Los caballos españoles son estrellas en Viena

  • Fuertes, inteligentes, hábiles y esbeltos. Así son los lipizzaner, los caballos de sangre española –y árabe- que hacen furor en la Escuela Española de Equitación de Viena.

Escuela Española de Equitación en Viena
Escuela Española de Equitación en Viena
lainformacion.com

El primer jinete de la Escuela Española de Equitación (Spanische Hofreitschule) de Viena, Andreas Hausberger, lleva 26 de sus 45 años de vida trabajando en este centro de prestigio internacional que ha lanzado al estrellato a unos caballos de origen español, los lipizzaner.

"Estos caballos pertenecen a la raza más antigua de Europa, su cría se extiende hasta cientos de años atrás y aún hoy conservan su sangre española y árabe", subraya Hausberger. "Por supuesto, al llevar cientos de años de selección son especialmente inteligentes. Aprenden las lecciones más rápido y con mayor facilidad".

Fue el archiduque Maximiliano de Austria, hijo del Kaiser Fernando I, quien llevó por primera vez estos caballos originarios de la península ibérica –y cruzados con caballos árabes- a Austria a mediados del siglo XVI y poco a poco fueron cobrando importancia hasta la creación de la Escuela Española de Equitación después de la Primera Guerra Mundial. Además, desde 2010 forma parte del llamado Patrimonio "Inmaterial" Cultural de la UNESCO.

Andreas Hausberger, que además de entrenar desde cero a una decena de estos caballos blancos -en su mayoría- para la doma clásica y la hípica en la escuela de Viena también entrena a los caballos de deportistas de élite, asegura que "se nota la diferencia" frente a otras razas de caballos.

Hausberger y los otros jinetes de la escuela entrenan seis días a la semana -los lunes libran- dedicando entre media hora y cuarenta minutos con cada caballo. Este primer jinete -hay dos en el centro- tiene a su cargo a nueve caballos distintos.

Pas de deux en los que los caballos bailan frente a frente como si de un espejo se tratara, los caballos manejados solo con las riendas sin llevar montado al jinete -no es tan fácil como pueda resultarle a los profanos en materia de hípica-, piruetas al galope, saltos de gigante al ritmo de música clásica… los lipizzaner muestran todos estos ejercicios de gran dificultad en la hípica durante el espectáculo que cada año atrae a cientos de miles de visitantes en el palacio de Hofburg, en pleno centro de Viena (el año pasado fueron 270.000 y este año se espera que la cifra ascienda a 300.000).

Pero no es nada fácil que un caballo alcance ese nivel de especialización. A los cuatro años, los mejores lipizzaner criados en Piber, 235 kilómetros al sur de Viena, llegan a la Escuela Española de Equitación en la capital.

Una vez allí, lleva unos seis años de entrenamiento tenerlos listos para participar en el espectáculo. Pero Hausberger asegura que con otras razas se tardaría más, que ya lo han probado y han "fracasado". Por otra parte, subraya que en cualquier caso el "desarrollo sistemático de su musculatura" es esencial para que puedan realizar tal exhibición de elegantes figuras.

"El trabajo con los caballos es algo muy especial. Nosotros no los vemos como un objeto deportivo, sino como compañeros, como amigos", indica este gran conocedor de los lipizzaner.

Sin duda, décadas de trabajo lado a lado acaban uniendo. Quizá ese sea otro de los secretos de estos caballos de sangre ibérica.

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