HRW) "They took me and told me nothing" [Me llevaron y no me dijeron nada] documenta de manera extensa la práctica de la ablación del clítoris y pide al Gobierno kurdo que tome medidas para terminar con ella.

El informe denuncia que la tasa de mutilación femenina entre las mujeres kurdas de más de 14 años es de un 73 por ciento."Lo trágico es que la MGF se perpetúa a través de las madres, tías y otras mujeres de la familia, que quieren y desean lo mejor para sus hijas", subraya el informe. El estudio añade que esas mujeres consideran que la práctica es necesaria para que sus hijas puedan crecer y convertirse en "casaderas", en miembros "respetables" de la sociedad.

La investigadora de HRW Nadya Khalife asegura que las 31 mujeres entrevistadas para el informe dijeron que lo sentían como una obligación religiosa. Muchas de ellas no tenían ni idea de los riesgos físicos y emocionales que conlleva la ablación del clítoris.

Los supuestos aspectos religiosos de la MGF son un tema polémico entre la comunidad islámica. Algunos líderes religiosos creen que es una costumbre cultural que es anterior al islam.Durante la presentación del informe de HRW en Erbil, el mulá Omar Chngiyani, un líder religioso que presenta un programa de televisión, aseguró que en el islam la circuncisión de los niños es obligatoria, pero que la mutilación genital de las niñas es opcional.

"No hay ningún verso en el Corán que diga 'circuncidar a vuestras hijas'", dijo Chngiyani, revelando públicamente que seis de sus siete hijas y dos de sus mujeres no han sido sometidas a esta práctica.

Según un estudio realizado durante dos años por la Asociación para la Cooperación al Desarrollo en Irak (WADI), el 42 por ciento de las madres entrevistadas dijeron que la decisión de hacer la ablación de clítoris a sus hijas la habían tomado ellas mismas. Otro 22 por ciento de las encuestadas dijeron que se lo habían recomendado sus suegras, y al otro 12 por ciento se lo habían dicho sus propias madres. Solo un dos por ciento dijo que se lo habían recomendado sus maridos.

Thomas Van der Osten-Sacken, el jefe de la misión de WADI en Irak desde 1991, asegura que las víctimas de este ritual sufren traumas físicos, que incluyen toda una serie de complicaciones médicas. También se pueden producir efectos devastadores en la relación entre la niña y su madre, afirma.

Para las generaciones más jóvenes del Kurdistán iraquí la apertura social se enfrenta constantemente con las restricciones de la tradición cultural. Los planteamientos y expectativas en cuanto al amor y a la sexualidad están cambiando rápidamente. Esta colisión quizás la sienten aún más las víctimas de la MGF.

Según el informe de WADI, la proporción de ablaciones femeninas entre las más jóvenes es significativamente menor en el conjunto global de víctimas, pero aún así es alta. Entre las jóvenes menores de 20 años el 57 por ciento de las mujeres han sufrido MGF, mientras que entre las treintañeras el índice es del 74 por ciento.

Para una mujer los efectos de esta mutilación sobre su sexualidad pueden ser devastadores y confusos. En términos médicos, el informe indica que la extirpación del clítoris "impide una respuesta sexual femenina normal", ya que el ritual básicamente corta el órgano sexual de la mujer y deja sus órganos reproductivos intactos.

"El resultado es generalmente unas relaciones sexuales tristes e insatisfactorias para los dos miembros de la pareja", afirma Osten-Sacken. "Cuando vamos a un pueblo a menudo nos pasamos las dos primeras horas bombardeados a preguntas de los maridos", dice.

Pero pese a los informes y peticiones para prohibir la MGF, el Gobierno regional del Kurdistán se niega a admitir oficialmente la existencia de esta costumbre."Este informe es falso", asegura Mariwan Naqshbandi, portavoz del Ministerio de Asuntos Religiosos del Kurdistán, en referencia al estudio de HRW. "¿Cómo se puede hacer un informe así sin hablar con los mulás?"

Según Naqshbandi, dado que en el Kurdistán no existe la MGF, no hay necesidad para una ley al respecto o programas de educación pública sobre el tema. "Los mulás ya recomiendan que no se haga. Eso es suficiente", recalca.

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